Capítulo 17°: Arco II Parte VIII

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Arco II Parte VIII


Nada nunca termina poéticamente. Termina, y lo convertimos en poesía. Toda esa sangre nunca fue hermosa. Solo era roja.

—Kait Rokowski


—Muchas gracias.

La enfermera que cambió su bolsa de suero le sonrió con pesar antes de despedirse cortésmente del oficial Kim Namjoon.

Seokjin estaba acostumbrado a ese tipo de mirada condescendiente, como: oh pobrecillo, han tratado de matarte tantas veces. ¿Qué clase de persona se merece eso? Probablemente Seokjin había llegado a merecerlo.

Toda su vida, Kim Seokjin pensó­—, había estado plagada de eventos desafortunados, con los ocasionales pequeños instantes de felicidad, algunos de ellos más memorables que otros.

Sus padres, su abuelo, había tenido una mascota alguna vez, su obsesión con los estilógrafos había venido de la pérdida, pero también era un recuerdo preciado suyo. Jungkook y Wonwu y el fragmento borroso que solía ser la imagen de Min Yoongi, que gradualmente se aclaró hasta convertirse en el brillante reflejo de aquello que quería proteger.

Seokjin nunca se planteó que llegaría el día en el que agregaría más cosas a esa lista. Quizá en algún momento de esos recuerdos perdidos suyos habría pensado en agregar su carrera periodística, sin embargo, de alguna manera, el pasado siempre había estado manchado de la tinta que se había derramado sobre la vida que ya no se sentía como la suya. Ahora Seokjin era esa pluma demasiado usada, aferrándose a esas ultimas gotas que se desperdiciarían en palabras inútiles, o se secarían si nunca llegaban a utilizarse.

Pero, cuando se enteró de que Han YinXi había desaparecido, se preguntó si el aguijonazo de culpa y la repentina ola de nauseas y preocupación estarían relacionadas al hecho de que quizá, inconscientemente, había añadido al niño a su pequeña y estúpida lista de personas importantes por el simple hecho de que era una persona importante para Min Yoongi.

Seokjin había cargado al niño una vez, recordaba vagamente, quizá cuando estaba recién nacido, no podía asegurarlo, había sido algo prematuro, podía cargarlo con una sola mano, era diminuto. Por un momento había pensado que era hijo biológico del criminalista.

En ese entonces y ahora, nunca se había permitido pensar en su futuro, o si querría tener hijos o no, pero quizá, quizá una pequeña familia podía conformarse con dos personas que se quisieran lo suficiente como para querer pasar el resto de sus años juntos. Y quizá sería imposible para él prometer un "por siempre y para siempre", pero podría prometer un "por lo que dure mi vida", al menos, a esa persona que guardaba celosamente en la punta de su corazón.

Pero Seokjin había ido y lo había arruinado todo, como siempre. Y ahora el pequeño niño había sido secuestrado, posiblemente, por su culpa. Y el pensamiento, de nuevo, se hizo presente. Esa idea recurrente de que, quizá, si hubiese muerto esta vez, o en el accidente de un año atrás, o en la tragedia de su familia diez años en el pasado, nada de esto estaría sucediendo.

Solo que Seokjin, egoísta como cualquier ser humano, se aferraba a la vida por esos pequeños instantes de felicidad que se rehusaba a dejarle a cualquier otra persona que no fuese él mismo.

Kim Namjoon paseaba por su habitación de hospital con su celular pegado a la oreja, discutiendo en voz baja. Era el único policía dentro —solo estaban los dos— y a Seokjin le dio la sensación de que parecía no confiar en que los escoltas que Jungkook había contratado lo mantuviesen vigilado.

All The Lights We Can Not See | M. YG - K. SJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora