21

177 36 5
                                    

[ChanYeol]

Hace siete años...

Mi teléfono vibró en mi escritorio. Lo tomé y respondí sin siquiera decir hola. Estaba con un humor de perros.

—Llegas tarde.

—¿De verdad esperabas que llegara temprano? —preguntó SanDara. Sabía que estaba sonriendo por el tono de su voz.

Sacudí la cabeza y sonreí de vuelta, aunque yo no estaba feliz de que llegara tarde.

Otra vez.

—¿Dónde estás?

—Salí más tarde de lo que pensé y tuve que hacer una parada. Ve sin mí. Nos vemos en el restaurante en vez de tu oficina.

Para ser actriz, realmente necesitaba trabajar en ser menos transparente.

—¿A dónde te diriges, SanDara? —pregunté sin rodeos.

—Sólo estoy haciendo un recado para Little East.

—¿Haciendo un recado o siguiendo a Jay?

—¿No es lo mismo?

—No, no lo es —solté molesto—. Por favor, dime que no vas de nuevo a ese campamento de los sin hogar.

Se quedó callada.

—Maldita sea, SanDara. Creí que habíamos acordado que ya no ibas a hacer esa mierda.

—No, tú me dijiste que yo no iba a hacerlo. Eso no es lo mismo que llegar a un acuerdo.

Me pasé los dedos por el cabello, lleno de frustración.

—Espérame en la cafetería de la calle 151 cuando salgas del metro.

—Estoy bien.

—SanDara...

—Estás siendo sobreprotector. ¿Es así como será cuando nos casemos? —preguntó furiosa—. ¿Esperas que esté descalza y embarazada, esperando con tus zapatos en la puerta para que vayas al trabajo?

Le pedí matrimonio hace dos días. Probablemente no era una buena idea decirle que me encantaría exactamente vivir ese escenario que mencionó. Al menos, así yo sabría qué carajos estaría haciendo. Tomé mi chaqueta del armario de mi oficina y me dirigí al ascensor.

—Estoy en camino, eres un dolor en el culo.

En la vereda, llamé a mi hermana mientras caminaba hacia el metro para decirle que llegaríamos tarde.

—¿Vas a llegar tarde a tu propia fiesta de compromiso? —me cuestionó indignada. Ella era la más interesada en todas estas fiestas sinsentido.

—Esta cosa fue tu idea, no mía ni de SanDara. Buscas cualquier excusa para hacer una fiesta.

—Mi hermanito se va a casar. Es un gran suceso, no una excusa —enfatizó—. Dios sabe que todos pensamos que morirías de alguna ETS antes de que te enamoraras de SanDara.

—Esta no es una discusión que estemos teniendo. Vamos a llegar tarde porque mi futura esposa piensa que es la Madre Teresa —solté con ironía—. Me tengo que ir. No tengo tiempo.

—¿Qué cosa?

—Olvídalo. Te veré en un rato. Y gracias, YooRa.

En el momento en que salí del metro en la calle 151, había empezado a llover. Tan pronto como pude volver a tener señal, llamé a SanDara, pero no respondió.

—Mierda —me quejé para mí mismo y me detuve en el edificio más cercano. La lluvia caía a cántaros, y tuve que cubrir mi teléfono con una mano para mantenerlo seco. Volví a llamarla y esperé a que SanDara contestara.

No lo hizo.

—Maldita sea —Sabía que la comunidad improvisada de los sin hogar no estaba lejos, y asumí que SanDara no se molestó en esperarme. Buscando en internet la dirección, encontré el área del parque con el caballete. Estaba a sólo tres cuadras de distancia, así que empecé a caminar bajo la lluvia. Cada treinta segundos, volvía a llamarla. Me ponía más y más ansioso cada vez que el timbre iba al buzón de voz. Había una extraña sensación en el fondo de mi estómago, y después de la tercera llamada sin respuesta, algo me hizo empezar a trotar.

Otra remarcación.

Otro buzón de voz.

Giré la esquina y vi la zona bajo el caballete que SanDara había descrito en la distancia.

Otra remarcación.

La voz de SanDara se oyó, diciéndome que dejara un mensaje luego del tono.

Algo se sentía mal. Horriblemente mal. Mi trote se convirtió en una carrera.

Cuando mi teléfono vibró en mi bolsillo, mi corazón palpitaba en mi pecho. Ver el rostro de SanDara en la pantalla debería haberme calmado, pero por alguna razón, no lo hizo.

—ChanYeol, ¿dónde estás? —Su voz era temblorosa; me di cuenta de que estaba asustada.

—¿Dónde estás tú? —Ella no respondió—. ¿SanDara? Maldición, ¿dónde estás? ¡SanDara!

El sonido seco de su celular al caer al suelo resonó fuerte en mi oído.

Pero fue lo que vino después sería lo que me perseguiría durante años.

El Jefe ➳ ChanBaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora