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[BaekHyun]

ChanYeol no fue al trabajo al día siguiente. Mi inquietud se había convertido en una sensación de hundimiento general, y mi estómago estaba revuelto porque sabía que algo había cambiado. No tenía idea de si tenía algo que ver con la mujer que había salido de la oficina de ChanYeol la noche anterior, o quizás con la reacción que Vernon había tenido ante las noticias sobre nosotros dos siendo pareja, pero mi ansiedad por lo desconocido me estaba matando.

Tampoco había tenido respuesta alguna a mi mensaje de texto para comprobarlo. Aunque mi teléfono estaba configurado para hacer un sonido cada vez que llegaba un nuevo texto, me encontré revisándolo cada dos minutos.

Estaba perdiendo rápidamente la poca concentración que había traído conmigo al trabajo. Una pequeña voz en mi cabeza me susurró:

«¿Ves? Esto es lo que obtienes por tener una aventura en la oficina. ¿Acaso no habías aprendido la lección?».

Intenté ignorarlo. Hasta el final del día, me detuve ante el escritorio de la secretaria de ChanYeol y traté de sonar casual.

—¿Sabes cuándo volverá el jefe?

—No lo dijo. Solo recibí un correo de una sola línea diciendo que no vendría. —Sus cejas se juntaron y ella se encogió de hombros—. No es lo que él haría.

Me quedé en la oficina hasta las siete. Todavía sin escuchar nada de ChanYeol, cogí el teléfono y lo llamé antes de irme. El buzón de voz saltó al primer timbre. Pasando de ansioso a preocupado, le envié otro mensaje de texto. El segundo ni siquiera se mostró entregado. Cualquier cosa que estuviera pasando, su teléfono estaba apagado, y él no quería ser localizado. Me debatí sobre qué hacer a continuación.

¿Aparecer en su casa sin previo aviso? Estábamos en una relación; era normal que me preocupara por no haber tenido noticias de él, ¿no?

Por otra parte, si quisiera saber de mí, ya habría hablado con él para este momento. A diferencia de él, yo estaba exactamente donde debía estar. Y completamente accesible en cualquier cantidad de formas, mensajes de texto, voz, correo electrónico, teléfono de oficina. Ciertamente, si quisiera, él podría encontrarme.

A no ser que...

A no ser que algo estuviera mal.

Oh, Dios mío. Algo estaba mal.

¿Qué diablos estaba haciendo sentado en la oficina?

Prácticamente, estaba corriendo hacia el metro, subí al primer tren y viajé por la ciudad. Llamé al timbre, pero la casa de ChanYeol estaba oscura. El correo no había sido recogido por un día... quizás hasta por dos. Sin saber qué más hacer, a regañadientes me fui a casa después de un rato. A primera hora de la mañana, iría a ver a SeJeong si todavía no había oído hablar de él.

Me acosté y di vueltas toda la noche. Finalmente, tomé una ducha y me preparé, aunque apenas eran las cinco de la mañana. Tenía mi teléfono en el cargador y cuando abrí la cadena de textos que tenía con ChanYeol, noté que mis mensajes de la noche anterior habían sido recientemente leídos. Sin embargo, no hubo respuesta. Debe haber conectado su teléfono en alguna parte. ¿Posiblemente en casa?

Mis emociones se balanceaban de un lado a otro como el péndulo de un reloj de abuelo. Era evidente que él estaba en algún lugar donde podía cargar su teléfono, así que podría haber llamado para decirme que estaba bien. Sin embargo... tal vez no estaba bien. Quizás necesitaba a alguien. Tal vez ese alguien tenía que ser yo.

Y así que fui de vuelta a la parte alta de la ciudad. El sol había comenzado a levantarse cuando llegué a la parada de ChanYeol. Esta vez, cuando llegué a su casa, había una luz en el interior. Y el correo ya no sobresalía de la caja anclada junto a la puerta.

Toqué el timbre y esperé ansiosamente. Después de unos minutos, la puerta se abrió. Respiré hondo y esperé a que ChanYeol hablara.

Pero no lo hizo. Incluso más desgarrador fue que tampoco abrió la puerta, ni me invitó a pasar. En su lugar, salió a la escalinata. Manteniendo la distancia entre nosotros dos, miró fijamente a alguna parte debajo de la manzana, a ningún lugar en particular.

—¿ChanYeol? —Di un paso adelante, pero me detuve cuando lo olí. El alcohol desprendía de sus poros. Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba usando la misma camisa y pantalones que llevaba la última vez que lo vi en la oficina. Eran un desastre arrugado ahora, pero definitivamente se trataba de la misma ropa.

Él todavía no me había respondido, ni me había mirado.

—¿ChanYeol? ¿Qué está pasando? ¿Estás bien?

El silencio era doloroso. Se sentía como si alguien hubiera muerto, y él no pudiera decirlo en voz alta, ni enfrentarlo.

Oh, Dios mío. ¿Había muerto alguien?

—¿YooRa está bien? ¿El bebé?

Él cerró los ojos con obvio dolor.

—Ellos están bien.

—¿Qué está pasando? ¿Dónde has estado?

—Necesitaba un tiempo a solas.

—¿Esto tiene algo que ver con la mujer que estaba en tu oficina la otra noche?

—No tiene nada que ver contigo.

—Entonces, ¿con qué tiene que ver? —Mi voz salió alta y aguda, y se quebró en un susurro—. No entiendo.

Por primera vez, ChanYeol finalmente miró en mi dirección. Cuando nuestras miradas se encontraron, vi tanto en sus ojos, dolor, tristeza, ira. Jadeé. No tanto porque me asustara, sino porque podía sentir el dolor que experimentaba por cualquier razón. Mi pecho se apretó, y un nudo se formó en mi garganta, haciéndome difícil pasar saliva.

A pesar de que su lenguaje corporal era cualquier cosa menos acogedor, extendí la mano, queriendo ofrecerle consuelo. Él se echó hacia atrás como si mi toque lo quemara.

—¿ChanYeol?

Negó con la cabeza.

—Lo siento.

Fruncí mi frente, sin comprender por qué se disculpaba.

—¿Lo sientes? ¿Por qué? ¿Qué está pasando?

—Tenías razón. Trabajamos juntos. Nada debió haber sucedido entre nosotros.

Se sintió como si alguien me hubiese abofeteado en la cara.

—¿Qué...?

Me miró de nuevo, sus ojos se encontraron con los míos, pero se sentía como si aún no pudiera verme. ¿Por qué se veía tan perdido?

—Espero que te quedes. Vernon piensa muy bien de tu trabajo. Te tiene mucha estima a pesar de todo.

—¿Es esto una broma? ¿Qué pasó? No lo entiendo.

La expresión de ChanYeol pasó del blanco al dolor, y de repente quise ver más de eso en su rostro. Me sentía usado e insignificante. Avergonzado. Y odiaba que me hubiera hecho sentir así. Era él quien debía avergonzarse de su actuar.

Bajó la cabeza, sin mirarme, como un cobarde.

—Lo lamento.

—¿Tú lo lamentas? Ni siquiera entiendo por qué lo lamentas.

—No soy el hombre adecuado para ti.

Di un paso más cerca, forzándolo a mirarme.

—¿Sabes qué? —lo confronté. Estaba dolido—. Tienes razón, porque el hombre adecuado para mí tendría las pelotas para al menos decirme la verdad. No tengo idea de qué fue lo que pasó, pero no me merezco esto.

Vi un destello de algo en sus ojos, y durante medio segundo, parecía que iba a extenderme la mano, pero no lo hizo. En su lugar, dio un paso largo hacia atrás, casi como si necesitara la distancia para evitar tocarme.

Empecé a darme la vuelta, deseando salir como el infierno de ahí para poder desaparecer con un poco de mi dignidad intacta, pero luego regresé.

—¿Sabes qué es lo peor de todo esto? —le pregunté aguantando mis lágrimas—. Tú fuiste la primera persona que me hizo sentir seguro desde que era un niño.

El Jefe ➳ ChanBaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora