Capítulo 9

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"Ya me voy!"

"Gracias por otro día de arduo trabajo, Nao-chan. Hasta mañana!" -Me dijo la gerente, agitando su mano derecha de lado a lado en un ademán de despedida.

Ajustándome la bufanda roja que llevaba al cuello, salí de la licorería en la que llevaba trabajando más de dos años, recorriendo las calles heladas del atardecer.

Pasaron ocho meses más desde que vimos el vídeo de despedida de Hiroki. Aunque el dolor de mi corazón por no poder estar en presencia de mi ser más querido me acosaba como un virus cada día, hice todo lo posible para que la locura que me provocaba dicha añoranza no me hiciera cometer ninguna insensatez. Estos pocos meses no sólo me ayudaron a poner en marcha mi plan, sino también a reunir el dinero que necesitaba para cubrir no sólo los gastos de mis viajes a Tokio en los últimos meses, al igual que los de un pasaje de avión y alojamiento para mi futuro viaje.

Por supuesto, un par de meses de trabajo no bastarían para cubrir los gastos, así que tuve que retirar parte del dinero que había estado ahorrando para alquilar un apartamento y sumarlo también a lo que había ganado últimamente. Muchos dirían que era una tontería gastar ese dinero estando tan cerca de poder permitirme un lugar propio, pero es un diminuto sacrificio que valdrá la pena una vez que mi dulce Hiroki esté jadeando encima de mí mientras mueve con dureza sus caderas contra las mías.

Jejejejejeje.

Respecto a mi plan, había descartado en él cualquier tipo de agresióN contra Mori Saito. Terminé ideando una forma que no implicara ningún daño a su integridad física.Y cuál sería ese plan?

Poner escuchas, cámaras y dispositivos de grabación por toda su casa.

Era obvio que mis sueldos actuales y el dinero que me quedaba ahorrado no eran suficientes si quería comprar aparatos de calidad en lugar de estos cutres que probablemente dejarían de funcionar al cabo de unos días, así que tuve que hacer un trabajo un poco degradante en paralelo.

Me relacioné con algunos hombres mayores para poder ofrecerles alivio sexual.

Siempre les dejé claro que lo máximo que recibirían serían mamadas, pajas y cubanas. Tanto la penetración vaginal como la anal estaban prohibidas. Estaba reservando estos agujeros para mi Hiroki, él es el único hombre que tendría el honor de fornicarme. Así como su cuerpo sería mío, el mío sería suyo.

Afortunadamente, mis clientes eran todos viejos tontos que apenas podían tener una erección. No duraban mucho, así que mis encuentros siempre concluían deprisa.

Obviamente, odiaba hacer este tipo de trabajo, pero solía animarme al recordar que al menos yo no estaba en las mismas circunstancias que Kaede, Kanoko y Ayumu.

Me enteré de que unos cuatro meses atrás las habían obligado a prostituirse.

Por lo que he averiguado, resulta que Kokujin había estado utilizando todo el dinero de Kaede, incluso sus fondos de emergencia durante los últimos años, y acabó pidiendo prestado algo de dinero a usureros para pagar las deudas. El problema era que era demasiado dinero y tenía que devolvérselo. Cuando vinieron a cobrárselo y vieron que no tenía forma de pagarles, Kokujin acabó ofreciendo no sólo la casa de Kaede a aquellos tipos, sino también 'vendérsela' a ella y a Kanoko, ya el sabía que su jefe era dueño de un prostíbulo que casi se caía a pedazos.

Estos tipos aceptaron su oferta y perdonaron las deudas de Kokujin.

Ayumu fue igualmente vendida, pero para ello Kokujin envió anónimamente a sus padres unos viejos vídeos de nuestra época escolar que grabó por separado, en los que sólo aparecía ella teniendo sexo con él mientras insultaba a Hiroki. Ver a su pequeña comportándose como una cerda y rebajando al amable y dulce chico que habían visto crecer junto a su hija les horrorizó de sobremanera, pero parece que lo peor fue el último vídeo, que era el más reciente que grabó. En él, Ayumu gemía y gritaba mientras le decía a Kokujin que estaba embarazada de él.

