Capítulo 6

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Me reuní con Kaede en la puerta de su casa a la hora acordada. Por lo que me dijo, Kanoko había salido temprano para encontrarse con unos amigos de su trabajo. No puedo negar que me sorprendió. ¿Esa chica tenía vida social? Ella y Ayumu no sólo eran las esclavas fieles de Kokujin, sino que también eran las más adictas al sexo con él, siempre aferradas a Kokujin como parásitos que necesitan de un huésped para sobrevivir. Pero bueno, mientras no me causen problemas a mí y a mis objetivos, me importa una mierda lo que hagan en su tiempo libre.

Partimos lo más rápido posible hacia nuestro destino. El viaje a Tokio no fue tan largo, apenas tardamos dos horas en llegar. El verdadero problema fue la enorme cantidad de tráfico que había en la ciudad. Cada minuto que pasábamos en las enormes colas de coches, mi paciencia se agotaba. La ansiedad hizo que me pusiera a dar golpecitos con los dedos en mi pierna.

Vamos, vamos, vamos! ¡Apártense de nuestro camino! ¡Dejen de ser un estorbo en mi trayecto! Quiero ver pronto a mi Hiroki!

No conseguí evitar quejarme en mi cabeza. Cada vez que me alegraba de que el tráfico fluyera correctamente, casi inmediatamente se congestionaba. Era como si una fuerza desconocida no quisiera dejarnos llegar a nuestro objetivo. Estaba claro que no era así, sino que sólo era mi insatisfacción con nuestra precaria situación actual la que hablaba más alto, pero aunque así fuera, nada iba a detenerme a recuperar mi amado novio. Si dicen que el amor verdadero es un océano, el mío sería un universo.

Intenté llenar mi mente de pensamientos cariñosos sobre Hiroki, recordando algunas de nuestras citas y cómo sus ojos azules cristalinos sólo se dirigían a mí con pura alegría y afecto. Y pensar que pronto podría verlos totalmente apagados y con auténtica devoción y sed por mí.... El calor me recorría la entrepierna de tanto imaginármelo.

Vagamente percibí que Kaede me miraba de reojo con una expresión ligeramente atónita al oír mi suave gemido y ver el rubor en mis mejillas, pero volvió a centrar su atención en la calle que tenía delante.

El tiempo pasaba mientras yo me sumergía en un mar de recuerdos y fantasías. En un abrir y cerrar de ojos habían transcurrido treinta minutos. En ese espacio de tiempo, nos fuimos alejando del caos de las zonas bulliciosas para adentrarnos en barrios más tranquilos. Conduciendo por una calle casi desierta, pasamos por delante de cinco casas más antes de detenernos frente a una en particular.

Dicha casa tenía dos pisos y, a diferencia de las anteriores totalmente blancas, ésta tenía un tinte gris claro. Por lo impecable que era el color, había que suponer que la pintura había sido aplicada de nuevo no hacía mucho.

"Quita ese culo del asiento, Kaede!" - Exclamé, saliendo del coche a toda prisa y dirigiéndome a la entrada, la mujer mayor cerrando depresa a la puerta del auto para venir a mi lado. Tch, qué persona más lenta y retrasada.

Me quedé mirando la puerta durante unos segundos.

Francamente, me siento como en un sueño. Mi amorcito está presumiblemente dentro de esta casa. Después de cuatro dolorosos años, estoy a pocos metros de obtenerlo como lo tuve durante nuestros días de escuela.

Calmando mi acelerado corazón, golpeé fuertemente la puerta.

"Ya voy." - Una jovial voz masculina sonó desde el otro lado. Unos minutos después, la puerta se abrió y reveló a un hombre de unos 45 años, ojos verde oscuro y pelo rubio que le llegaba hasta los hombros. Su rostro mostraba felicidad, pero tan pronto como su mirada se posó en mí, y especialmente en Kaede, la alegría se desvaneció por completo y dio paso a una mirada fría.

Esa reacción....

''H-hola, Saito, han pasado algunos años''. - Kaede habló tímidamente, levantando la mano en un pequeño saludo.

Lo que es mío por derechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora