Capítulo 8

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Tras unas semanas de duro entrenamiento, conseguí dominar la entrada del combate y unos cuantos ataques. Pero... Revage, la espada de la venganza, no ardía. Estuve muchos días intentándolo, pero no se despertaba. Ella me sugirió que pensara en aquel duro momento pasado, sin resultados.

Cada día de aquel viaje, se avanzaba un poco del viaje aéreo y desarrollaba mis técnicas. Cada vez mis ataques eran más rápidos y potentes, pero necesitaba práctica.
Estábamos cerca de nuestro objetivo y se nos acababa el tiempo. Los demonios siguieron arrasando todos los pueblos y exterminando a sus habitantes.

Una vez, nos encontramos frente a un ataque a una pequeña granja. Nos escondimos cerca del lugar.

—Ya es hora de que te enfrentes a otros rivales aparte de mí. Con tus ataques puedes derrotar a unos tres demonios tú sola.

—¿Podré con ellos? —pregunté dudosa.

—¡Claro! Eres muy fuerte y hábil con la espada. Tiene usted un gran potencial, no necesitará mi ayuda.

Estábamos escondidas en un matorral para observar a los demonios. Mataron a tres personas y a siete animales. Ella me dio la señal para comenzar el combate. Salí disparada y los ataqué por sorpresa. Mientras esquivaba sus ataques y recibía algunos, yo les hacía el doble de daño con Revage en llamas. Le corté el brazo a uno, maté a otro y dejé al último casi muerto. Cuando iba a matar al único que podía moverse aun, éste salió volando y Sublatti fue tras él. Combatieron de manera impresionante, pero su enemigo tenía más fuerza. La derribó y consiguió escapar. Corté la cabeza del demonio moribundo que se retorcía de dolor en el suelo y volví con mi compañera, quién había sido derribada.
Cuando la encontré, la vi intentando levantarse. Me aproximé a ella y le ayudé a incorporarse.

—Lo siento, Darkia. No contaba con que uno de ellos huiría. Seguramente sería un mensajero del jefe demonio.

—No importa. Así sabrá que vamos a matarlo.

—Tenemos que tener mucho cuidado. Podría mandar a los mejores luchadores para matarnos.

—Entonces volaremos con precaución, pero ahora hay que curarte.

—No hace falta —hizo brillar su mano y se la puso en el pecho—, no es nada. Mi cuerpo puede recuperarse rápido. No te preocupes por mí, sino por ti. Posiblemente seas uno de los últimos ángeles del cielo, y el único caído.

Todavía tenía dudas sobre ella. Solo sabía que había traicionado a los suyos por un motivo que no me atreví a preguntar.

Muchas dudas rondaron por mi cabeza durante el viaje, que estaría a punto de acabar.

"¿Será porque no tengo alas? Seguro. Solo soy amiga...".




Angel of Darkness©(#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora