CAPÍTULO 11

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CAPÍTULO 10

¡¿09A?!

Todo te sale mal amiga.

Lo único que pedí fue no volar al lado de la ventanilla, y me habían puesto de lleno al lado de la ventana. Por no decir que estaba en la parte delantera del avión, así que si se caía... Adiós Lena.

Respiré profundamente y empecé a buscar mi asiento. Si tuviera un poco de suerte, podría negociar el sitio del pasillo. Repasé mentalmente mis facultades de negociante —nulas —, y me dispuse a empezar con mi discurso de persuasión.

—Buenos días — no para mí sin duda, eran las 7 —. Estaba pensando en si le importaría cambiarme de sitio, ya sabe, es mi primera vez en un avión — lo cual era totalmente mentira —, y no querría marearme en la ventana. Además de que en mi asiento será más fácil que te salves en caso de accidente.

—No sé que estarás estudiando, pero espero que no sea necesario negociar. Más bien hablar. De ser así, suerte viviendo debajo del puente.

Cole

—Vete a la mierda, Cole.

—Voy.

Sorprendentemente, siguió con su camino hacia la parte trasera del avión. Al menos él moriría aún más rápido que yo en accidente.

La persona del asiento del pasillo resultó ser un anciano muy amable que me cedió su sitio fácilmente.

Nada más sentarme, me quedé dormida, a pesar de que el vuelo solo duraba una hora. No quería pasar por el pánico de caerme al medio del mar. Además, no había dormido nada esa noche, ni siquiera la anterior.

***

—Creo que es por ahí.

—No creo.

Un Cole con gorra y un mapa de 2 metros en la cara se giró a mí con expresión de niño picado.

—Hazme caso.

Mágicamente, al dar una curva nuestro hotel apareció en frente.

—Vale, soy el mejor.

—Que no se te suba la cabeza.

Con un bufido, Jenifer, mi secretaria, nos abrió la puerta. Según ella, la casa era un dúplex. Una mitad iba dirigida a mí y Jude y la otra al esclavo y su secretario. Entré y cerré la puerta tras de mí.

—Genial. Me caes bien, Jenna.

—Es Jane —Aunque intentó ser amable, se notaba en su expresión que estaba un poco harta de mí.

Subí a mi habitación y me quedé maravillada ante la imagen. Me habían asignado una habitación gigante decorada al estilo Mamma Mia, con un ventanal y un balcón con forma de semicírculo, con vistas al mar. El cuarto disponía de un baño propio, vestidor, escritorio y todo lo que podía pedir.

Revisé mi teléfono y tenía un correo electrónico que me avisaba de que a las cinco de la tarde teníamos una reunión en las oficinas.

17:00 - 9:00 = 8 horas de descanso. Genial.

***

Me senté en el sitio libre que quedaba en la mesa del restaurante. Tras la reunión habíamos decidido cenar todos juntos para estrechar lazos, o algo así. Janin se puso al lado mío.

—Señorita Lena —empezó a decir en cuanto vio que ya había decidido lo que tomaría y que me estaba dedicando únicamente a matar con la mirada a Cole, que se había puesto al frente —, le he preparado el calendario con un mapa para que pueda moverse por la ciudad fácilmente. Las oficinas están a la derecha y...

Jane se calló al ver que el camarero venía a tomar orden.

—¿Saben ya lo que van a cenar?

Cole fue el primero en cortar el silencio apuntando lo que tomaría.

—Sí, yo tomaré unos nachos extra picantes con chile habanero.

Hice una mueca de asco sin disimulo. Al verme, Cole enarcó las cejas en un gesto curioso.

—¿Pasa algo?

—No sé cómo puedes comerte eso. El picante es odioso —en serio, lo odiaba. Por no mencionar que si era excesivamente picante, mi lengua se hinchaba y me daba algún tipo de reacción alérgica rara.

—Tú también eres odiosa y...

Un fuerte carraspeo del camarero interrumpió lo que fuera a decir. Los demás empezaron a pedir sus platos uno por uno, yo pedí una ensalada césar, la mejor comida del mundo.

Mientras esperábamos a la cena me enfrasqué en una conversación de lo más interesante con Jane y un tal Elián, que me había caído muy bien en la reunión. Tanto que para cuando nos dimos cuenta, todos los platos estaban ya en la mesa.

—Que aproveche —ese era ....¿Lin? No sé, el esclavo del esclavo.

La mesa se sumió en un silencio cómodo, la comida estaba buenísima. La ensalada césar era, con diferencia, mi comida favorita. Todos siempre la rechazaban, como hacían con todas las ensaladas —en serio, las ensaladas están infravaloradas —pero a mí siempre me habían encantado.

Me metí otro bocado y noté una textura que no tenía que ver con la del pollo, queso, lechuga y pan de siempre. No le dí importancia hasta que mi lengua empezó a arder como el mismísimo infierno y toda la boca me escoció como nunca. Noté como algunos sarpullidos salían en mi lengua y como se hinchaba, casi ahogándome.

Espera, espera, espera. Chile habanero. Pero, ¿Cómo? si mi ensalada no tenía nada... Abrí los ojos como platos.

Cole Makris

—Lena, ¿Todo bien? —Creo que fue Jane la que preguntó, no sé. Había empezado a ver borroso y mis oídos se habían taponado.

En los siguientes segundos intenté con todas mis fuerzas correr hacia el lavabo lo más rápido que pude para terminar de expulsar todo lo ingerido las últimas horas. Iba a matarlo, sus "bromas inofensivas" estaban llegando demasiado lejos. Había pasado de robarme un boli de vez en cuando para picarme, a provocarme una puta reacción alérgica. A este punto ya no sabía si era tonto de verdad o alguien le pagaba para que lo fuera.

Que, he de decir, lo que él llamaba "bromita inofensiva" era de esas bromas en las que veías tu vida pasar por delante. No me hacía ni un poco de gracia, de esa no se libraba. Él sabía perfectamente lo mucho que odiaba el picante, se lo había dicho literalmente minutos antes.

Empecé a ver oscuro y parpadear lento al mismo tiempo que mi cuerpo se desestabilizaba. Recuerdo haber escuchado unos pasos y unas manos grandes sujetándome —supongo que para evitar la caída —antes de caer en la inconsciencia.

***

ig: nago222_

Amor de Aguas GriegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora