Capítulo 12

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El sol comenzaba a despuntar en el horizonte cuando Bastian llegó al apartamento de Valeria para recogerla. A pesar de la temprana hora, Valeria ya estaba lista, con una expresión que combinaba concentración y cansancio, signos de que estaba acostumbrada a horarios impredecibles.

—Buenos días, Valeria —dijo Bastian, con una sonrisa mientras le abría la puerta del coche.

—Buenos días, Bastian. Gracias por venir a buscarme. Espero que no te hayas molestado por tener que levantarte tan temprano.

—Para nada. Estoy feliz de acompañarte al hospital. —Bastian le sonrió mientras arrancaba el motor del coche.

El viaje al hospital fue tranquilo, con la conversación girando en torno a cosas triviales que les ayudaban a despejar la mente antes de entrar en el ambiente exigente del hospital. Al llegar, se despidieron en la entrada principal, y cada uno se dirigió a su piso correspondiente.

Valeria se dirigió rápidamente a la unidad de paritorio, donde encontró a su equipo esperando. La urgencia de la mañana era un parto de emergencia, y todo estaba en marcha para recibir a la paciente. Mientras Valeria y su equipo trabajaban de manera eficiente, el ambiente en la sala era de concentración y control.

El Doctor García llegó a la unidad de paritorio justo cuando el proceso estaba en su punto álgido. A pesar de que Valeria estaba liderando el parto, él se puso a trabajar sin dirigirse a ella ni una sola vez. Su presencia era dominante, y la atmósfera se cargó de tensión. El parto fue complicado, pero finalmente la mujer dio a luz a un bebé sano. Mientras el equipo se apresuraba a estabilizar a la madre y al recién nacido, García se dirigió rápidamente a su siguiente destino, sin siquiera intercambiar palabras con Valeria.

Una vez que el parto estuvo bajo control, Valeria tomó un momento para respirar, consciente de que tenía que reponerse antes de continuar con su jornada. Sin embargo, la situación en el hospital estaba a punto de cambiar drásticamente para Bastian.

El Doctor García se dirigió a la oficina de Mario, el cirujano tutor de Bastian. Mario estaba revisando algunos informes cuando García entró con una expresión grave.

—Mario, necesito hablar contigo. —García cerró la puerta con firmeza y se acomodó en una silla frente al escritorio de Mario.

—Claro, García. ¿Qué sucede? —preguntó Mario, sin levantar la vista de los papeles.

—Es sobre Bastian. Me he enterado de que está cuestionando tu labor como médico y se están esparciendo rumores sobre ti. Dicen que te acuestas con las internas que rotan en esta sección del hospital.

Mario alzó una ceja, sorprendido por la acusación. —Eso es una grave acusación. ¿Cómo sabes eso?

—Es lo que he oído. No puedo permitir que estos rumores y la falta de respeto continúen. —García cruzó los brazos, esperando una reacción.

Mario se quedó en silencio un momento, procesando la información. Finalmente, asintió, su rostro endurecido por la preocupación. —Voy a tener que tomar medidas. No puedo permitir que esto se salga de control.

Mario se levantó y se dirigió a la oficina de Bastian. Lo encontró revisando algunos informes, ajeno a lo que estaba por suceder. Sin decir una palabra, Mario le dio la noticia.

—Bastian, he escuchado algunos comentarios preocupantes sobre ti y tu conducta en el hospital. A partir de ahora, tendrás que hacer una guardia de 24 horas adicionales. No tendrás la oportunidad de verificar estos rumores, y te recomiendo que reflexiones sobre tu comportamiento.

Bastian, atónito, intentó protestar. —Mario, ¿pero qué está pasando? No he hecho nada de lo que me acusen.

—No me interesa escuchar tus explicaciones ahora. Tienes que cumplir con la nueva guardia. —Mario cortó la conversación y se alejó, dejando a Bastian perplejo y frustrado.

Mientras tanto, Valeria estaba esperando a que Bastian se reuniera con ella para irse a casa. Había terminado su turno, pero él aún no aparecía. La impaciencia empezó a hacer mella en ella, pero decidió esperar un poco más.

Finalmente, cuando Valeria vio al Doctor García saliendo del hospital, se acercó a él con una sonrisa cansada. —Doctor García, ¿ha visto a Bastian? Todavía estoy esperando.

García la miró con una sonrisa fría y calculadora. —Lo siento, Valeria, pero si no te vas ahora, tendré que considerar que estás incumpliendo tu horario. Según las reglas, ya has terminado tu turno hace más de dos horas. Si no te vas ahora, tendrás que quedarte en una guardia de 48 horas.

Valeria se quedó paralizada, sorprendida por la amenaza. Miró su reloj y vio que efectivamente había pasado mucho tiempo desde que terminó su turno. Con resignación, recogió sus cosas y se preparó para irse.

—Está bien, Doctor García. Me voy ahora. —Valeria se despidió con un tono de voz que trataba de ocultar su frustración.

García observó cómo se alejaba, disfrutando en silencio del pequeño triunfo de su venganza. Sabía que había puesto en un aprieto a Bastian y Valeria, y aunque su satisfacción era momentánea, le daba un pequeño consuelo en su plan de retaliación.

Con Valeria fuera del hospital y Bastian atrapado en una guardia prolongada sin poder avisarle, el día se deslizaba hacia la noche, dejando a ambos inmersos en la complicidad de una intriga que apenas comenzaba a desvelarse.

Pasiones que matanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora