Las quejas de mi “inusual comportamiento” llegaron a oídos de mi padre y no quiso seguir haciendo caso omiso. Así que en contra de mi voluntad comencé a tomar terapia. La psicóloga Erika era muy amable pero cómo todos, a excepción de Félix, no me creía nada de lo que le decía. Pero igual no necesitaba que me creyera, solo quería que mi padre supiera que la terapia no servía en mí y dejará de obligarme a asistir.
—Creí que los chicos guapos no hacían pucheros como bebés— suspiré y reí.
—Oh, cállate. Tú lo haces todo el tiempo— se señalo a si mismo e hizo un puchero. Ambos reímos.
—¿En qué piensas?— me miró curioso.
—Sólo quisiera que todo fuera más sencillo— me tembló la voz— Quisiera que tú..— no solté las palabras, se quedaron en la punta de mi lengua. Porque sabía que lo lastimaría.
—Lo siento— bajó la cabeza. Negué.
—¿Mi mamá sigue durmiendo?— intenté cambiar la conversación. Él asintió.
—Creo que ayer bebió más de la cuenta.
Así eran las cosas ahora. Mi madre se había vuelto una alcohólica, al mismo tiempo que se volvió una extraña. Ya casi nunca hablábamos y en verdad me hacía tanta falta.
Por la tarde me encontraba en el consultorio con Erika. Ella tomaba nota de todo lo que decía, la verdad no sabía para qué. Al final de cuentas no creía nada de lo que salía de mi boca.
—Así que cuéntame ¿Qué hiciste esta mañana?— sabía que sería más sencillo mentirle pero de igual forma no me afectaba contarle la verdad. Después de todo ella por ética no podía decir nada de lo que aquí se decía.
—Me desperté, vi a mi madre dormida con tres botellas a su lado. Desayuné, pensé hasta cuándo mi padre me obligaría a seguir tomando esta consulta. Y también platiqué un rato con Felix mientras veíamos televisión.
Se quitó los lentes al mismo tiempo que dejaba su libreta en el escritorio y suspiraba.
—Ya hemos hablado de esto— miré en dirección contraria a ella.—No funcionará si tú no convences a tu cerebro que eso no es real.
Y ahí estaba de nuevo sin creerme.
—No voy a mentir.
—Changbin— lucía preocupada— Tu cerebro creó esas alucinaciones en una desesperación por no sentirte solo.
—Eso es absurdo, ya le he dicho cientos de veces que cuándo lo conocí mis padres aún seguían juntos.
—Pero discutían a menudo— rodé los ojos.
—Nunca lo había visto hasta ese día.
—Eras un niño de ocho años— me recargue en el asiento, listo para lo que venía— La noticia salió en todos los medios, pudiste enterarte pero tu cerebro lo ignora. Lee Felix era un adolescente de dieciséis años cuándo falleció.
—Está justo al lado de usted— inmediatamente volteó y yo comencé a reír.
Ella me lanzó una mirada indignada.
—Le he dicho a tu padre que esto no funcionará si tú no pones de tu parte.
—Pues dígaselo de nuevo— sonreí levantándome— Nos vemos la próxima semana, doctora.
Ella asintió y entonces salí del consultorio. Llegué a casa y me tiré en el sillón.
—¿Fue cansado?— suspiré.
—Igual que siempre— me acomodé para darle lugar a mi lado y miramos la televisión.
—Mañana es tu cumpleaños— lo miré y me encogí de hombros.
—Tenemos que hacer algo, tonto— pestañee rápido.
—¿Qué sugieres?— sonrió mientras aplaudía.
—Compremos un pastel— arquee la ceja.
—¿Compremos?— reí— ¿Y de dónde sacarás dinero?.
—¿Crees que no tengo?— dudé.
—¿Lo tienes?.
—Lo cargaras a mi antigua tarjeta— negué.
—¿A caso quieres que me metan preso? Tu madre rastreará la compra y me demandará.
—Tienes quince años, no te van a encerrar.
—Olvídalo— negué repetidas veces— Lo festejaremos mirando televisión.
—Si pudiera te golpearía.
—Y yo te demandaría.
Continuamos mirando la televisión, o al menos lo intenté. Este tema siempre me ponía mal.
Cuándo era más pequeño pensaba que deseaba el juguete que mi madre no quiso comprarme. También pensé que quería la consola de videojuegos que en ese entonces era muy popular. Incluso pensé que necesitaba una mochila nueva a pesar que la mía estaba en buen estado. Pensé que deseaba todo eso. Pero ahora sabía lo que era desear algo con tantas ganas que dolía el no poder tenerlo, y eso era poder tocar a Felix. Anhelaba con toda el alma el poder abrazarlo, poder sentir su calor y el tacto de su suave piel contra la mía. No había nada más que anhelara tanto cómo a Lee Felix.
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Como un diente de león• ❀ Changlix ❀
FanfictionEs tan extraño y fascinante como una persona puede volver a tu mente con tan solo un aroma, una canción o incluso con un diente de león. Sucede solamente cuando encuentras a alguien muy especial, y así mismo era Lee Felix para mí. Porque ahora cada...