El celular sonó a las tres con treinta y tres minutos de la mañana, la maldita hora del diablo; definitivamente, no era una buena señal. ¿A quién engaño? una llamada a cualquier hora de la madrugada nunca traía buenas noticias.
—¿De verdad irás? ¿No hay nadie más? —preguntó Alejandra, mi esposa. Estaba adormilada y mantenía los ojos entre abiertos, tratando que esquivar la luz de la lámpara en mi mesa de noche.
—De seguro si hay alguien más, pero fui el único que contestó —mascullé, poniéndome el uniforme—. Es en el Junquito.
Alejandra se apoyó sobre sus codos, ya tenía los ojos bien abiertos, de hecho, un poco malhumorados.
—No es tu zona, no te corresponde ir —murmuró—. ¿Ira alguien más contigo?
—Andrés Rosales ya va en camino.
—¿Y no basta con él y Martínez? ¿Tan grave es?
Resoplé, sentándome a su lado en la cama para atarme las botas. Ella, quien me conocía como la palma de su mano, interpretó mi silencio a la perfección y agregó:
—Martínez no irá, ¿cierto?
—Ya sabes como es.
Alejandra se recostó de nuevo en la cama, dejando escapar uno de sus típicos suspiros de frustración. Pasó las manos por su frente, hasta llegar a su cabello.
—No merece ser jefe —susurró.
—Tú lo sabes, yo lo sé, medio departamento lo sabe, pero, ¿cómo se hace? A los superiores les importa más que el cargo lo ocupe alguien que pueda aceptar sobornos, que alguien que de verdad haga su trabajo.
Alejandra acarició mi espalda y resopló.
—Prométeme que te cuidaras.
Me giré, tomé la mano que me acariciaba y deposité un cálido beso en ella.
—Es un asesinato, aparentemente pasional; nada peligroso. Volveré antes de que despiertes.
Ella sonrió levemente satisfecha con mi respuesta. Le di un beso de despedida en los labios y deposité otro en su vientre; el bebé pateó casi como si supiera que su padre se iba.
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El ánima del Junquito | ONC2024 | #PGP2024
Mystère / ThrillerCamila se encuentra en el punto más decadente de su vida. Al terminar su matrimonio, atravesar la muerte de sus padres y caer en la bancarrota, su única esperanza recae en vender la hacienda familiar, el hogar del último pariente que le queda con vi...