Prólogo

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Estábamos Fernando y yo en mi habitación, tratando de concentrarnos en la película que habíamos decidido ver. Sin embargo, mi mente estaba lejos de la pantalla, vagando hacia pensamientos sobre Max.

—¿Sucede algo, Sergio? —preguntó Fernando, interrumpiendo la película y mirándome con curiosidad.

Solté un suspiro, sabiendo que no podía ocultar lo que realmente estaba sintiendo. —Es Max, creo que me gusta —admití, dejando escapar un peso de mi pecho.

Fernando asintió, absorbiendo mi confesión. —Oh —dijo, bajando la mirada por un momento antes de sonreírme—. ¿Y planeas decírselo?

La pregunta me hizo dudar, y solté una pequeña risa nerviosa. —No lo sé, somos compañeros —respondí, cruzando los brazos mientras pensaba en la complicada situación—. Además, no sé si le gusto. A veces creo que sí, pero hay otras veces en las que pienso que me odia.

Fernando se rió suavemente. —No creo que te odie —aseguró con confianza.

—¿En serio? —pregunté, buscando un poco de validación.

Fernando asintió con seguridad. —¿Crees que deba decirle?

Para mi sorpresa, él respondió rápidamente, —No.

—Oh —dije, un poco confundido por su respuesta.

Antes de que pudiéramos profundizar en el tema, un golpe suave en la puerta interrumpió nuestro momento. Me levanté, curioso por saber quién era, y al abrir la puerta, ahí estaba Max, parado con su habitual aire de confianza.

—Hola, Max. ¿Necesitas algo? —pregunté, tratando de sonar casual, aunque mi corazón latía con fuerza.

Max asintió, un brillo curioso en sus ojos. —Sí, quería preguntarte algo sobre una frase en español —dijo, como si fuera lo más normal del mundo.

Me aparté para dejarlo entrar, sintiéndome un poco más nervioso pero también emocionado por su presencia. —Claro, pasa —le respondí, abriendo la puerta de par en par.

Fernando nos observaba con una ligera sonrisa, y yo no podía evitar preguntarme si él había percibido algo más en esta visita inesperada de Max. Mientras cerraba la puerta detrás de él, me preparé mentalmente para lo que fuera que Max quería preguntar, sabiendo que, en el fondo, cualquier interacción con él era una oportunidad para acercarnos más, aunque aún no sabía cómo abordaría mis propios sentimientos.











































Me encerré en mi habitación, intentando evitar que las lágrimas que amenazaban con salir se derramaran. Un nudo se había formado en mi garganta, haciéndome sentir como si todo el aire en el cuarto se hubiera agotado de repente.

—¿Checo? —preguntó Fernando, levantándose rápidamente de su asiento con preocupación reflejada en su rostro.

—A él le gusta alguien más —susurré mientras me acercaba a él, buscando consuelo en sus brazos. Mis palabras salieron ahogadas mientras intentaba no romper a llorar.

—¿Cómo es eso posible? —preguntó confundido, frotando mi espalda para tranquilizarme.

— Dijiste que podía gustarle.

— Es que él es muy obvio, no entiendo ¿Qué pasó?

Me esforcé por hablar, tratando de explicar la conversación devastadora que había tenido con Max. —Me dijo que la persona que le gusta tiene novio —murmuré, el dolor evidente en cada palabra—. Y que yo sepa, no tengo novio. A él le gusta alguien más.

Guía para estar casado con Checo Pérez || Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora