INCONTENIBLE

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La situación se está volviendo incómoda. Kiara me ha estado evitando desde aquel día que sin querer la vida desnuda, y es entendible, yo también morí de vergüenza cuando me di cuenta que no era mi hermana la que estaba en esa habitación.

<<Torpe. Torpe. Debiste tocar la puerta primero>>

Desde ese día se levanta más temprano y llega más tarde. No me he topado con ella y ahora que lo pienso, sé que esta en la universidad, pero ¿A dónde va todas las tardes que siempre llega pasadas las ocho o nueve de la noche? ¿Se estará viendo con alguien? No creo.

Son como las dos de la madrugada.

<<Ya debería dejar de pensar tanto y mejor intentar dormir>>

Busco comodidad y cuando cierro los ojos la imagen de su cuerpo llega a mi mente; sus carnosos muslos, sus firmes senos, la curva de su cintura y caderas, su cara de vergüenza al verme entrar y su...

— ¡Arg! Necesito un vaso con agua.

Cuando entro en la cocina veo a Kiara sentada sobre la encimera, pensativa y con un vaso de agua. Al verme se baja con rapidez. 

—Lo siento —mira el lugar donde hace unos segundos estaba sentada.

— ¿Te disculpas por sentarte?

—Al parecer —ríe nerviosa.

—Creí que ya te sentías en casa.

—Es difícil cuando hay una señora que se encarga de limpiar y cocinar, y también cuando me siento tan acompañada y a gusto con tu hermana. En casa no tenía nada de eso.

<< ¿Eso es... bueno? >>

—Ya que te veo, me gustaría disculparme por ese rato incómodo del otro día...

—Oh no, no tienes porqué hacer eso. Es ridículo que te disculpes estando en tu propia casa, yo debería disculparme por evadirte estos días y también por estar en el cuarto de tu hermana, es que la señora...

— ¿Por qué haces eso? —la interrumpo, me mira desconcertada.

— ¿Qué? 

— ¿Por qué actúas como si cada cosa que hicieras nos molestará? 

—Ah... bueno...

—Desde que te estás quedando aquí actúas como si nos fastidiaras... como si me fastidiaras.

—Omar, esta es tu casa, lo menos que quiero es...

—Ese es el problema... —su expresión cambia, se ve preocupada—, siempre dices eso de que es mi casa como... algo malo, como si tuvieras que recordármelo o... recordártelo. Creí que te sentías bienvenida, creí que mi hermana te había convencido, de que mientras vivas aquí, está también es tu casa.

—Omar, yo no quiero molestarlos es simplemente eso.

—Molestarme ¿Molestarme? 

Me acerco a ella, camina hacia atrás y su espalda baja choca con la orilla de la encimera.

—Lo único que me molesta es la distancia que has creado entre nosotros desde hace dos semanas.

Paso mis brazos por sus costados, sosteniéndome del borde del mármol, encerrándola con mi cuerpo.

— ¿Porqué? ¿Acaso te incomoda mi presencia? ¿Fue porque vi ese hermoso cuerpo desnudo? No tienes una idea de lo mucho que me ha costado sacar esa imagen de mi cabeza.

Acerco mi rostro al suyo, rozando con sutileza sus mejillas y labios con los míos.

—Omar...

Pronuncia mi nombre, tan sutil, con un tono tan bajo y suave que me suena a una invitación.

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