La noche había caído por completo cuando Valeria llegó a su apartamento. Al abrir la puerta, fue recibida por el silencio que llenaba el espacio. La oscuridad y la soledad del lugar la envolvieron, intensificando la sensación de vacío que había sentido en las últimas semanas. Dejando sus cosas sobre el sofá, se dejó caer en un sillón, agotada. Su mente volvía una y otra vez a la conversación con Clara, al encuentro entre Dereck y Bastian, y a la agradable velada con sus amigos. Cada uno de esos momentos parecía empujarla hacia una decisión inevitable, pero a la que temía enfrentarse.
Mientras se sumergía en sus pensamientos, su teléfono vibró en la mesa de café. Era un mensaje de Bastian. "¿Dónde estás? Te he estado llamando", decía el texto, cargado de una preocupación que parecía más posesiva que afectuosa. Valeria lo leyó varias veces, sintiendo cómo una mezcla de emociones la invadía: culpa, enojo, pero también una creciente determinación.
Valeria no respondió de inmediato. En cambio, se dirigió a la cocina, necesitaba algo que la ayudara a despejar su mente. Mientras el agua hervía para el té, se quedó mirando por la ventana, observando las luces de la ciudad a lo lejos. En ese momento, se dio cuenta de lo mucho que había cambiado en tan poco tiempo. Antes, la idea de estar sola la aterrorizaba, pero ahora, empezaba a sentirse como una opción necesaria.
Finalmente, decidió responder. "Salí a comer con unos amigos del trabajo. Ya estoy en casa". No pasó ni un minuto antes de que el teléfono volviera a vibrar. Esta vez, era una llamada.
Valeria suspiró y contestó, preparándose mentalmente para la conversación que sabía que tenía que ocurrir.
—Valeria, ¿por qué no me dijiste que ibas a salir? —fue lo primero que dijo Bastian, su tono algo molesto.
—No pensé que tuviera que avisarte de cada cosa que hago, Bastian —respondió Valeria, tratando de mantener la calma.
Hubo un silencio al otro lado de la línea, y cuando Bastian volvió a hablar, su tono había cambiado, mostrando una mezcla de frustración e inseguridad.
—Últimamente te siento tan distante, Valeria. Como si ya no quisieras estar conmigo.
Valeria cerró los ojos por un momento, dejando que las palabras de Bastian se asentaran. Sabía que esta conversación no podía esperar más. Había estado evitando sus sentimientos, pero ya no podía seguir haciéndolo.
—Bastian, han pasado muchas cosas... —empezó Valeria, con la voz temblorosa—. No puedo ignorar lo que ha sucedido entre nosotros. Me siento... perdida. No sé si esto es lo que quiero, si esta relación es lo que necesito ahora.
El silencio al otro lado de la línea fue casi ensordecedor. Podía imaginarse a Bastian tratando de procesar lo que acababa de escuchar, luchando contra las emociones que sabía que se arremolinaban dentro de él.
—¿Estás diciendo que quieres terminar? —preguntó Bastian, su voz baja, como si no quisiera escuchar la respuesta.
Valeria se mordió el labio, las palabras atascadas en su garganta. Quería decir algo que suavizara el golpe, pero no podía mentirle ni mentirse a sí misma.
—Estoy diciendo que no sé si podemos seguir así, Bastian —respondió finalmente—. No estoy segura de lo que quiero, pero sé que no podemos seguir ignorando lo que está mal entre nosotros.
Bastian respiró hondo, tratando de contener su enojo y su dolor.
—¿Esto tiene que ver con Dereck? —preguntó, dejando escapar la pregunta que había estado evitando—. ¿Es por él?
Valeria negó con la cabeza, aunque sabía que Bastian no podía verla.
—Esto no tiene que ver con Dereck —dijo con firmeza—. Tiene que ver con nosotros, con lo que hemos sido y en lo que nos hemos convertido. No puedes seguir culpando a los demás por lo que está mal en nuestra relación. Esto es entre tú y yo.
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Pasiones que matan
RomansaEn un renombrado hospital de la ciudad, Valeria comienza su especialización en ginecología bajo la tutela del reconocido doctor García, un hombre con secretos tan oscuros como su apellido. Aunque su enfoque está en el futuro brillante de su carrera...