Oh, dulce mañana. Es el primer día de clases para Gumball. Que emoción.
Mayordomo de Mantequilla dio un grito desde la planta baja notándose su emergencia en la voz.— ¡Príncipe! ¡Levántese! ¡O llegará tarde a su primer día de clases! – esperó unos diez minutos sin recibir respuesta... finalmente se rindió y subió.
En la puerta resonó los pequeños toques que daba Mayordomo de mantequilla — ¿Príncipe? ¿Está usted despierto? – Entró con cautela, como si no quisiera causar revuelo.
Lo primero que se encontró fue al príncipe Gumball con solo ropa interior y revuelto en sus sabanas. Fue una imagen graciosa.
Mayordomo de mantequilla se acercó y lo movió suavemente, el príncipe no despertaba.
Entonces lo movió bruscamente, pero aún no despertaba. Repitió este acto un par de veces más, sin ninguna respuesta.No le quedó más opción, el príncipe tenía el sueño pesado... tuvo que hacer algo que al príncipe no le iba a agradar. Ya lo había hecho algunas veces... Y sabía que lo odiaba.
Se a cercó a su rostro.
Muy cerca.
Entonces simplemente...
— ¡Príncipe despierte! – El príncipe despertó sobresaltado por el grito que acababan de darle. Casi se cae de la cama.
Mayordomo de Mantequilla retrocedió unos pasos.— ¿Qué ocurre Butler?
—Príncipe, tiene que llegar temprano al internado. Tiene que estar ahí para instalarse a las siete de la mañana... ¡¿Ya vio qué hora es?! – el príncipe volteo a ver el reloj encima de la cabecera de la cama.
—Jod...– por poco y le salía de la boca decir una palabrota, pero Mayordomo de mantequilla estaba ahí, y no se le permitía usar ese vocabulario en el castillo.
《Gumball》
Estaba muy despierto, ya que Butler me gritó en la cara.
Cómo odiaba cuando hacía eso, ¡¿qué a caso no se lo dejé muy claro ya?!Hoy es mi primer día de escuela, y no acostumbro llegar tarde. Tengo que cargar todo a mi habitación nueva, además.
Pero 'gracias' a que ayer estaba haciendo mis maletas me dormí demasiado tarde (Tres con cincuenta de la mañana)
Miré el reloj y eran las seis con cuarenta, faltaban diez minutos para que se instalaran los nuevos... O sea, yo.Me levanté como rayo de la cama, y fui a tomar una ducha...
Cabe decir, que en toda mi vida, no había hecho tantas acciones, tan rápidas, en un lugar tan pequeño. ¡Fue la ducha más rápida y -contrario a relajante, que es lo que necesito- estresante que he tomado!Tomé para vestir lo primero que vi, y en solo siete minutos ya estaba listo. Butler se había ido a la planta baja.
Ni siquiera supe cuando, pero está bien, sólo espero que no me haya visto correr por la habitación como loco. Y desnudo.Faltaban tres minutos para que los nuevos terminaran de instalarse en el internado...
《Qué bien que no queda muy lejos.》
Llamé a Lord Monochromicorn, y le pedí un favor a mi dulce mayordomo: —Butler, ¿serías tan amable de llevar el resto de mi equipaje al internado más tarde? – Butler solo asintió, y se retiró.
Yo tomé lo necesario: mochila, las cosas que necesito en las clases, algo de ropa, entre otras cosas.
Subí a Lord Monochromicorn y con voz gruesa y demandante grité: —Lord Monochromicorn, ¡Al internado!Llegué a la universidad, a las siete en punto. No habia tiempo que perder, fui a la oficina del director casi volando.
Toqué la puerta suavemente sin tratar de llamar la atención. Lo que menos quería en el primer día era quedar mal con el director, el más importante en la escuela.
—Pase.– se oyó decir desde el otro lado de la puerta.
—Buenos días, señor. Soy...– me interrumpió.