Ni que decir tiene que aquello fue la gota que colmó el vaso y renegaron a su hija, desterrándola de la familia y echándola de casa.

El mes pasado vi a las tres al caminar por la calle. Tenían cara de difuntos y el cuerpo lleno de moratones. Por su aspecto general, me di cuenta de que al dueño no le importaba que sus clientes fueran más... radicales con las chicas, con tal de que no las mataran ni les causaran daños permanentes.

Ayumu demostró ser la más afectada entre ellas. Su vientre, que había estado creciendo hace unas semanas, ahora se estaba reduciendo de nuevo. Probablemente la habían obligado a abortar, ya que eso sólo dificultaría su tarea.

Después de eso, Kokujin vino a molestarme para que le dejara quedarse en mi casa e incluso me pidió que saliera con él oficialmente. Me negué de inmediato y le amenacé con llamar a la policía. Hiroki no era el único que ha guardado pruebas para que no le persiguieran, yo también he registrado algunas de las cosas que había hecho Kokujin, como pegar a chicos menores de edad. Ahora que era adulto, si alguien veía el contenido, sería enviado directamente a la cárcel.

Evidentemente, se enfureció, pero me dejó en paz y no volvió a molestarme.

En serio, no sabía lo que veía en él para pensar que era más hombre que mi angelical novio. Kokujin sólo tenía un buen físico y una gran pija. Pero en todas las demás categorías, era basura.

Gracias a Dios que está muerto. Incluso se convirtió en noticia en internet y en el periódico de la ciudad. El bastardo fue tan estúpido como para intentar obligar a la mujer de un Yakuza a acostarse con él. Por lo que decían los informes, su cuerpo estaba en un estado irreconocible. Debió sufrir mucho en las manos de ellos antes de que acabaran con su vida.

Sí, lo que dijo Hiroki es cierto, el karma regresa con todo el vigor para aquellos que practican el mal.

Todos los días le agradezco a Dios que me haya hecho reconocer mis errores y abrir los ojos. No desperdiciaré mi oportunidad, una vez que aleje a mi cariño de esa desgraciada, llevaré una vida maravillosa con Hiroki. Una hermosa boda y dos hijos es lo que nos espera en el futuro, mi tesoro ❤️

Sonreí mientras entraba en mi casa y subía a mi habitación. Mis padres aún estaban trabajando, así que estaría sola. Una vez dentro, me senté en mi silla y saqué mi móvil del bolsillo de mi chaqueta, tecleando la contraseña y entrando en mi instagram. A continuación busqué la cuenta que tenía en mente, Koma-chan.

Vigilar la rutina de Mori Saito fue una elección acertada. Había memorizado a qué hora se iba a trabajar y a qué hora volvía, así que no fue difícil irrumpir en su casa e instalar el equipamiento. Incluso había aprendido a abrir cerraduras con este fin.

Los audios y las grabaciones me dieron mucha información sobre dónde estaba Hiroki, con qué trabajaba, a qué países viajaba y, lo más importante, quién era su nueva novia.

Al clicar en la cuenta y dejar que se cargara, me acerqué a una foto en particular. En ella aparecía Hiroki sin camiseta, mostrando todo su magnífico físico a quien quisiera admirarlo. La luz del sol se reflejaba en su pelo dorado mojado, sus ojos azules brillaban divertidos. Su bañador estaba empapado y pegado firmemente a sus genitales.

Me relamí los labios al ver el leve contorno de algo en su entrepierna. Parecía que Hiroki no sólo había aumentado de estatura y musculatura. Aquel contorno era considerablemente grande.

Se trataba de una imagen impecable, que captaba toda la gloria de aquel cuerpo delicioso. Bueno, si no fuese por la guarra en bikini que le estaba abrazando por detrás y besando afectuosamente su mejilla.

Envié todo mi odio contenido hacia ella, como si pudiese matarla con sólo mirar la foto.

Disfrútalo todo lo que puedas, Hikigaya Komachi, me encantará ver tu cara llorosa en el día que Hiroki se vuelva loco por mí justo delante de ti.

Apagando el móvil, abrí el ordenador en la página de tickets de avión, mi destino ya definido.

Lo que es mío por derechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora