Capítulo 16

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Después de que me marcharse a luchar contra Satanás, Sublatti se encargó de hacer su trabajo. Eran muchos, pero su gran conocimiento en la batalla y su manejo de la espada eran fantásticos. Estaba cansada, agotada, pero no iba a rendirse. Sabía que podían atraparla e incluso matarla. Era una traidora y me estaba ayudando a mí, un ángel caído. Su pelo se enganchaba por todos lados, sin importarle aquello en absoluto.

Cuánto más luchaba, más demonios aparecían. Estaba sola y rodeada.

Movía su espada rápidamente atacando a sus enemigos. Entonces, uno de ellos le dañó en un ala con su arma y la diablesa chilló por ello. Sus piernas fallaron y cayó, pero volvió a levantarse al instante.

Mientras gritaba, podía escuchar a los demonios decirle: "¡Traidora!".

Había muy poco espacio para luchar, los demonios le aplastaban, la tumbaron en el suelo y la agarraron de los brazos, desapareciendo su espada. Forcejeó como pudo, siendo imposible de liberarse.

"Lo siento, Darkia. No puedo más. Son demasiados. Ahora moriré como la traidora que soy".

Entre unos cuantos, la cogieron de manos y piernas. Cerró los ojos para no sufrir y notó como su cuerpo se elevaba. Aguantó las ganas de llorar.

—¡Espera! ¿Dónde me lleváis? No... Darkia... —Abrió los párpados y gritó pidiendo auxilio. Sin respuesta, se derrumbó, cayendo alguna lágrima

"Seguro que él no querría que llorase. Posiblemente lo veré en las celdas. Ha pasado tanto tiempo..." —se dijo felizmente —. "Darkia ganará y cumplirá su venganza... O la mía".
Miró a su alrededor tras notar que le bajaron por unas escaleras, parecía la sala de entrenamiento. Cuando entraron, escuchó decir a uno de ellos:

—¡Señor! ¡Tenemos a la traidora!

No pudo ver al demonio hasta que la lanzaron al suelo. Levantó la cabeza y al fin lo vio. Intentó alejarse, pero el pánico no le dejó moverse.

—Con que tú eres la traidora. Me lo suponía. ¿Crees que vas a vencerme trayendo a otro ángel contigo?

Ella no contestó, mordiéndose el labio y guardó silencio.

—¡Vamos! —ordenó el demonio enfadado—. ¡Contesta!

—¡Tú no ganarás! Ella vendrá y te matará...

—Seguro... —comenzó a reírse —. ¿Para tu venganza? Pobrecito él...

—¿Qué? —dijo sorprendida—. ¿Qué le has hecho?

—Se negó a servirme y me atacó a traición. Me estorbaba.

La demonio hundió el rostro entre sus manos y sollozó.

—¿Por qué...? ¿Desde cuándo estaba aquí...?

—Así acabarán todos los ángeles que osen contradecirme, los demonios lo tendremos todo. Cielo, Tierra, infierno. ¡Todo!

—Tú no eras así, y lo sabes... No dejaré que hagas más daño, Satan. Tendrás que matarme antes de que TU plan se cumpla.

—¿Mi plan? Era NUESTRO plan.

—¡Destruir la Tierra no formaba parte! Acordamos derrotar al Creador... Ya no quiero ser parte de esto. No quiero seguir con esto.

—Traidora... ¡DESTRUIRÉ A TODOS LOS HUMANOS Y ME QUEDARÉ CON TODO!

—¡Por... Encima de mi cadáver!

Se levantó y fue a atacar al demonio con sus propios puños. Le dio un puñetazo y éste gritó sorprendido. Rodó por el suelo y sonrió satisfecha
El gran demonio se tocó el lugar donde le había golpeado, su mirada transmitía furia.

—¿Cómo te atreves, maldita traidora? ¿Cómo te atreves a tocar al todopoderoso?

—No eres todopoderoso, Satanás. Nunca lo has sido. Eres débil, jamás vencerás.

—¡No tienes derecho a decir ese nombre!
—Tú ya no me das órdenes, ya no soy tu a mí... Tu criada.

Él corrió hacia ella y le pegó un guantazo que la lanzó contra la pared.
Se intentó levantar, pero el golpe había sido muy fuerte y le costaba bastante. El demonio caminó hacia ella y la cogió del cuello.

—Ahora te reunirás con tu queridito.
La golpeó de nuevo en la cara y le dio una patada en el vientre. Ya no tenía salvación.

"¿Dónde está Darkia? ¿Estará muerta o seguirá luchando? ¿Cuándo va a venir?".

Por esta vez, cerró sus verdes ojos para intentar soportar el dolor de la paliza que su oponente le estaba dando. Ella todavía recordaba esos momentos de amistad con él, por lo que no quiso seguir luchando.

—¡La traición es imperdonable!

De repente, dejó de pegarle. La había dejado bastante herida, o mejor dicho, medio muerta.

—Aún no voy a acabar contigo... Antes mataré al ángel, después me ocuparé de ti.

Llamó a los guardias y la inmovilizaron de nuevo.

—Llevadla a la celda de ahí —señaló a una pequeña celda oscura y mugrienta—. Vas a ver el espectáculo en primera fila. Así comprobarás que te volviste a equivocar —se rió triunfante.

—Darkia... —dijo debilitada tras los golpes—. Ven rápido...

La metieron en la celda y la encerraron. Se agarró a los barrotes y rezó por la seguridad de su compañera, su nueva amiga.





Angel of Darkness©(#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora