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Ya eran las 3 de la tarde y Hawks seguía profundamente dormido. Dabi, quien había estado ocupado con sus propios asuntos, decidió entrar a la habitación para ver cómo estaba Hawks. Al ver que aún estaba dormido, una sonrisa satisfecha se dibujó en su rostro. Se acercó a la cama y acarició suavemente el cabello de Hawks.

Dabi, con cuidado, comenzó a quitarle la lencería que aún llevaba puesta. Tomó una camisa y se la colocó a Hawks, ajustándola para que cubriera su cuerpo expuesto. Mientras lo hacía, Hawks empezó a moverse, sus párpados lentamente  moviendose.

Justo cuando Dabi estaba a punto de irse, sintió una mano agarrar la suya. Hawks, con la voz aún llena de sueño y confusión, le rogó:

—No te vayas... por favor, no me dejes solo.

Dabi se quedó quieto, sorprendido por el súbito cambio de actitud. Justo en ese momento, Hawks se despertó de golpe, sus ojos abriéndose de par en par y enfocándose en Dabi. La confusión llenaba su mirada mientras intentaba procesar lo que estaba viendo. Había tenido una pesadilla y, en su sueño, había confundido a Dabi con Endeavor.

Hawks se quedó callado, mirando a Dabi sin saber qué decir. La tensión en el aire era palpable. Dabi, por su parte, no pudo evitar notar el miedo y la vulnerabilidad en los ojos de Hawks.

—Tranquilo, Hawks. Solo era una pesadilla —dijo Dabi, intentando sonar tranquilizador mientras se sentaba en el borde de la cama—. Estoy aquí, no voy a ninguna parte.

Hawks parpadeó, intentando sacudirse los últimos vestigios de su sueño. Finalmente, logró murmurar:

—Lo siento... pensé que... pensé que eras él.

Dabi soltó una pequeña risa, aunque no había diversión en ella.

—Endeavor, ¿eh? Vaya pesadilla. Pero no te preocupes, estás conmigo. No dejaré que te pase nada.

Hawks asintió lentamente, todavía tratando de recuperar la compostura. Dabi, al ver la incomodidad de Hawks, decidió cambiar de tema.

—Vamos, levántate. Necesitas comer algo y recuperarte.

Dabi ayudó a Hawks a sentarse, y aunque el dolor aún era evidente en sus movimientos, la presencia de Dabi parecía darle una extraña sensación de seguridad. Mientras se levantaba y se dirigía a la cocina, Dabi no pudo evitar pensar en lo mucho que había cambiado la dinámica entre ellos.

Hawks lo seguía, sus pensamientos todavía revueltos por la pesadilla. A pesar de todo lo que había pasado, una parte de él comenzaba a aceptar su situación. Quizás, pensó, si jugaba bien sus cartas, podría encontrar una forma de sobrevivir a este nuevo infierno.

Dabi, por su parte, sabía que tenía a Hawks donde quería. Y aunque su posesividad aún lo consumía, había algo en la vulnerabilidad de Hawks que lo intrigaba. Algo que lo hacía querer protegerlo, incluso de sí mismo.

La tarde avanzaba lentamente, y mientras el sol comenzaba a ponerse, ambos se sentaron a la mesa, compartiendo una comida en un silencio que, aunque incómodo, era una tregua temporal en medio del caos de sus emociones encontradas.

Después de terminar de comer, Hawks observó a Dabi mientras lavaba los platos. La duda y la ansiedad lo invadían, y finalmente se armó de valor para preguntar:

—Dabi, ¿cuánto tiempo más estaré aquí contigo?

Dabi se giró lentamente, con una sonrisa en el rostro.

—Para siempre —respondió sin titubear. Dejó los platos, se secó las manos y se acercó a Hawks. Con un dedo, recorrió suavemente el labio de Hawks—. Te amo demasiado para dejarte ir.

llamas en la oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora