‹†› XXVIII

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Kyle sabía qué hacer, bueno, creía saberlo. Después de la plática con Shelley, hizo un plan de terapia especializado para Eric con ​reglas tan diferentes, reconstruidas específicamente para él, que debía ser infalible.

Pensó en dejar el calendario en lo que quedaba de mes, pero cuando volvió a ver a Eric vomitar sangre, le dijo que era mejor quitar el calendario.

Analizo todas las variantes, las tangentes, las consignas, les busco respuestas y ahora tenía un método con el nombre de Eric.

Necesitaba que Eric entendiera que su obesidad ahora era solo un mal pensamiento que se calaba en su interior. Necesitaba cambiar todo rastro negativo que la anorexia dejó, tal vez hacerlo enfrentar y superar sus miedos e inseguridades ayudará. Debía darle mecanismos de afrontamiento sanos. En síntesis, debía ayudarlo; salvarlo.

Rememoró sus notas y archivos mentales, la palabra «espejo» y «báscula» lo estancan hasta que piensa en la posibilidad de que sea algo tangible y no un sinónimo a un miedo. ¿Podría ser la opción de que ocultara básculas una opción válida? Si era así, debía quitárselas si eran un detonante.

Buscar apoyo profesional no era una opción si Eric no lo quería, sentía que lo forzó demasiado con el calendario y si él también tuviera un TCA, le daría vergüenza admitirlo. Pero sí podía establecer una rutina de comidas de tres comidas: un desayuno ligero a las seis de la mañana, un bocadillo de por medio a las nueve de la mañana, una comida abundante a las tres de la tarde, un bocadillo ligero a las cinco de la tarde y una cena ligera a las siete de la tarde para que a las ocho él descansara (si se ponía a pensarlo, parecía reemplazar el lugar de su madre y lo estaba tratando como a un niño de diez años). Si la báscula, el ejercicio y el espejo eran un desencadenante, eliminarlos era lo mejor. También debía advertirle a los chicos de hacer comentarios insensibles (algo difícil porque eran unos cabrones). Podía apoyarlo, debía hacerlo, era su deber y misión y a ese punto Kyle podía emular una terapia cognitivo-conductual por sí solo e incluso merecería un premio de psiquiatría.

Con eso en mente se lo dice a Eric cuando ambos regresan de la escuela. Kyle había acompañado a Eric de regreso a la casa y fueron a dejar sus mochilas a la habitación y para cuando ambos bajan a la sala, Kyle le habla de unos cuantos «cambios que harían juntos para sanar». Cartman se ve indispuesto, pero también deseoso; la inmanencia propia de Eric Theodore Cartman logra hacer que él, después de pensarlo y meditarlo por un par de horas, acepte con una determinación no vista en tiempo.

Es difícil —claro que lo es—, hacer que Eric reconozca lo de la báscula, pero después de una larga plática con lágrimas propias de un auto infundado miedo al abandono, logra aceptarlo. Kyle lo abraza y Cartman fundiéndose alrededor de su cuerpo como si quisiera convertirse en un manto protector para Eric y él, en desesperación de buscar en qué aferrarse, acepta el fundirse. Se quedan así durante unos largos minutos, donde solo escuchan sus respiraciones: Kyle siente las manos esqueléticas de Eric acariciar con la huella del dedo su espalda por debajo de la tela mientras traza círculos y Eric siente a Kyle jugar con su lacio cabello terracota mientras enrolla pequeños mechones entre sus largos y finos dedos y viendo algunos cabellos desprenderse del cuero cabelludo producto de la falta de nutrientes. Después de varios minutos se separan y Eric toma la mano de Kyle con cuidado (¿cuidado de lastimar a Kyle o cuidado de lastimarse a él?), y lo guía a las escaleras.

—Espérame, Eric —indica llevándolo a la sala y sentándolo con tranquilidad en el sillón, a lo que Eric no pone resistencia.

Kyle sube los primeros escalones cuando recuerda que no sabe dónde está esa báscula. Voltea a ver a Eric en busca de que él le indique dónde están, pero él desvía la vista a la televisión que reproduce una telenovela mexicana y sus labios se adhieren el uno al otro. Kyle se resigna al conocimiento de que él no le diría nada y sube al cuarto de Eric cerrando la puerta y ahí lo ve: un espejo de cuerpo completo colgado vacilantemente en la puerta. Se muerde el labio y con cuidado lo descuelga, dejándolo en la cama. Nunca lo había visto, debía ser por eso que Cartman no solía cerrar la puerta cuando solían ir a su casa, o tal vez fue imbécil y no le dio importancia. Revisa debajo de la cama y la saca: una báscula de baño vieja.

New Person Same Old Mistakes [KYMAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora