❀ Capitulo nueve

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Después de que Christine calmó a su madre y la llevó a su habitación, me guió hasta una habitación al fondo. Al entrar en esta, supe que era la habitación de Félix. Era tan parecida a él: demasiados libros por todos lados y la ropa estaba regada por la cama y por el suelo. Toda la habitación era un desastre. 

—Así la dejó el último día que estuvo aquí—la escuché con atención—. Mi madre no quiso mover nada de su lugar—suspiró—. La hace sentirse como si él estuviera aquí. 

Quería decirle que así era, pero sabía que no sería apropiado. Así que solo asentí y guardé silencio. 

—Esa lonchera que encontraste— se sentó en la cama— la estuve buscando por mucho tiempo. Félix escribió una lista llena de tonterías que quería que mis padres le compraran cuando entrara a la universidad y la guardó ahí. Un día le hizo una travesura a mi madre y ella le dijo que tiraría todos sus muñecos de caricaturas, así que él los metió dentro de la lonchera y la escondió. Cuando ella se enteró de lo que hizo, lo chantajeó soltando lágrimas y diciendo que los hijos buenos no hacían llorar a sus mamás. Solo se libró de ese castigo cuando le prometió a mi madre que nunca la haría llorar— me sonrió—. Ni siquiera a mí me dijo dónde escondió esto. Así que gracias por encontrarlo. 

—De nada—. Noté que comenzó a llorar silenciosamente, así que me acerqué a ella. Se recargó en mi hombro y se cubrió los ojos con las manos. 

—No llores, no fue tu culpa, Tine—. Félix sabía que ella no podía escucharlo, pero aún así habló acercándose a su lado y comenzó a llorar.

Un rato pasó y, por fin, ella dejó de llorar. Se separó de mí y sorbió la nariz. 

—Lo siento—sollozó—. Por eso evito entrar aquí. Me duele ver su habitación vacía. 

—Sé que quizás ya te debieron decir muchas veces esto, pero Félix está en un lugar mejor—mentí; tenía que hacerlo. Era horrible verla lamentarse—. A él no le gustaría verte triste, él querría ver a la Tine feliz que seguramente fuiste.
 
Paró su llanto de golpe y se limpió los ojos. Frunció el ceño y me miró. 

—¿Cómo me llamaste?—me di cuenta de mi error.
 
—¿Qué?—no sabía qué hacer, no sabía qué decirle para arreglar esto. 

—No te dije mi nombre. Y solo había una persona en todo el mundo que me decía cómo lo acabas de hacer—palidecí. 

No había absolutamente nada que pudiera decir para arreglar esto. Así que solo me levanté y salí corriendo; no supe si olvidé algo, simplemente corrí. Cuando llegué a casa, no tuve ganas de cenar. Simplemente me fui a la cama. Sentí a Félix a mi lado.

—Perdón por hacerte pasar por esto— me abrazó.
 
—No te preocupes— suspiré—. ¿Qué haremos? Es obvio que la lonchera no era tu asunto pendiente.

—No se me ocurre nada más— de repente, una idea vino a mi cabeza. 

—¿No será que querías besar a alguien y ya no pudiste?— se alejó de mi lado y se sentó mirándome. 

—¿Estás hablando en serio?— miré a otro lado—. Nadie me gustaba cuando morí. 

—Dijiste que te enamorabas todo el tiempo— lo dije sin pensarlo. 

—De celebridades, Changbin— su voz era tensa—. No me des la espalda. ¡Mírame! 

Lo hice. Lo miré y noté sus ojos puestos sobre mí. Mordí mi labio inferior tratando de reprimir los celos que sentía al imaginarlo enamorado de alguien más, al imaginarme sus labios sobre los de un tipo cualquiera. 

Tenía la mente tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta de cuándo se acercó a mí. Se inclinó y me besó. De nuevo sentía esa agradable sensación de sus labios unidos a los míos. Cuando nos separamos, noté su mirada triste.

—Me enamoré y di mi primer beso después de morir— lágrimas cayeron por sus mejillas—. Cuando me confesaste tus sentimientos, quise decirte que te correspondía. ¿Pero cómo iba a decírtelo si yo ya había muerto? Por eso me alejé de ti unos días. No había sentido tan injusta mi muerte hasta ese día. Porque jamás podré estar con el chico con el que quisiera envejecer. 

Sentí de nuevo ese nudo en mi garganta. Jamás deseé algo con tanta fuerza como poder tocar a Félix, y ahora que por fin sabía lo que se sentía, me di cuenta de que sería cien veces más difícil dejar de hacerlo. 

Me acerqué de nuevo a él y lo besé tan profundamente. Comencé a pasar mis manos por toda su cintura hasta tocarlo por debajo de su camisa; ambos jadeábamos mientras nuestras entrepiernas se rozaban. Estaba a punto de levantar por completo su playera cuando se alejó.

—No podemos— no comprendí por qué se detuvo—. No te robaré tu primera vez, Changbin. 

—Por favor— supliqué—. Te necesito... quiero que seas tú.

Noté cómo sus ojos lagrimaban y los míos igual. 

—No quiero... no quiero a nadie más que a ti— las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas. Él se acercó a mí y me abrazó, escondiendo su cabeza en mi cuello. 

—Diría que deseo no haber muerto, pero de nada serviría. Soy ocho años mayor que tú. No es correcto. 

—No me importaría, estaría contigo aún así— lo escuché sollozar y me abrazó más fuerte. 

—Espero que encuentres a alguien tan maravilloso como tú— sus palabras me quemaron como jamás creí posible. No podía, no me imaginaba con nadie más que no fuera él. 

—No digas esas cosas— lo tomé de los hombros y lo alejé un poco de mí para tener sus ojos frente a los míos— Te amo. 

Jamás dije esas palabras porque hasta ahora nunca las sentí. Cuando era más joven, creí que la persona a la que se lo diría estaría para siempre conmigo, pero resultó que la persona que se robó mi corazón jamás estuvo conmigo. Porque murió antes de poder conocerlo.

—Abrázame— obedecí, siempre lo haría. Estar entre sus brazos era la mejor experiencia que había sentido. 

No sabía cómo haría para seguir sin él, para levantarme todas las mañanas sin su presencia a mi lado. Sin esas palabras y sin esas bromas de su parte, tan típicas de él. No sabía cómo lo haría, pero, sin duda, el proceso sería terriblemente difícil.









————————————<3

Helloooooooo.

Por fin, después de un largo tiempo pude continuar con el capítulo que me había dado problemas por el tema de ser "explicito". Pero ya está todo bien, así que estaré actualizando todos los días:).

Besos en sus colas<3

Como un diente de león•  ❀ Changlix ❀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora