Capítulo 23

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Las horas siguientes a la conversación con Bastian pasaron en una especie de neblina para Valeria. Había cerrado un capítulo importante de su vida, y aunque sabía que era lo correcto, el vacío que quedaba era innegable. Esa noche, sola en su apartamento, permitió que las lágrimas fluyeran libremente. Lloró por la relación que había terminado, por los sueños y esperanzas que habían quedado atrás, y por el futuro incierto que se abría ante ella.

A la mañana siguiente, cuando el sol entró tímidamente por las cortinas, Valeria se levantó sintiéndose diferente. Su corazón aún dolía, pero también había un atisbo de liberación, como si hubiera soltado un peso que llevaba encima por demasiado tiempo. Se preparó para el día con una determinación nueva, sabiendo que, aunque las cosas no serían fáciles, estaba lista para enfrentarlas.

En la clínica, el ambiente parecía más ligero. Tal vez era solo su percepción, pero Valeria sintió que había un cambio en la manera en que sus colegas la miraban, como si intuyeran que algo había cambiado en ella. Clara, quien conocía la situación mejor que nadie, la observó de cerca, buscando señales en su rostro.

—¿Cómo te sientes hoy? —preguntó Clara mientras tomaban un café en la sala de descanso.

Valeria sonrió levemente, sintiendo que las palabras venían con mayor facilidad.

—Extrañamente... en paz —admitió—. Sé que esto no será fácil, pero me siento aliviada de haber tomado una decisión. Era algo que estaba postergando por miedo, pero ahora que lo he hecho, siento que puedo empezar a avanzar.

Clara asintió, comprensiva. Sabía lo difícil que había sido para Valeria, pero también podía ver la fuerza que estaba emergiendo en su amiga.

—Me alegra escuchar eso, Valeria. Sé que esto es solo el comienzo, pero ya has dado un paso importante. Y no estás sola en esto. Tienes amigos que te apoyan, y estamos aquí para ti.

La conversación con Clara le dio a Valeria el impulso que necesitaba para enfrentar el día. Se sumergió en su trabajo, encontrando en él un refugio temporal. Atendió a sus pacientes con una dedicación renovada, sintiendo que, al ayudar a otros, también se ayudaba a sí misma a sanar.

Mientras tanto, en otra parte de la ciudad, García continuaba maquinando sus planes. Había observado a Valeria durante semanas, intrigado por su resistencia a sus sutiles avances. Era un hombre acostumbrado a conseguir lo que quería, y la aparente indiferencia de Valeria hacia él solo aumentaba su deseo de conquistarla. Pero Valeria no era una mujer fácil de manipular, y eso lo frustraba profundamente.

García sabía que tendría que cambiar de táctica si quería ganarse su confianza. Decidió que, en lugar de intentar seducirla directamente, se acercaría a ella ofreciéndole apoyo en un momento de vulnerabilidad. Conocía los rumores sobre la ruptura con Bastian, y sabía que podría aprovecharse de su estado emocional. Pero lo que García no comprendía era que Valeria no era una mujer que cayera fácilmente en las trampas del halago o la compasión superficial.

De vuelta en la clínica, Valeria se encontraba en la oficina revisando unos expedientes cuando recibió un mensaje de Dereck. El simple hecho de ver su nombre en la pantalla le provocó una sensación de calidez que no había esperado.

—Hola, Valeria. Espero que estés bien. Unos amigos y yo vamos a cenar esta noche. ¿Te gustaría acompañarnos? —decía el mensaje.

Valeria se quedó mirando la pantalla por un momento, sopesando la invitación. Después de lo que había pasado con Bastian, no estaba segura de estar lista para salir y socializar. Pero también sabía que quedarse en casa lamentándose no la ayudaría a sanar.

Finalmente, decidió aceptar.

—Me encantaría —respondió—. ¿A qué hora?

Dereck le contestó rápidamente, dándole los detalles. Valeria se sintió agradecida por la invitación. Sabía que pasar tiempo con sus amigos sería una buena manera de empezar a reconstruir su vida.

Esa noche, se encontró de nuevo con Dereck y un pequeño grupo de amigos en un restaurante acogedor del centro. La atmósfera era cálida y relajada, y Valeria se dio cuenta de cuánto había extrañado esos momentos de camaradería y risas despreocupadas. Dereck se aseguró de que ella se sintiera cómoda, incluyendo la en todas las conversaciones, y haciendo que se sintiera apreciada.

A medida que avanzaba la noche, Valeria comenzó a disfrutar verdaderamente del momento. Se rió, contó historias, y por un rato, pudo dejar atrás el dolor y la incertidumbre. Dereck, con su presencia tranquilizadora y su genuina amabilidad, se convirtió en un ancla para ella en medio de la tormenta.

Cuando la cena terminó, el grupo decidió prolongar la noche con una caminata por el parque cercano. El aire fresco y la suave luz de las farolas creaban un ambiente casi mágico. Valeria caminaba al lado de Dereck, sintiéndose más ligera de lo que se había sentido en semanas.

—Me alegra que hayas venido esta noche —le dijo Dereck mientras caminaban—. Sabía que necesitabas un descanso, algo para despejar la mente.

Valeria lo miró, notando la sinceridad en sus ojos.

—Gracias por invitarme, Dereck. Realmente lo necesitaba. No sabía cuánto hasta que llegué aquí.

Dereck sonrió y, en un gesto que no esperaba, tomó su mano suavemente. Valeria sintió un ligero sobresalto, pero no retiró la mano. El contacto fue cálido, reconfortante, y lleno de una conexión que iba más allá de las palabras.

—Valeria, sé que esto no es fácil para ti —dijo Dereck con voz suave—. Pero quiero que sepas que estoy aquí para lo que necesites, sin importar lo que pase.

Valeria sintió que las emociones se agolpaban en su pecho. Había tanto que quería decir, pero las palabras no parecían suficientes. En cambio, simplemente asintió, apretando suavemente la mano de Dereck como respuesta.

La noche continuó, y cuando finalmente se despidieron, Valeria se dio cuenta de que algo había cambiado dentro de ella. Las heridas seguían ahí, pero también había un atisbo de esperanza, una chispa de algo nuevo que estaba comenzando a crecer. Sabía que la vida no sería fácil de ahora en adelante, pero por primera vez en mucho tiempo, sentía que no estaba sola en su camino.

Al llegar a casa, Valeria se permitió sonreír. No sabía lo que el futuro le deparaba, pero estaba lista para descubrirlo, paso a paso, con la determinación de construir algo nuevo y mejor para ella misma.


Nota: Holi, no suelo dejar estos mensajitos pero solo paso para notificar que ya tengo Instagram para pasarle spoilers, días de actualización y esas cositas. Me encuentran como @majolayaescritora_of

Pasiones que matanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora