#16

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Habían pasado dos días desde que Hawks había escapado de la casa de Dabi. La desesperación de Dabi por encontrarlo solo aumentaba con el tiempo, su mente obsesionada con recuperar a su "pareja". Cada noche, Dabi salía a buscarlo, su mirada fría y decidida, su corazón palpitando con una mezcla de furia y anhelo.

Esa noche, mientras la lluvia caía torrencialmente, Dabi se preparaba para salir de nuevo. Al abrir la puerta, se encontró con una imagen que no esperaba. Hawks estaba en la puerta, empapado y temblando bajo la lluvia, su figura deshecha por el frío y la culpa.

—Hawks... —susurró Dabi, sus ojos azules brillando con una mezcla de sorpresa y alivio.

Hawks se lanzó a los brazos de Dabi, su cuerpo temblando no solo por el frío, sino también por la emoción.

—Perdóname, Dabi. Por favor, perdóname por todo —suplicó Hawks, sus palabras ahogadas por el llanto—. No debí haber escapado. No sabía lo que estaba haciendo. Por favor, no me dejes, no puedo soportarlo.

Dabi lo abrazó con fuerza, su propia confusión mezclada con una oleada de alivio y posesividad. Sintió cómo el cuerpo de Hawks se estremecía en sus brazos, y el dolor en su pecho se transformó en una cálida satisfacción. Sin decir una palabra más, cargó a Hawks y lo llevó dentro de la casa, cerrando la puerta detrás de ellos.

—Shhh, estás a salvo ahora —murmuró Dabi, acariciando el cabello mojado de Hawks—. No volverás a irte. Nunca.

Hawks se aferró a Dabi, sintiendo el calor y la fuerza en su abrazo. Su corazón latía con fuerza, y aunque una parte de él todavía temía a Dabi, no podía negar la sensación de seguridad que le proporcionaba estar en sus brazos.

—Te lo prometo, Dabi —dijo Hawks, su voz apenas un susurro—. No volveré a escapar. Haré lo que quieras. Solo no me dejes solo. No puedo soportar estar sin ti.

Dabi lo miró a los ojos, su expresión suavizándose por primera vez en días. Se inclinó y besó a Hawks en la frente, luego en los labios, un beso suave pero lleno de una posesividad feroz.

—Eso es lo que quería escuchar —dijo Dabi, sus labios rozando los de Hawks—. Nunca me dejes, Hawks. Eres mío. Solo mío.

Hawks asintió, sus ojos llenos de lágrimas. Aunque sabía que su promesa era el resultado de su desesperación, también sentía una extraña paz al aceptarlo. Dabi era peligroso, obsesivo y violento, pero en ese momento, Hawks no podía imaginar estar en ningún otro lugar.

Dabi lo llevó a la sala, donde encendió una lámpara suave. Con cuidado, comenzó a desvestir a Hawks, quitándole la ropa mojada y cubriéndolo con una manta cálida.

—Te necesito sano y salvo —dijo Dabi, su tono más suave pero aún lleno de autoridad—. No vuelvas a poner tu vida en riesgo de esa manera. No soportaría perderte.

Hawks solo asintió, dejándose cuidar por Dabi. Mientras Dabi lo secaba y lo calentaba, Hawks sintió una extraña mezcla de alivio y resignación. Estaba atrapado, pero al menos no estaba solo.

Y mientras la tormenta rugía afuera, dentro de la casa, Hawks y Dabi encontraron una especie de paz inquietante en su retorcida relación, un lazo que, aunque tóxico, era inquebrantable.

Dabi y Hawks estaban más tranquilos en el departamento, la tensión de los últimos días comenzaba a disiparse. La lluvia seguía cayendo fuera, creando un suave murmullo que llenaba el silencio entre ellos. Hawks, envuelto en una manta y sentado en el sofá, miraba a Dabi con una mezcla de gratitud y resignación.

—Dabi, hay algo que quiero contarte —dijo Hawks, su voz suave pero cargada de emociones. Dabi lo miró, curioso pero atento, mientras se sentaba junto a él.

llamas en la oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora