Mi dedo sigue deslizando publicaciones de la pantalla, pero la verdad no estoy prestando atención al celular, es más para entretenerme en algo hasta que amanezca. Nunca he logrado dormir en hospitales, el ambiente no me parece el mejor para conciliar el sueño, aparte de que el sillón no ayuda tampoco en eso.
Bloqueo el celular y lo coloco bajo mi pierna, suelto una profunda y larga respiración, veo su cuerpo dormido sobre la camilla.
Sigo sin superar esas emociones tan indescriptibles la noche que me dieron la noticia de su accidente, fueron los días más largos de mi vida, hasta que me dijeron que ya estaba fuera de peligro. Han pasado muchas semanas después de eso, por fortuna ya se encuentra mucho mejor y muy pronto estaremos de vuelta en casa.
Hace leves movimientos, me levanto para acercarme, cuando abre los ojos por completo los posa en mí.
—Debiste quedarte en casa hoy, no me gusta que te desveles.
—Igual me desvelaría en casa pensando en ti.
—Eso es lo más lindo que me haz dicho desde ayer.
— ¿Cómo te sientes?
—Mucho mejor.
Se me queda mirando con una sonrisa.
— ¿Qué?
— ¿Alguna vez te he dicho que eres la mujer más increíble de mi mundo?
—Sí, lo has dicho unas cuantas veces.
—Ya quiero irme de aquí, quiero tenerte desnuda en mi cama.
Me acerco a su rostro dejando un beso en su frente.
—Pronto te darán el alta.
—Lo que menos me gusta de aquí, además de la comida, es que no he podido hacerte el amor.
—De igual modo no podrás estando en casa, no estás en condiciones de tener ese tipo de actividad física.
—Ya se me para, eso quiere decir que estoy bien.
Se me escapa una risa.
—No seas tonto, sigues estando delicado.
—Eso sí es una tontería, ya te dije que Kuramita está bien.
—Si te despertaste para decirme eso, mejor vuélvete a dormir.
—Extraño tocar tu cuerpo, me parece que ha pasado una eternidad que no te veo desnuda.
—A mí también me parece que ha pasado mucho tiempo, pero si ya hemos esperado bastante, soportaremos unos días más.
—No seas aguafiestas.
—Solo cuido de tu salud, ahora vuélvete a dormir.
Acomoda su cabeza en la almohada y yo vuelvo al incómodo sillón.
Media hora después lo escucho llamarme a siseos.
—Duérmete.
—No puedo, se me quitó el sueño.
—Haz que te dé otra vez.
—Sabes cómo logro que me dé sueño a esta hora.
—Adelante, pajeate.
— ¿Qué tal si tú lo haces y te lo tragas? Así no ensució nada.
—No tienes remedio.
—No me hagas rogar por estar dentro de ti.
—Sabes que si no me trepo en esa camilla ahora mismo es por tu salud. ¿Cuántas veces tengo que decírtelo?
— ¿Y cuántas veces tengo que repetirte que estoy bien? Solo estamos esperando a que me den de alta. Ven.
ESTÁS LEYENDO
SEXUS +18
RandomSe sale de mí, mis codos y rodillas terminan enterrados en la arena, se pega por detrás restregando su miembro entre mi vagina y ano rosando el clítoris. Muevo mi culo de un lado al otro indicándole que lo quiero dentro. Protesto ante su juego de pr...