INTRUSO CONOCIDO

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<< ¡Pero qué día! Estoy agotada>>

Dejo descansar mi espalda en la puerta unos pocos segundos y sigo caminando en dirección a mi cuarto.

Lo que más quiero ahora es tirar mi cuerpo cansado en mi grande y cómoda cama.

La nueva mercancía que llego hoy se vendió como pan caliente. Había tanta gente que por poco me tocaba partirme en dos para atender a tantas personas.

Pero vale la pena para tener este sentimiento de satisfacción.

Lo primero que hago al cerrar la puerta de mi cuarto es quitarme las botas; mis pies palpitan.

El día gris ya no ilumina mucho el cuarto; esta anocheciendo.

Cuando soy consciente de mi entorno, una extraña sensación alerta mis sentidos.

Una presencia.

— ¿Hola?

La ventana está abierta. Yo no la deje abierta ¿O sí?

— ¿Hay alguien?

Esa corriente de incertidumbre fluye en mis extremidades.

Mi cuerpo se siente observado.

Con lentitud voy girando mi cabeza y por la esquina del ojo alcanzo a ver una figura tras de mí.

Escucho un corazón latir con fuerza en mi oreja; es el mío.

Volteo de golpe.

—Bu.

— ¡Ahh, pero este estúpido!

Él se ríe; yo sostengo mi pecho.

Mi corazón asustado late deprisa.

—Nunca más hagas eso.

— ¿Cómo notaste que estaba aquí? Fue por la ventana ¿Verdad? Debí haberla cerrado.

—Lo note antes de darme cuenta que la ventana estaba abierta.

— ¿Cómo? Ese lindo rostro resulto ser de una adivina.

—Llámalo intuición femenina.

Acorta la distancia.

— ¿Me extrañaste, adivina de rostro angelical?

—Sí, no sabes cuánto.

Me abraza por la cintura.

—Me has tenido muy olvidado esta semana.

Delinea mi mandíbula con la falange de sus dedos.

—La tienda me ha tenido muy ocupada estos días.

Besa mi mejilla, muerde el lóbulo de mi oreja.

— ¿Esperaste mucho?

—No mucho, pero si una eternidad por esto.

De repente une sus labios a los míos.

Aprieta mi cuerpo al suyo, haciendo el beso más profundo y metiendo su inquieta lengua en mi boca.

No era consciente de lo mucho que deseaba esto.

Mis brazos reposan en sus hombros, sus manos me levantan por mis nalgas y me agarro a sus caderas con las piernas.

En unas largas zancadas ya estamos frente a la cama, nos acuesta en el colchón tapando mi cuerpo con el suyo.

— ¿Viniste solo para esto?

—Vine porque anhelaba verte, no soportaba estar un día más sin hacerlo, pero tenerte tan cerca y probar esos sabrosos labios...

Empuja su miembro contra mí.

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