Pasiones que matan

Capítulo 1: Un Comienzo Inesperado

La alarma no paraba de sonar y con ello se daba por sentado el hecho de que tenía que ir al hospital pero decidí ser feliz, lo retrase para 15 minutos más. El cambio de clima no era el mejor, en la ciudad donde viviría hace mucha calor, tanto así que tenía que buscar un distribuidor de aires acondicionados porque sentía que no había descansado lo suficiente.

Se lamentaba bastante haberse mudado a esta nueva ciudad, ya que le fastidiaba el clima, el ruido a pesar de ser una ciudad pequeña era zona franca por lo que era muy normal escuchar los pitidos de las tracto mulas que pasaban llevando sus cargas.

A kilómetros de su familia, ya los extrañaba a pesar de que cuando estudiaba la carrera en su ciudad natal le fastidiaba su presencia en el sentido que le preguntaba que si podían o no tomar algún medicamento.

No era por falta de vocación sino por el simple hecho que no quería cargar con la responsabilidad de ser la médica de cabecera, ya que sabía que sus familiares tomaban medicamentos caseros o recomendados por los vecinos.

Siempre dejando como última opción a la ciencia médica, también le incomodaba bastante el hecho de que la compararan con sus primos que no habían terminado el bachillerato y ostentaban vidas de ensueño con los negocios que realizaban en el mercado negro.

Aunque hace poco había caído a la cárcel Joaquín, muy apreciado por toda la familia ya que era bien sabido que si uno de sus familiares no tenía mercado él le mandaba los víveres para un mes. Si no alcanzaba el dinero para los gastos el los pagaba, también Joaquín había arreglado la casa paterna para sus abuelos y los tenia viviendo como reyes por el simple hecho de haberlo criado.

Joaquín siempre fue un amor, nunca permitió que las comparaciones de la familia me afectaran por todo lo contrario, dispuso de un chofer para que me llevara y recogiera de la casa a la universidad, de la universidad al hospital, del hospital a mi casa y al lugar al que yo quisiera ir.

Aún recuerda cuando me faltaban 5 millones para pagar el semestre y me lo pago, incluso me llevo de compras para que tuviera zapatos y uniformes nuevos. Aunque los que había dejado el semestre pasado estaban en un buen estado, el no permitió que me viera toda una chafa con la ropa vieja.

Pero todo esto tenía una contraprestación, todas las veces que uno de los hombres que trabajaban para Joaquín caía heridos tenía que ser su médico. Había visto de todo, hombres a punto de perder sus miembros, los cesos de alguno y demasiada sangre a por doquier.

Incluso una vez quede en medio de una balacera entre una pandilla, la policía y los trabajadores de mi primo. Imaginándome una imagen mía en la cárcel pero menos mal logre huir sin dejar rastro alguno.

Siendo sincera ninguna de las especialidades que tenían que ver con adultos me llamaba la atención, amaba más el procesos de acompañar a las embarazadas durante su estado, vivir segundo a segundo el momento de atraer al mundo a los recién nacidos.

Era un mundo único e inexplicado que muchos no entendían, pero lo disfruto viviendo la adrenalina que este provoca; se me parte el alma cuando una personita tan pequeña parte de este mundo terrenal.

Y otra vez la maldita alarma volvía a sonar, me restriego un poco los ojos para luego comenzar con el proceso de estirarme. Miro la hora y mierda estoy llegando tarde a la inducción con el Dr. García uno de los mejores ginecólogos del país.

Ha tenido los mejores casos y muy complicados por cierto, recibiendo muchos reconocimientos y admiración de todos. También me incluyo porque gracias que la universidad lo llevo a la semana de la salud para una conferencia, supe de inmediato que esa era mi especialidad.

Corro de inmediato al baño para darme una ducha súper rápida, cepillo mis dientes y lavo mi cara, me visto rápidamente con un uniforme básico blanco a la derecha de mi pijama quirúrgica llevaba el logo de la universidad con la que estaba haciendo la especialidad.