Apoya a tu familia

479 80 12
                                    

Consejo: ❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️Checo, precioso, dueño de mis quincenas y de mi corazón por todos los siglos de los siglos. ❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️

Expectativa: Mantenerme positivo en la vida

Contras: No soy el amor de mi vida, aún no se cómo siempre está feliz.

Habían pasado dos años desde que Mateo llegó a nuestras vidas, y con cada día que pasaba, parecía más decidido a seguir nuestros pasos. Desde que era pequeño, mostraba un interés genuino en las carreras. Le encantaba verme correr, observar cómo desafiaba la velocidad, y cuando lograba subirme al podio, sus ojos brillaban de orgullo. Era como si en esos momentos él también sintiera la victoria.

Checo y yo habíamos notado su entusiasmo, y sabíamos que eventualmente querría más que solo mirar. Así que, cuando Mateo cumplió seis años, decidimos darle un regalo especial: lo inscribimos en su primera mini competencia de carreras en los minikarts. No era una carrera cualquiera; era un evento diseñado para niños, donde podían experimentar la emoción de competir en un ambiente seguro y controlado.

El día de la carrera llegó y Mateo estaba emocionado desde el momento en que despertó. Vestido con su pequeño traje de carreras, casi idéntico al mío, no podía contener su entusiasmo. Sus ojos brillaban con una mezcla de nerviosismo y emoción mientras se preparaba para su primera competencia real.

Checo, con Pato en brazos, y yo nos aseguramos de estar a su lado todo el tiempo, dándole palabras de aliento. Mateo se subió a su pequeño auto de carreras con la misma determinación que había visto en mí tantas veces. Estaba listo para darlo todo.

La carrera fue emocionante, llena de giros y vueltas, y aunque Mateo lo dio todo, terminó en tercer lugar. Mientras los otros niños celebraban sus logros, yo observé a Mateo desde la distancia. Había salido de su auto con la cabeza baja, una expresión de tristeza en su rostro que me rompió el corazón. Recordé cómo me sentía cuando no lograba ganar, cuando era solo un niño con grandes sueños y un miedo terrible a fracasar.

Checo, siempre atento, se acercó primero, llevando a Pato en sus brazos. —¿Qué tienes, bebé? —le preguntó suavemente, inclinándose para estar a su altura.

Mateo levantó la mirada, su voz pequeña y triste. —No gané como papá —dijo, con un tono que me hizo retroceder en el tiempo. Vi en él al niño que fui alguna vez, el niño que temía no ser lo suficientemente bueno, él niño que no se quitaba el casco si no ganaba.

No pude quedarme al margen. Me acerqué, y sin decir una palabra, me arrodillé frente a él. Vi la tristeza en sus ojos, ese peso de la primera derrota, y supe que tenía que hacer algo para cambiar su perspectiva. Con una sonrisa en mi rostro, quité el casco de su pequeña cabeza, despeinando su cabello en el proceso.

—Es tu primera carrera, campeón —le dije, sacudiendo su pelo de manera juguetona. Quería que entendiera que no siempre se gana desde el principio, y que lo importante era lo que había logrado solo por estar ahí.

Guía para estar casado con Checo Pérez || Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora