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Era de madrugada y Hawks seguía atado. El dolor en su cuello era punzante. Con esfuerzo, se incorporó en la cama que había en la habitación y, con cuidado, se miró en el espejo. Observó dos mordidas de colmillos en su cuello y hombro, ambas enrojecidas e irritadas. En ese momento, Dabi entró, viendo que Hawks estaba despierto.

—¡¿Qué demonios es esto en mi cuello?! —gritó Hawks, reclamándole con furia.

Dabi le respondió con calma, su voz fría y controlada.

-Son marcas de colmillos, querido halcón.

Hawks, lleno de pánico, comenzó a retroceder, arrastrándose por el suelo hasta chocar con la pared.

—¿Qué me has hecho? —exclamó Hawks, su voz temblando de rabia y miedo.

Dabi se acercó lentamente, una sonrisa perversa dibujándose en sus labios.

—Te he marcado, Hawks. Ahora eres mío —respondió, disfrutando de cada palabra.

—¡Aléjate de mí! —gritó Hawks, intentando liberarse de sus ataduras.

Dabi, acercándose aún más, agarró la mandíbula de Hawks con fuerza, haciendo presión.

—No puedes escapar de mí, halcón. Ahora, relájate y disfruta —susurró Dabi con una voz que era a la vez seductora y amenazante.

Con su otra mano, Dabi comenzó a jugar con el cabello de Hawks, bajándola luego hasta las alas, acariciándolas de una manera especial que hizo que Hawks se sonrojara.

—¿Te gusta esto, Hawks? —preguntó Dabi con una sonrisa torcida-. Puedo sentir cómo reaccionas.

Hawks no pudo contenerse más y llegó a su clímax, gimiendo. Dabi, al ver la reacción de Hawks, dejó de acariciar sus alas y, con una sonrisa maliciosa, tocó las rodillas de Hawks, abriéndolas de un golpe.

—Eres un maldito pervertido, Hawks. Te has venido solo con sentir mi mano en tus alas.

Dabi cargó a Hawks y lo llevó a otra habitación, la suya. Acostó a Hawks en la cama y desabrochó su pantalón. Lentamente, subió las manos de Hawks sobre su cabeza y las presionó contra la cama, aún atadas. Entonces, Dabi dejó salir su miembro erecto y lo penetró con un movimiento fuerte, haciendo que Hawks gritara.

—¡D-detente...! —gimió Hawks, pero Dabi ignoró sus súplicas.

Dabi levantó las piernas de Hawks y las bajó lentamente hacia su pecho, permitiendo una penetración más profunda. Los minutos pasaron y la situación se volvió insoportable para Hawks. Entonces, Dabi levantó una pierna de Hawks y acercó su boca al tobillo. Hawks, viendo lo que Dabi estaba a punto de hacer, se tapó la boca y miró hacia otro lado.

—No... no lo hagas... —murmuró Hawks débilmente.

Hawks vio con horror cómo los dientes de Dabi se alargaban, convirtiéndose en colmillos afilados. Dabi mordió el tobillo de Hawks, haciendo que la sangre comenzara a salir. Dabi empezó a lamer la sangre, pero algunas gotas cayeron por la pierna de Hawks.

—Tu sangre... es deliciosa, Hawks -dijo Dabi con un tono de satisfacción—. Nunca he probado algo tan exquisito.

Hawks, debilitado por el dolor y la pérdida de sangre, apenas pudo mantenerse consciente.

—¿Por qué... estás haciendo esto? —logró preguntar con voz débil.

—Porque te deseo, Hawks. Tu poder, tu esencia... todo en ti es irresistible —respondió Dabi, lamiendo otra gota de sangre-. Y ahora, eres mío.

Hawks gimió de dolor, sintiendo cómo su fuerza lo abandonaba.

—Por favor... detente... —susurró antes de desmayarse.

llamas en la oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora