No dejes que alguien más se te insinúe

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Consejo: Lewis

Expectativa: Que nunca lo haga

Contras: Nunca entiendo cuando me coquetean, ya que solo tengo ojos para mí hermoso esposo, padre de mis hijos. 😍

Era un día como cualquier otro cuando fui a recoger a Mateo de la escuela. Estaba parado cerca de la entrada, esperando mientras miraba mi celular, revisando algunos correos. De repente, una mujer se me acercó, era la mamá de uno de los compañeros de Mateo, pero sinceramente no le presté mucha atención. No era raro que los padres intercambiaran algunas palabras entre ellos, así que cuando ella comenzó a hablar, simplemente asumí que era una conversación casual.

—Qué guapo te ves hoy, Max— dijo la mamá, pero como yo andaba en mi propio mundo, solo asentí distraídamente, sin siquiera prestar atención.

—Sí, Mateo salió bien en matemáticas, gracias— respondí, sin levantar la vista del celular al ver su mirada en busca de una respuesta.

Ella rió, probablemente pensando que estaba bromeando, pero la verdad es que no entendí nada. Mateo apareció en ese momento, le di una palmada en la cabeza, lo cargué y nos fuimos a casa.

Cuando llegamos, todo iba bien hasta que Mateo corrió a contarle a Checo lo que había pasado.

—¡Papá Checo!— gritó Mateo mientras entraba en la sala. —¡Una señora le dijo a papá que estaba guapo!— soltó, exagerando cada palabra como si fuera una película de acción.

Checo dejó lo que estaba haciendo y me lanzó una mirada, esa mirada que conocía bien.

—¿Qué?— pregunté inocentemente, realmente sin entender por qué Mateo estaba tan emocionado.

—¡Sí!— continuó Mateo, disfrutando del drama. —Le dijo que estaba guapísimo, ¡y papá Max le sonrió!.— Mateo imitó mi sonrisa con una exageración cómica.

—Ah, ya veo— dijo Checo, cruzándose de brazos y lanzándome una mirada que me heló.

—¿Qué? No, ni siquiera lo noté, estaba hablando de… matemáticas o algo así— respondí, todavía confundido. Pero Checo no se veía convencido.

—Como digas—, volvía a limpiar la mesa de centro. —Mateo, cariño ve por tu hermano para que vengan a comer.

Suspiré aliviado de que todos acabará ahí, o eso pensé. Esa misma noche, mientras cenábamos, lo volvió a mencionar.

—Me pasas la sal, guapo— pidió Checo, tratando de sonar casual, pero yo ya sabía por dónde iba. No podía evitar sonreír.

Claro, mi vida— contesté, intentando esquivar el tema con una gran sonrisa en mi rostro.

—¿Y esa sonrisa? ¿Te acordaste de algo o..... de alguien?— preguntó, levantando una ceja.

—No, solo que me gusta que hables español— dije encogiéndome de hombros, pero Mateo no pudo resistir y soltó una carcajada.

—¿Seguro?—, su mirada incluso me hizo dudar de lo que en verdad pasaba por mi mente.

—¡Papá Max, está nervioso y trata de desviar el tema!— exclamó Mateo, riéndose.

Checo me miró con una mezcla de desinterés y celos. Pasaron días, y cada vez que me distraía, Checo lo aprovechaba y cada vez que me veía absorto en algo, encontraba la forma de recalcarlo

—¿Max? ¿Estás aquí o estás esperando que alguna mamá te recuerde lo guapo que eres?— dijo una mañana mientras desayunábamos.

Lo peor fue cuando estábamos en el supermercado y me quedé pensando en qué leche comprar.

Guía para estar casado con Checo Pérez || Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora