Capítulo secreto

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Necesitaba respuestas. Recordaba continuamente las últimas palabras de John. ¿Ese era su destino? ¿Morir?

Estaba en mi cama, tras volver de la visita de Marfil. Sublatti me recomendó que descansase, pues notó mi cansancio. Desde las duras peleas, mis energías se agotaban más rápido. Sonreí por la felicidad que había traído a las bestias y a los demonios, pero... ¿Dónde estaba la mía?
Me levanté, decidida. Era de noche, y todos los habitantes del castillo dormían. Apenas podía ver por mi habitación, así que llegué a la ventana y la abrí. La claridad de la Luna brillar entró. De aquello, divisé el reflejo de algo en el suelo, procedente del armario. Descubrí que mi antigua armadura, que fue reparada hace muy poco. Me lo puse recordando esas peleas. Fueron tanto buenos como malos, sin embargo, no me lo coloqué para eso. También hallé a Revage, quién reposaba los pies de la cama.

"No hace falta que vengas conmigo. Ya has hecho suficiente por mí. Para lo que quiero hacer no necesito luchar. Descansa" —acaricié la hoja, donde estaba forjada su nombre verticalmente.

Por último, terminé preparándome con la capa marrón, y salí del castillo con precaución a que nadie me viera. Alcé el vuelo sintiendo el viento acariciando mi rostro. Era agradable volver a batir las alas desde aquella altura. Busqué girando mi cabeza un lugar que añoraba ver. Era el pueblo donde yo y John vivíamos. Estaba igual que ese día. Era triste. Yo fui testigo de tal destrucción.

Pasé de largo para que mis sentimientos no se disparasen. No era mi objetivo. Más lejos de allí, había otro poblado lleno de vida, aunque fuera poca. Aterricé sigilosamente, pues no quería que ningún humano se sorprendiera al verme. Las casas eran de construcción pobre, colores tristes como gris, ventanas descubiertas por dónde entraba el frío y puertas con grietas. Me asomé al interior de las casas para encontrar lo que buscaba. Todos parecían dormidos, excepto una pareja, quiénes observaban una vela derritiéndose en silencio.
Fui a la puerta y llamé. Ésta se abrió, siendo recibida por Rosie, quién cambió su cara disgustada por una llena de felicidad.

—¡Darkia! No me lo puedo creer... Creía que... —exclamó con el tono subido de tal sorpresa. Le hice un gesto para que se calmase y no molestar al resto de sus vecinos—. ¿Estás bien? Te veo... cambiada.
Me abrazó. Ella había sido mi madre adoptiva, y yo para ella era como su hija.

—Sí, un poco. Tengo que explicaros muchas cosas y necesito saber algunas cosas.

—Lark ha tenido que irse a dormir, está cansado. Intentaré ayudarte —sonrió dejándome entrar al interior de la casa. Tenía mucho parecido a la anterior, aunque más pequeña.

Nos sentamos una al frente de la otra, con la vela derretida en medio de la mesa. Le expliqué sobre mis peleas y su desenlace. También le anuncié mi nueva misión. Aquello le dio una decepción, pues pensaba que iba a quedarme.

—¿Irás al cielo? ¿Cómo?

—Tengo entendido que la brecha por la que caí sigue abierta y lleva allí. Necesito saber la verdad. Nos os merecéis esto... Ni John... Él me dijo antes de irse que era su destino. ¿Sabes algo?

—No lo sé, pero desde que llegó esa chica todo empezó a cambiar.

—¿Chica? —pregunté por esa respuesta.

—Hace un tiempo, vino a la casa una joven, diciendo que nos daría lo que más queríamos: un hijo. Le dimos cobijo, y unos meses después, nació John. Ella no quería que él supiera que era su madre, y le mintió haciéndole creer que era su hermana.

—¿Ella murió el día de la caída?

Asintió.

—Unos días antes, no paraba de marchase tras contarle una de sus historias. No sabía a dónde iba, pero se llevaba un libro consigo.

—Historias... Por eso conocía la existencia de los ángeles y los demonios... ¿Qué ocurrió con ella?

—Esa noche, salió de casa sin avisar. John se dio cuenta de su ausencia, y salió tras ella. Nos dijo que alguien grande y rojo le apuñaló después de tener una discusión. Tras aquello, empezaron a caer seres del cielo. Por eso, el pueblo se estaba destruyendo y Lark y yo buscamos a John, que estaba llorando con la chica desangrándose en su regazo. Le dio ese libro y nos pidió que nos fuéramos.

—¿Tampoco recuerdas dónde está? El libro, digo.

—No —negó—, lo perdimos en la huida. John ha cambiado mucho desde entonces. Estaba más triste, y no paraba de decir cosas extrañas. Me dijo que había tomado una decisión que le mataría, y le contesté: "No digas tonterías, aquí estarás bien". Al día siguiente se fue. Gracias a ti, unos cuántos del pueblo pudimos refugiarnos... —Unas lágrimas inundaron sus ojos, sin llegar a caer. Se los secó disimulando el dolor— Pero no esperaba que fueras... así.

—Él mismo fijó su sentencia... Yo tampoco lo entiendo. John no es vuestro hijo y su hermana, mejor dicho su madre, murió justo antes de la caída, seguramente por Satanás, quién causó todo esto. Siento no haberle salvado, yo también deseo verle de nuevo —se formó un silencio con algún que otro suspiro. Al rato, recordé una cosa más. Dejé sobre la mesa un medallón dorado, aquel que mató a Satan.

—¿Reconoces esto?

Ella lo agarró, observándolo como si lo hubiera visto por primera vez.

—Es... raro. Creo que ya lo he visto... Ia una vez estuvo hablando con alguien igual que tú, tenía alas y los ojos del mismo color que esto. Es... como si intentaran cambiar los recuerdos...

—A ti también... Es un ángel. Rosie, hay un ser que lo está alterando todo, sobre todo los recuerdos. Yo fui alguien antes de caer del cielo, y quiero saber quién. Quiero la verdad y salvarlos a todos. Haré todo lo posible para que vuelva la paz.

Rosie alargó su mano rozando con la mía, en señal de apoyo.

—Darkia, cuando nos necesites, ahí estaremos. Ten cuidado y vuelve cuando quieras. Yo ya me hago vieja, pero estaré aquí cuando consigas lo que deseas. Has crecido mucho desde entonces.

Sonreí asintiendo, recogiendo el medallón.

—Lo haré. Volveré, te lo aseguro —miré en dirección a la ventana. Estaba amaneciendo—. He de irme.
Justo en ese momento, Lark se despertó y me saludó. La anciana humana y yo estábamos en la salida para despedirnos.

—¡Hola, Darkia! ¡Cuánto tiempo! —Se acercó tras quitarse las legañas.
—Lark, ya se va a ir. Va estar un tiempo fuera, pero volverá.

Me dio unas palmaditas en el brazo, ya que no llegaba al hombro.

—Te veo mucho mejor, ¡creo que estás más alta de lo que eres!

Reímos por tal comentario. Salimos de la casa y les di un abrazo.

—Espero que estéis bien. ¡Hasta luego! —exclamé emprendiendo el vuelo de regreso a mi nuevo hogar, el castillo.

Al volver, en la entrada me esperaba Sublatti. Parecía preocupada.

—¿Dónde te habías metido? Fui a buscarte al levantarme y la habitación estaba vacía.

—He ido a hacer una visita. Ya te contaré.

Ésta suspiró aliviada.

—Ya tienes el desayuno listo y después una reunión con el consejo dentro de un rato.

Al oírlo, mi barriga rugió.

—Vamos, me muero de hambre, pero la reunión puede esperar. Tengo mucho sueño... —dije bostezando mientras entrábamos.
 

Angel of Darkness©(#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora