Con diez años muchos decían debería estar interesándome en las niñas, pero para desgracia de mi padre fue lo contrario. Justo eso desató demasiadas discusiones entre mis padres, escuchaba a menudo sus gritos y objetos cayendo al suelo. Veía a mi madre con golpes en su cuerpo que tenía que cubrir con ropa y maquillaje. Incluso ni yo me salve de algunos golpes, y no solo de mi padre. Pues mi madre, la misma que antes me había consentido y mimado, ahora se sentía en desagrado conmigo y se aliviaba solo cuándo me veía sangrar.
Lo único bueno era que ya no me sentía tan solo. Formé una amistad con Félix desde que llegó aquella vez a mi casa, a pesar de ser mayor que yo congeniábamos muy bien. Incluso fue por él que me di cuenta que las chicas no me atraían en absoluto, pues mi joven e inexperto corazón le pertenecía.
En la escuela mis calificaciones no eran excelentes pero tampoco terribles. Un día después de la escuela llegué a casa y noté vidrios quebrados por todas partes. Caminé con rapidez a la cocina y noté a mi mamá tendida en el suelo con una botella en la mano y a Félix a su lado. De inmediato me acerqué.
—¿Está muerta?— Félix me miró y frunció el ceño.
—No— iba a tocarla cuándo él me detuvo— Solo está ebria. Llegué antes que salieras de la escuela, y tu madre es muy ruidosa cuándo cocina así que cómo no escuché ningún ruido entré de inmediato y la vi con la botella en la mano.
—Pero ella nunca bebe ¿Sabes que pasó?— negó.
—Supongo que discutió de nuevo con tu padre pero esta vez debió ser más fuerte.
Después de llevar a mi madre a su habitación y recostarla en la cama, me senté en el sillón junto a Félix y miramos la televisión por un largo rato hasta que después de mucho decidió hablar.
—No te asustes mucho— me habló con su voz suave cómo lo hacía cuándo quería tranquilizarme— A veces los adultos beben.
—¿Tu madre lo hace?— yo sabía que no, pero al querer tranquilizarme mintió.
—Algunas veces— sonrió— Pero ahora debes hacer tu tarea, mocoso— le sonreí también y obedecí.
Al día siguiente me enteré que mi padre se había ido de la casa. Mi madre me echó la culpa, dijo que él se había cansado de tener un hijo marica. En ese momento lo creí, y me odié a mi mismo. Félix me dijo que alejara esos sentimientos, que los adultos eran los únicos responsables de sus problemas y que yo no tenía por qué cambiar quien soy. Incluso me confesó que él era igual a mí. De nuevo estaba agradecido, era el único que me entendía y estaba para mí.
Tiempo después me enteré que la verdadera razón por la que mi padre nos dejó fue porque tenía otra familia, y aparentemente yo tenía una hermana tres años menor que yo. Al principio no quise ver a mi padre ni él tampoco a mí, pero cuándo los meses pasaron me buscó y trató de hacer las pases conmigo, estúpidamente lo perdoné. Ahora me quedaba a dormir en su casa cada domingo y regresaba con mi madre cada lunes después de la escuela. Me emocionó conocer a mi pequeña hermana y llevarme bien con ella pero mis expectativas se fueron por la borda cuándo ella me dijo que no la molestara para nada y que no tratara de quitarle a su papá.
Ese día lloré mucho, y de nuevo Félix estuvo conmigo. Me consoló y dijo que esa niña tonta ya aprendería que las cosas malas se regresan.
Tenía catorce años cuándo por fin decidí confesarle a Félix mis sentimientos. Estábamos sentados en la banca de un parque admirando el atardecer, entonces lo miré y me armé de valor.
—Hay algo que quiero decirte— posó su mirada en mí, y con eso mis nervios aumentaron.
—¿Qué pasa?— sentía mi corazón latir con fuerza que quizás hasta él podría escucharlo.
—M-me… estoy— no podía, seguramente me veía patético en estos momentos— Ahg, esto es tan difícil. No sé cómo lo hacen en las películas.
—Quizás porque están actuando— noté su risa y rodé los ojos.
—Esto es enserio, Félix tú me gus— me interrumpió antes de poder terminar la oración.
—No lo digas— noté su preocupación— Sabes que no se puede.
—¿Por qué no? Si se puede, nosotros podemos..— de nuevo fui interrumpido.
—Soy mayor que tú, y eres un adolescente. No estás enamorado de mi, solo lo crees pero no es así.
—No puedes hablar por mí— sentía mi corazón latir con fuerza pero esta vez era de dolor por el rechazo.
—Tienes catorce años, a tu edad yo me enamoraba de cada celebridad que veía en la tele. Lo mismo harás tú.
Escuché mi corazón hacerse trizas, me pareció que Félix dijo unas palabras más pero no lo escuché. Solo me levanté del lugar y me fui con el corazón desecho.
Pasaron dos semanas desde que había confesado mis sentimientos a Félix, y en todo ese tiempo jamás se volvió a aparecer por mi casa. Quizás no debía haberle hablado sobre cómo me sentía. La escuela era normal para mí, sin hablar con nadie y solo entregando mis tareas. Evitaba al máximo hablar con alguien que ya no estuviera vivo, solo los ignoraba. No quería más burlas por parte de nadie. A pesar de que no me decían cosas directamente, yo sabía que hablaban sobre mí, porque ellos no eran discretos. Pero eso no importaba, lo único que me dolía era que Félix no estaba conmigo cómo siempre, y ni siquiera sabía si lo volvería a ver.
De camino a casa iba con mis pensamientos por las nubes cuándo alguien me detuvo.
—Hola precioso— volteé en dirección a la persona, y pude ver a un hombre con vestimenta elegante y un rostro como actor de cine— ¿Qué haces caminando solo a esta hora?.
—Voy de regreso a casa— noté su mirada intensa sobre mí, estaba cargado en tanta lujuria que por primera vez me sentí deseado.
—Podría invitarte un helado ¿Quieres?— había visto demasiadas películas con Félix para saber que en estos momentos debería haber corrido lo más rápido y buscar ayuda. Pero mi cerebro en estos momentos no sintió la señal de alarma.
Así que asentí. Él sonrió y me tomó del brazo guiándome hasta su lujoso auto. Jamás me había subido a alguno así, y probablemente no tendría otra oportunidad así que lo aproveché.
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Como un diente de león• ❀ Changlix ❀
Духовная литератураEs tan extraño y fascinante cómo una persona puede volver a tu mente con tan solo un aroma, una canción o incluso con un diente de león. Sucede solamente cuando encuentras a alguien muy especial, y así mismo era Lee Felix para mí. Porque ahora, cada...
