Después de una larga noche en la fiesta de Dereck, Bastian y Valeria regresaron al apartamento de ella para descansar. La fiesta había sido animada, pero el cansancio acumulado a lo largo de la semana se había hecho sentir. El apartamento de Valeria era acogedor, con una decoración sencilla pero elegante. El sofá, con sus cojines mullidos y una manta en el respaldo, prometía una noche tranquila. Mientras Valeria se acomodaba en el sofá, Bastian se dirigió a la cocina para preparar algo de beber.
—¿Quieres algo? —preguntó Bastian, asomando la cabeza por la puerta de la cocina.
Valeria sonrió. —Una infusión de hierbas estaría bien. Algo ligero para relajarnos.
Bastian asintió y se puso a calentar agua. Mientras esperaba, miró alrededor del apartamento, notando la estantería llena de libros, las fotos enmarcadas en la pared, y los pequeños detalles que hablaban de la vida de Valeria. Era un espacio que, aunque modesto, tenía carácter y calidez.
Al día siguiente, el sol de la mañana filtraba rayos dorados a través de las ventanas del apartamento. Bastian se despertó temprano, con el plan de preparar un desayuno especial para Valeria. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que su visión de un desayuno casero podría ser ambiciosa. En lugar de eso, decidió ir a comprar algo delicioso para ambos y pasar la mañana tranquilos viendo una película.
Con una sonrisa en el rostro y una bolsa de papel en la mano, Bastian salió a la calle. La mañana estaba fresca, y el aire se sentía revitalizante. Se dirigió al mercado local, donde encontró pan recién horneado, frutas frescas, y una variedad de pasteles. Con todo en la bolsa, regresó al apartamento, donde encontró a Valeria aún envuelta en su manta.
—Buenos días, hermosa —dijo Bastian, mientras entraba con la bolsa de compras.
Valeria se desperezó y se levantó con una sonrisa. —Buenos días. ¿Qué has traído?
—Un pequeño festín. Pensé en que podríamos disfrutar de un brunch mientras vemos algo relajante. —Bastian deshizo la bolsa y extendió los alimentos sobre la mesa.
Después de compartir un rato agradable en el sofá con el brunch y una película, decidieron que el domingo podría ser aún mejor con un almuerzo en un restaurante cercano conocido por sus excelentes platos de carne. La idea les parecía perfecta para completar el día.
Llegaron al restaurante, un lugar acogedor con mesas al aire libre y una decoración rústica. La carne asada y las parrilladas eran su especialidad, y el aroma del lugar les hizo salivar. Mientras estaban a punto de entrar, Bastian y Valeria se encontraron con el Doctor García, quien estaba acompañado por una mujer de cabello oscuro y una presencia segura. La mujer parecía familiar, aunque Valeria no pudo ubicarla de inmediato.
El Doctor García, un hombre de mediana edad con una expresión siempre seria, no apartó la mirada de Bastian ni de Valeria. La incomodidad se hizo palpable cuando sus ojos se cruzaron. Bastian intentó no darle importancia, pero Valeria sintió un nudo en el estómago.
El grupo de García y su acompañante se dirigió a una mesa cercana, y Valeria intentó concentrarse en la carta del restaurante mientras Bastian hacía todo lo posible para mantener la conversación ligera.
—¿Sabías que el Doctor García era muy amigo de Dereck? —comentó Bastian, tratando de distraer a Valeria.
Valeria asintió, aunque la presencia de García y su acompañante seguía siendo incómoda. Cuando llegó el momento del postre, Valeria propuso pedirlo para llevar.
—No quiero quedarme aquí más tiempo del necesario —dijo Valeria con una sonrisa forzada—. ¿Qué te parece si lo llevamos al parque?
Bastian estuvo de acuerdo, y después de recibir el postre para llevar, salieron del restaurante. El parque estaba cerca y ofrecía un aire fresco y relajante. Encontraron un banco bajo un árbol frondoso y se sentaron allí mientras observaban a los niños jugar. La escena era tranquila, y el ambiente del parque contrastaba con el encuentro tenso en el restaurante.
Bastian abrió el recipiente con el postre, un pastel de chocolate con frutas frescas. Compartieron el dulce mientras conversaban sobre cosas triviales y miraban el juego de los niños.
—Me alegra que hayamos venido aquí —dijo Valeria, con un suspiro de alivio—. Esto es justo lo que necesitábamos.
Bastian la miró con ternura. —Sí, es mucho mejor. A veces las cosas no salen como planeamos, pero lo importante es disfrutar el momento.
Ambos se quedaron en el parque un rato más, disfrutando del postre y del ambiente. A medida que el sol empezaba a descender, Valeria y Bastian se levantaron para regresar al apartamento, agradecidos por un domingo que, aunque inesperado, había sido especial de su propia manera.
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Pasiones que matan
Roman d'amourEn un renombrado hospital de la ciudad, Valeria comienza su especialización en ginecología bajo la tutela del reconocido doctor García, un hombre con secretos tan oscuros como su apellido. Aunque su enfoque está en el futuro brillante de su carrera...