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[BaekHyun]

Me desperté por un mordisco juguetón en el lóbulo de mi oreja.

«¿Qué caraj...?».

Anoche.

Oh, Dios mío. ¿Lo hice? ¿Lo hicimos?

Presa del pánico, momentáneamente me congelé en la cama mientras exprimía mi cerebro con resaca, tratando de recordar el final de la noche. Nunca estuve más aliviado de que una pata me golpeara en la mejilla.

—Jesús... —Me quejé, volteándome para encontrar a Tallulah lamiendo mi oreja y aplastando mi cara con su pata. Tiré la sábana sobre mi cabeza, bloqueando el acceso a la gatita fea. Sin inmutarse, se subió encima de mí y se instaló en mi pecho.

—Miau. —Se acurrucó en la cobija que me cubría.

Intenté levantar mi cabeza, pero dolía demasiado.

—¿Qué? ¿Qué quieres?

—Miau.

—Ugh. —Incluso su pequeño maullido dolía. Habría jurado que había un pequeño baterista calentando en el interior de mi cráneo. No había ritmo en el martilleo cabe mencionar. Ugh.

«¿Qué demonios bebí anoche?».

Recordé a ChanYeol apareciendo, y yo arrastrándolo hacia la pista de baile para así frotar mi cuerpo contra el suyo y tentar su fuerza de voluntad. Oh, Dios. Había hecho una apuesta, ver si podía conseguir que ChanYeol se rindiera.

Nos habíamos reído sobre los tragos del asqueroso Schnapps de menta, y JongIn y KyungSoo eventualmente se habían unido a nosotros. Recordé que ambos se veían muy amistosos. Las cosas se pusieron un poco borrosas después de eso.

Recordé el viaje en taxi a casa.

Recordé estar cansado.

Tan cansado.

En ese momento, solo necesitaba cerrar mis ojos un ratito, bajé mi cabeza para descansar mientras conducíamos a través de la ciudad.

Mi cabeza.

Tan somnoliento.

Había descansado bien. En el regazo de ChanYeol.

Recordé que él me había despertado. Cuando levanté mi cabeza, había rozado contra su entrepierna.

«Oh, Dios».

Él estaba duro. E hice un comentario sobre eso. Estupendo.

ChanYeol me había ayudado a salir del auto y le dijo al taxista que mantuviera el medidor corriendo. El ascensor había tardado una vida. Cuando entramos, me recosté en su pecho y tomé una respiración profunda, oliéndolo de cerca.

«Oh, Dios».

Le dije que olía lo suficientemente bien como para comerlo.

Le sugerí que comprase una cabaña en el bosque y que cortara leña sin camisa.

Sus brazos estaban envueltos firmemente a mí alrededor mientras caminábamos hacia mi apartamento. En retrospectiva, en realidad podría haber necesitado su ayuda para caminar.

Entonces, habíamos llegado a mi puerta.

Vagamente, recordé haber envuelto mis brazos alrededor de su cuello y haberlo invitarlo a pasar. ChanYeol solo sonrió y sacudió su cabeza en una negativa.

—No hay nada más que quisiera que estar adentro. Y lo digo en más de un sentido.

Y con eso besó mi frente.

El Jefe ➳ ChanBaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora