La conversación con Bastian había sido profunda, llena de reflexiones y promesas para un futuro. Prometiendo que si el destino nos juntara de nuevo le daría una oportunidad más al factor llamado amor.
En cada cita, volvió el aura que una vez me había enamorado de Bastian. Pero era mejor sanar por separado. El verdadero amar era dejar ir a tu ser amado para que brillara incluso más que el sol.
La relación con Bastian me consumía y no ponía darle el duelo que se merecía mi mama, no pude estar ahí para darle el último adiós.
Al llegar al apartamento y ver la foto familiar que tenía, hacía que se chiquito mi corazón. ¿Por qué el hombre que la atropello no la ayudo? ¿Por qué ella?
Eran las preguntas que me hacía diario, no entendía como ese irresponsable se dio a la huida, no entendía por que la ambulancia había demorado en llegar para atender la urgencia de mi mama.
Me recriminaba por no estar ahí, me sentía culpable de no poder ir cuando mi padre me pidió que fuera. Ella quería despedirse de mí, pero Bastian no me lo permitió, su madre nos había invitado a un evento importante, tacho de mal gusto que no estuviera con ellos.
Sentía ese cargo de conciencia, que no me dejaba dormir. Cerraba los ojos para descansar y la veía a ella, sus hermosos ojos llenos de vida. Su risa, los momentos felices que pasamos juntas.
Los recuerdos iban y venían, de solo ver el color rojo en cualquier cosa me recordaba a ella. Todos los 6 me recordaba a ella. Como si el destino se burlara de mí, encontraba por todos lados la fragancia que ella usaba.
Verme en el espejo, era verla a ella. Era casi innegable el parecido que teníamos. No alcance a cumplir todas las promesas que en algún momento le prometí. Quedarían como promesas vacías.
Había sido estúpida por complacer a Bastian y a su madre en todo, al final ¿Para qué? ¿Nunca sintió ese sentimiento de confianza y de familiaridad?
No habían vueltos los ataques de pánico pero ahora era más fuerte, solo quedaba que mi madre estuviera en un mejor lugar. Que me perdonara todas las veces que la jugué y renegué de mi familia.
Sin ella no sería nada igual, donde quieras que estés por favor cuídame.
Narrador omnisciente
Un ataque de pánico comenzaba en Valeria, la vida nunca era justa. Pero ¿Cuándo la vida era justa con nosotros?
Con esos pensamientos Valeria se dirigió a la cocina, necesitaba algo que le ayudara a despejar su mente. Mientras el agua hervía para él te, se quedó mirando por la ventana, observando las luces de la cuidad a lo lejos. En ese momento, se dio cuenta de lo mucho que había cambiado en tan poco tiempo. Antes, la idea de estar sola la aterrorizaba, pero ahora, empezaba a sentirse como una opción necesaria.
Narra Valeria
De repente, el sonido de su teléfono rompió el silencio. Era un mensaje. Al mirar la pantalla, vio un nombre que no esperaba: García.
Con un nudo en la garganta, Valeria abrió el mensaje:
"Valeria, lamento mucho la perdida de tu madre. No puedo imaginar el dolor que estas sintiendo en estos momentos, pero quiero que sepas que no estás sola. Estoy aquí para apoyarte, y no me quedare de brazos cruzados hasta que se aclare lo que sucedió. Moveré todas mis influencias para llegar al fondo de esto, te lo prometo."
Valeria sintió un calor inesperado en su corazón. García siempre había sido un hombre duro, impenetrable, pero en esas palabras había algo genuino, un rastro de compasión que ella no había visto antes.
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Pasiones que matan
RomanceEn un renombrado hospital de la ciudad, Valeria comienza su especialización en ginecología bajo la tutela del reconocido doctor García, un hombre con secretos tan oscuros como su apellido. Aunque su enfoque está en el futuro brillante de su carrera...