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Una vez que Endeavor se retiró, Dabi ayudó a Hawks a sentarse en el sofá. La preocupación era evidente en el rostro de Dabi al ver la quemadura que Hawks tenía por la exposición al sol. Rápidamente, Dabi buscó una crema para aliviar el dolor, pero Hawks lo detuvo con una sonrisa.

—No te preocupes tanto —dijo Hawks, mirándolo con ternura—. Ven aquí.

Dabi se acercó, y Hawks, con un movimiento rápido, lo empujó hacia el sofá, haciéndolo caer sobre los cojines. Antes de que Dabi pudiera reaccionar, Hawks se abalanzó sobre él, sus colmillos se hundieron en la piel de Dabi con fuerza. Un gemido fuerte escapó de los labios de Dabi, resonando en la habitación.

—Hawks... —susurró Dabi entre gemidos, mientras sus manos se aferraban a los hombros de Hawks.

Hawks comenzó a beber la sangre de Dabi con ansia, emitiendo ruidos mientras lo hacía. El sabor de la sangre de Dabi parecía calmar su dolor y avivar su deseo. Dabi, sintiendo una mezcla de dolor y placer, gemía mientras sus dedos se entrelazaban con las plumas de las alas de Hawks, jugando con ellas suavemente.

—Ah... Hawks... más despacio... —murmuró Dabi, tratando de mantener la compostura.

Hawks ignoró las palabras de Dabi y continuó bebiendo, disfrutando de cada gota. Los gemidos de Dabi se volvieron más suaves, pero el placer seguía presente en cada sonido que emitía. Las alas de Hawks temblaban ligeramente bajo el toque de Dabi, intensificando la conexión entre ellos.

Después de un momento, Hawks se detuvo, levantando la cabeza y lamiendo sus labios manchados de sangre. Miró a Dabi con ojos llenos de deseo y ternura.

—Gracias —susurró Hawks, acariciando la mejilla de Dabi—. Tu sangre siempre me da fuerzas.

Dabi, todavía respirando con dificultad, le sonrió con suavidad. —Sabes que siempre estaré aquí para ti.

Hawks se inclinó y le dio un beso suave a Dabi, sellando su promesa. Ambos se quedaron abrazados en el sofá, disfrutando de la intimidad y la cercanía que compartían, sabiendo que, pase lo que pase, siempre se tendrían el uno al otro.

Luego de unos días, una noche Hawks salió a comprar algunas cosas y, al regresar, encontró a Dabi en el balcón fumando. Con una ligera molestia, Hawks dejó que una de sus plumas volara hasta donde estaba Dabi, tumbando el cigarro de sus manos. Dabi volteó, sorprendido al principio, pero luego sonrió al ver a Hawks con los brazos cruzados.

—Sabes que no deberías estar fumando —dijo Hawks, sin perder su postura firme.

Dabi se acercó a Hawks y lo abrazó, pero Hawks no se dejó convencer tan fácilmente. Había sido testigo de varias ocasiones en las que encontraba a Dabi fumando, y estaba decidido a cuidarlo y alejarlo de ese hábito perjudicial.

Mientras Hawks acariciaba el cabello de Dabi, este sonrió y, con una voz suave, dijo:

—Extraño demasiado aquellos momentos en donde ambos probamos el shibari.

Hawks se sonrojó profundamente, intentando mirar a otro lado para ocultar su incomodidad. Dabi, sin embargo, no pudo evitar sonreír ante la reacción de Hawks.

—Tal vez deberíamos revivir esos momentos... —murmuró Dabi, provocador.

Antes de que Dabi pudiera moverse, Hawks lo detuvo, agarrándole suavemente el brazo. Con una sonrisa decidida, le dijo:

—Yo voy a comprar las cuerdas.

Dabi levantó una ceja, sorprendido por la determinación de Hawks. Luego, una sonrisa satisfecha se extendió por su rostro.

llamas en la oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora