Después de un año ya era como una de ellos. Después de tanto tiempo yendo con John a su sitio secreto y viendo el atardecer. Gracias a los humanos, me convertí en alguien distinto y saber apreciar más las cosas. Mi relación con el pequeño humano fue aumentando, aunque mi personalidad fuese fría y distante.
Todos los días nos íbamos de paseo por la tarde, sin parar de escuchar relatos inventados y aprendiendo esos días tan felices.
En ese tiempo, aprendí que los arboles no tenían hojas en un periodo de tiempo, otros en los que nevaba y hacía frío, otros que las hojas de los árboles y las plantas volvían a recuperar ese color alegre. Según lo que escuché, eso era porque el cambio del tiempo, llamándolos ellos como las distintas estaciones.También descubrí el gran sueño de John. Él quería ver a un ángel volar y a un demonio como en su imaginación. Jamás creí que escuchar "demonio" me provocaría escalofríos. Tenía un mal presentimiento y no quería perder a mi nuevo amigo por eso. Para él, yo era su nueva hermana, y para mí, un buen amigo.
Uno de aquellos días que después de comer y despedirnos de Lark y Rosie, fuimos al campo como de costumbre para pasar el día. Pero... No era como solía pasar.
Ese día, escuchamos a lo lejos gritos que provenían del pueblo donde vivíamos. Nos miramos sin saber qué hacer. Sin pensarlo, John corrió en busca de sus padres. Estaba asustado y yo también. Fui tras él si poder detenerlo. Algo me decía que no debía separarme de él y de no ir.
Cuando llegamos, el pueblo estaba casi destruido y vi algo que no podía ser verdad... ¿Cómo llegaron hasta aquí? ¿Por qué estaban ahí?—¿Qué es eso, Darkia? Tengo miedo...
—Son... demonios —dije sin poder decir ante la destrucción de las casas y la persecución de los inocentes.
John me cogió de la mano y lloró sin consuelo. Le abracé y retrocedimos para escapar. Tres demonios nos vieron y se dirigieron hacia nosotros. Con el terror que tenía de pensar que ellos le harían algo al chico, huimos intentando encontrar a Lark y Rosie.
Y, mientras corría, algo en mi cabeza apareció. Un recuerdo. Hacía tiempo que no tenía ninguno desde la promesa, pero aquel me hacía sentir aterrada. No quería pensar, solo en poner a salvo al pequeño humano.El aire me faltaba y procuraba no soltar a John, para que no se separase de mí. Entonces, él se tropezó y cayó, soltándose. Intenté levantarlo y seguir, pero ellos ya nos habían alcanzado. Cerca de allí, vi a los padres del niño escondidos, aterrados porque nos habían atrapado.
—¡John! —grité desesperada—. ¡Levántate!
—No puedo... Vete. Encuentra a mamá y papá... —Sus fuerzas le fallaban. Mi corazón latía muy fuerte, pues no quería separarme de él.
—No te dejaré aquí solo... ¡Vamos! Tenemos que ir a ver el atar...
Los demonios me arrebataron a John de mis brazos agarrándolo del cuello interrpiéndome.
Al ver la situación, caí de rodillas y me puse a gritar.—¡Nooo! ¡Suéltalo! —Supliqué.
—Darkia... Huye... Este es mi destino...
Uno de ellos sacó una espada maléfica y se la clavó en el costado. El tiempo en ese momento pareció eterno. Lo dejaron caer y su cuerpo quedó convertido en cenizas.
Chillé.
Lloré desconsoladamente por lo que le habían hecho. Hice un gesto a la pareja escondida que lloraba también se marcharan de allí. Los dos obedecieron, desapareciendo de aquel pueblo convertido en ruinas.
—Ahora te toca a ti —dijo uno de ellos.
Yo era la siguiente. Me levanté y di unos pasos hacia atrás mirando con odio y rabia a aquellos seres. Ese recuerdo tan horrible se hizo más claro y escuchaba la desesperación de una mujer.
" —¡Di...! ¡Escóndete! ¡Huye!".
En mi interior, sentí como un poder extraño, y experimenté unos cambios en mi cuerpo. De mi espalda, aparecieron unas alas negras enormes, una armadura plateada destrozada y sucia y una espada plateada con un nombre escrito en la hoja.
Grité, grité de dolor. ¿Esa era yo en verdad?
Batí mis alas de manera que hizo sangrar mi espalda de su salida y volví a chillar dispuesta a matar a esos malditos.
—John... ¡Te prometo que volveremos a ver el atardecer!
Dicho esto, me lancé contra mis enemigos sin importar si eran más fuerte que yo. A uno de ellos le cogió por sorpresa y fue el primero en caer. El que estaba detrás mía me agarró por las alas sin darme cuenta y me tiró contra el suelo. Intenté levantarme para continuar, pero me cogieron del cuello, como hicieron con John.
—No sabíamos que quedaba un caído vivo —dijo uno de ellos, con una voz fea y grave, mientras forcejeaba para intentar escapar de sus grandes manos.
—Pero si tiene las alas negras... No parece que lo sea... —Contestó su compañero observándome. Moví mis piernas intentando liberarme, pero aquellas manos enormes no me lo dejarían fácil. A diferencia de los ángeles y humanos, los diablos eran grandes y tenían la piel rojiza y una mata de pelo negra.
—No es un ángel —replicó su compañero.
—Será un ángel raro o algo así. Te llevaremos de trofeo —dijo seguido de grandes carcajadas.
—Yo... No soy trofeo de nadie... —dije.
Me elevaron y me lanzaron contra el suelo fuertemente, pero esta vez no pude defenderme ya que quedé inconsciente.
" —Quítame este dolor... Por favor... Ya no puedo más... Mamá... Papá... Az.... Os he fallado...".
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Angel of Darkness©(#1)
FantasyDurante las guerras de ángeles y demonios, se produjo una brecha entre el cielo y la Tierra. Por ésta, fueron cayendo todas las criaturas que atreven a adentrarse en ella. Cada vez que un ángel caía del cielo, los demonios lo mataban. Los pocos que...