HABITACIÓN EQUIVOCADA

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Lo primero que hago al atravesar la puerta es abrir la boca como tonto al ver lo grande que es por dentro. Nunca había estado en un lugar así.

—Es enorme —dejo caer mi bolso por uno de los brazos.

—Tampoco exageres —pasa por mi lado y lo sigo.

— ¿Vives aquí tu solo?

Deja sus cosas en un mueble de cuero color crema, con un gesto de cabeza me indica que haga lo mismo, dejo mi bolso al lado del suyo.

—No, vivo con mi hermana mayor, de hecho es ella la que se encargó de pagar el piso, ahora es nuestro. Me dice que solo debo preocuparme por mis estudios... —hace un gesto sarcástico—. Como sea, por eso estas aquí... —va a seguir hablando, pero su teléfono suena—. Es un mensaje importante. Tengo que hacer algo, ¿Puedes esperarme aquí mientras regreso?

—Puedo volver después si quieres.

—No, tienes que explicarme esa clase hoy, ya falta poco para el examen, así tendré tiempo para estudiar. Puedes esperarme en mi habitación.

—Está bien.

—La habitación está en la segunda planta... —sale apurado, no logro entender muy bien lo que dijo antes de atravesar la puerta.

—Que es la primera... ¿a mano derecha? Seria eso lo que dijo —me pregunto en voz alta.

Parece que no hay nadie más. Subo las escaleras, cuando llego arriba debato entre izquierda y derecha, decido abrir la puerta a mi derecha.

Al entrar me quedo más sorprendido por la habitación, la cama es muy grande, con muchas almohadas, una pared es completa de vidrio, dejando ver los edificios que están alrededor.

Escucho la voz de una mujer y mi cuerpo queda quieto en el lugar. La veo salir de una esquina, esta desnuda y mojada, ese debe ser el baño. Se coloca frente a la ventana, una de sus manos sostiene un teléfono en su oreja y la otra un cigarro entre sus dedos, con esa mano juega también con su cabello peinándolo hacia atrás.

—Te dije que no me importa como lo hagas, ahora que está muerto no me conviene que...

¿Muerto? Debo salir de aquí antes que note mi presencia. Ya he cruzado el marco de la puerta, camino hacia atrás, con la puerta en mi espalda, pero mido mal la distancia y termino cerrándola.

Cierro los ojos ante mi metida de pata.

—Te llamo después —la escucho decir— ¿Quién eres?

Abro los ojos y me está mirando interrogante.

—Eh... yo-soy-yo soy Kamal.

—Kamal... se escucha como camaleón. Interesante nombre —deja el teléfono en una mesa de noche que está cerca de ella—. Eres el amigo de mi hermano, me comento que vendrías, lo que no me dijo fue que te gustara husmear.

—Lo-lo siento. Yo me confundí de puerta y... —se cruza de brazos. Mis ojos estaban hasta ahora en su rostro, pero no puedo evitar bajar la mirada, veo sus muslos, su entre pierna, sus tetas envueltas en sus brazos, al llegar a su rostro su cara divertida me hace dar cuenta de lo que acabo de hacer.

— ¡Lo siento! —volteo con rapidez. Busco la manija, pero mis manos temblorosas y sudadas no colaboran al momento de girarla.

Su mano se posa sobre la mía.

—Es de este lado —dice con tranquilidad abriendo la puerta.

—Gracias —la miro, lleva el cigarro a sus labios. Mis ojos bajan de nuevo a sus pechos— ¡Lo siento!

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