La Tribu Agua del Sur

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A tan sólo una hora de viaje, divisaron entre las nubes los primeros glaciares en el medio del océano, y el aire polar se empezaba a sentir. Todos estaban sufriendo del intenso frío, calandole hasta lo más profundo de los huesos, excepto por Yuiuk. Nadie tenía abrigo y muchos de los niños ya tenían los labios púrpura. Chieko apuró a los bisontes lo más que pudo para evitar una tragedia.

Cuando por fin se empezaron a ver los edificios de la Tribu Agua, Chieko suspiró de alivio. Al fin llegaban a un lugar seguro. Los bisontes aterrizaron en la ciudad con un estruendo, sorprendiendo a los habitantes, que se acercaron corriendo hasta ellos curiosos.

- ¡Son maestros aire!-

- Vienen con el Avatar...-

- Y la princesa Yuiuk.-

Todos bajaron de los bisontes. Entre Chieko y Yuiuk, bajaron a Pangfua como pudieron, para luego bajarse ellas. Un joven comenzó a hacerse paso entre la multitud, de la típica piel morena y los ojos azules, y abrazó a Yuiuk con fuerza, tomándola por sorpresa. La princesa, sin embargo, se lo correspondió gustosa.

- ¡Innik!-

- ¡Yuiuk! Oh, que lindo es verte de nuevo.- dijo el chico, separándose de ella. - ¿Que haces aquí? ¿Y con tantos maestros aire?-

Yuiuk dudó.

- Es una larga historia...- contestó y Chieko carraspeó a su lado. - ¡Oh, cierto! Innik, ella es Chieko, el Avatar. Chieko, él es Innik, mi primo.-

Los ojos de Innik se abrieron como platos.

- ¡El Avatar! No puedo creerlo...es una placer conocerte. Que honor que estés aquí.- le dijo, estrechando su mano con efusividad.

- Innik, ¿está tu madre? Tenemos que hablar con ella.- interrumpió Yuiuk.

- Aquí estoy, Yuiuk.- dijo una voz entre la multitud.

Una mujer de unos cincuenta años, con largo cabello negro y lacio, se abrió paso entre la gente. Tenía un prominente flequillo y los mismos ojos color hielo que Yuiuk, con una mirada aburrida pero madura. La princesa sonrió.

- Hola, tía Eska.-

- Hola, querida, ¿como has estado?- saludó, posicionándose al lado de su hijo.

- Eeh, no tan bien. Tenemos un problema.-

- Me doy cuenta...¿qué hacen aquí con todos estos niños y bisontes?-

- Y un oso ornitorrinco.- agregó Innik.

- Y un oso ornitorrinco.- dijo Eska con una sonrisa divertida.

- ¡Nuestro templo fue atacado!- respondió Diki, dando un paso al frente, ganándose una mirada inquisidora de Eska que lo hizo avergonzar. - E-es un placer conocerla, señora, ¡yo también soy maestro agua!-

- Ah bien, pues debes estar feliz de estar aquí, ¿no?-

- B-bueno señora, s-si pero no a la vez...me hubiera gustado venir en otras circunstancias.-

- ¿Quienes los atacaron?- preguntó Eska a Chieko.

- Los Dai Li...seguro mandados por mi tío Qiang. A dónde vaya, él ataca. Por eso no planeo quedarme aquí mucho tiempo, solo quiero asegurarme de que ustedes pueden cuidar de estos niños hasta que recuperemos el Templo Aire del Sur.-

- Por supuesto que sí, Chieko, pueden quedarse aquí sin problemas.-

- Gracias, jefa Eska, gracias.-

- ¿Quieren pasar al palacio para una cena? Deben estar hambrientos, niños.-

Los niños asintieron y Chieko también, lo que hizo reír a Yuiuk. Eska los guió hasta el palacio. En el camino, el Avatar no pudo evitar fascinarse con la estructura de la Tribu Agua del Sur. A diferencia de la Tribu Norte, era mucho más moderna y avanzada, además de grande. Le faltaba lo tradicional de la Tribu Norte, pero aún así era hermosa. Se notaba que estaba en un mejor momento que su contraparte, mucho más estable económicamente. Lo que más le llamó la atención, fue la enorme estatua de Korra que había en la plaza principal. Estaba hecha de hielo y era un calco de la morena. Sonrió al verla y no pudo evitar pensar que en el futuro ella misma tendría una escultura propia en Zaofu.

La Leyenda de ChiekoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora