Hiroki.... ya no está en el país?
No.
No, no, no, no, no, no, no, no.
NO!
No es posible!
Mi cabeza fue asolada por una tempestad, carcomiéndome por dentro. Perdí la fuerza en las piernas, y noté que mis rodillas tocaban el suelo. Mis ojos opacos se clavaron en el asfalto, observándolo vacuamente al tiempo que mis dientes mordían el interior de mi mejilla con la potencia necesaria para causarme una pequeña laceración. El sabor metálico de la sangre golpeó mi lengua y se dispersó junto con la saliva. Pero nada de esto fue capaz de sacarme de mi aturdimiento.
De verdad ha dejado atrás su antigua vida y, sobre todo, a mí?
Realmente nos ha superado y ha seguido con su vida?
Si es así, me ha sustituido por una nueva novia?
No, eso es inaceptable!
Aunque hubiera superado el trauma, nunca podría superarme a mí. Siempre estaré ahí, tanto en su mente como en su corazón.
A medida que me hundía cada vez más en mis propias reflexiones, una mano delicada tomó mi barbilla y giró mi rostro hacia ella. Era Kaede.
''Nao-chan, contrólate! Lamentarte no cambiará nada!" - Dijo ella en voz alta.
''Sabes, ella tiene razón, pequeña zorra''. - La despreciable voz de Mori Saito me atronó. Ahora alejada de mis pensamientos, le fulminé con los ojos llenos de crudo rencor. - ''Ninguna de vosotras verá jamás a Hiroki otra vez, así que hacer este pequeño numerito dramático no va a cambiar nada.''
"Es como dices, Saito. Nunca lo veremos más, no podrías al menos decirnos en qué país vive? Sólo como un acto de caridad para con nosotras." - Suplicó Kaede con los ojos húmedos.
No le importa su hijo, así que por qué se molesta en preguntar? Es por mi bien? Después de todo, ella es la única que sabe al cierto lo mucho que he dedicado y trabajado para encontrar a Hiroki durante los últimos cuatro años.
El rubio la miró con total repudio.
''Está usted loca? No tengo ninguna obligación ni voluntad de decírtelo. En realidad, las dos deberíais estar agradecidas de que sólo no vayáis a verle durante el resto de vuestras vidas. Sabes, Kaede, desde que apareciste en mi puerta, he estado intentando no golpearte. Hiroki me mostró ese vídeo en el que no sólo profanabas el altar de mi hermano, sino que también le insultabas a él y a tu propio hijo por la apestosa verga de un tipo al que no conocías más que de un mes! Si no fuera por Hiroki y su corazón excesivamente amable, ya habría acabado con sus vidas, las pruebas que tenemos en nuestro poder son más que suficientes para hacerlo. Por lo tanto, si no queréis que os destrocen las vidas, que sus propias familias os odien o que os pudráis en la cárcel, deja al chico en paz de una puta vez!" - Él gruñó, gruesas venas marcando su cuello, una señal de su rabia.
"Pero Sait-"
"Cállate la jodida boca! Coge a la puta que tienes al lado y lárgate de aquí. A menos que quieras ir a la estación de policía conmigo para explicarles lo de los videos." - Habló gravemente, con un borde de ira aún latente en su voz.
Poniendo fin a esta conversación, Saito nos echó una última mirada, entró en su casa y cerró la puerta, dejándonas solas en la calle. A partir de entonces se hizo el silencio. Kaede me ayudó a levantarme del suelo y nos dirigimos al vehículo sin decir una sola palabra, y así permaneció durante las tres horas siguientes hasta que llegamos de vuelta a nuestra ciudad natal. Creo que ambas no sólo teníamos muchas cosas en la mente, sino que también nos sentíamos emocionalmente agotadas.
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Lo que es mío por derecho
FanficNao está satisfecha con el desarrollo de los acontecimientos, pero cuando Hiroki desaparece, algo cambia para ella.