—Sé quién eres, el príncipe Gumball... ¿no?
—Efectivamente, solo vine a preguntar, si es tan amable de decirme dónde es mi habitación y cuál es mi horario.– levantó la mirada, proporcionandome una dósis extrema de molestia. No quité la mirada para nada, no le iba permitir intimidarme así. ¿Quién de cree que es?
Luego de darme esa linda respuesta, buscó entre los tantos papeles que tenía en el escritorio y extendió una hoja, junto con ella unas llaves que tenían grabados el número de mi dormitorio.
La llave era dorada, con un llavero que decía: "Bienvenido a la academia del dulce reino" y el número ciento diecisiete.
En la hoja decía que las clases empezaban a las ocho de la mañana, así que tenía tiempo.
Fui caminando por la universidad buscando mi habitación. Había muchos edificios, y para adivinar cuál es el de los dormitorios, será un día largo y cansado.
Ví la llave, inspeccionándola minuciosamente. El llavero era lindo, el dorado le daba un toque eleg-
《Qué bien... Nótese mi sarcasmo.》
Había tropezado con un chico... Al parecer era vampiro. Imposible no notarlo.
Tenía el iris de los ojos rojo claro, unos colmillos no muy largos, y su piel opaca, como si le faltara ese toque vivo; una camisa roja de cuadros y unos jeans azul fuerte, tenía una sombrilla que lo cubría del sol, además de que estaba con el Príncipe flama, comiendo una fresa.
—Discúlpeme. – bajé la cabeza. Por la vergüenza mi rostro se llenó de un color rojo rápidamente. No quiero tener problemas, y este chico tiene ese típico aspecto de que va a volver tu vida un desastre.
—No te preocupes...– me tomó con delicadeza de la barbilla, y me alzó la vista.– Está bien, solo fue un accidente ¿cierto?, nada grave.– sus ojos tenían un toque de dulzura, y su voz sonaba rasposa.
—Igualmente lo lamento, no me fijé por donde iba.– quité mi cabeza de su mano rápidamente. No quiero tener nada que ver con este tipo. Su expresión mostró asombro, y yo lo único que hice fue sonreirle amablemente. – ¿Disculpa? Quisiera saber si usted sabe dónde está la habitación número ciento diecisiete?
— ¿Ciento diecisiete? ¿Te tocó ahí?... Claro que lo sé.
— ¿Dónde? ¿Sabe con qué compañero me tocó? – dije curioso y entusiasmado.
—Con este chicuelo...– Sonrió haciendo ademanes apuntándose a él mismo con arrogancia.
Pude ver sus colmillos. Y ahí fue cuando sentí que realmente me desmayaría.
Pensar en estar en la misma habitación que él... Con un vampiro... ¡que además come fresas! ¡Yo estoy hecho de fresa! ¡Soy una fresa, prácticamente!《Oh Glob, ¿por qué me odias?》
—Oh, vaya, qué linda sorpresa...– hice una sonrisa que no me nació ciertamente mirando a otro lado para evitar que viera la cara de disgusto que obviamente tendría.
—Tranquilo, no muerdo...– mencionó con voz vacilante relamiéndose los colmillos, como si un perro mordiera, gruñendo un poco. Que chulo que se creía.
— ¿Me podría enseñar, por favor, dónde es?
—Obviamente, dulzura.– hizo una sonrisa y me puso su brazo derecho sobre los hombros.
—Oye flamita... Iré con mi compañero a la habitación...– volteó a verme inocentemente, sonriendo como si de algo emocionante se tratara.
No me gusta su manera de tratarme, tiene demasiada confianza... Eso no me ayuda... En nada.
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Dulce Sangre -PAUSADA/EDITANDO-
RomanceEn la universidad en donde asiste -más que estudiar- el Rey de los vampiros: Marshall Lee, resulta que transfieren al príncipe del reino más reconocido -el dulce reino, en donde todo está hecho de caramelos y todo parece ser felicidad...-: El Prínci...