Llego a mi casa dando un portazo.
—Ma—la llamo
—¡Estoy en mi cuarto!.—me avisó.
Subo las escaleras corriendo y voy hacia su habitación.
La veo toda arreglada.Lleva un vestido rojo apretado una bolsa blanca y los labios rojos.
—¿Saldrás?—la miro de arriba a abajo. Asiente—¿Con quién?.
Mueve sus manos nerviosas.
—Ehhh.—mira su reloj con alivio—llego tarde, vendrá por mi a la esquina.
¿A la esquina?
—¿Porque a la esquina?—le pregunto.
—Me tengo que ir hija, adiós.—me besa la mejilla—hay comida en el microondas. Y dale de comer a Kira.
—si...
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Estoy acostada en mi cama, miro las paredes grises mientras acaricio a Kira, una perra pitbull.
Tomo mi celular y llamo al grupo de Rose y Penélope.
—¿salimos?—digo cuando contestan.
—No puedo, estoy fuera.—alzo una ceja ante la voz de Rose. Se escuchaba el auto y una voz de fondo.
Fruncí el ceño al creer reconocer la voz.
—¿Con quién estás, Rose?—silencio—¿¡Rose con quién mierda estás!?
—Calma fiera, estoy con una amiga mía.—dice—Mira.— el teléfono queda en silencio por unos segundos.
—¿Hola?—habla una voz.
suspiro aliviada.Corto y me acuesto, me había levantado del susto.
Por un momento creí que Rose estaba con mi madre.
Kira se apoya en mi y vuelve a dormir, yo hago lo mismo.
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—Rubia.—le susurro en el oído.
—Alyna.—se voltea.
Busco sus labios con desesperación.
Nos encontramos en el baño de profesores. Me he vuelto una total acosadora todo por está rubia que me tiene loca.
¿Cómo puede gustarme tanto alguien? Aparte de que literalmente hace nada que la conozco.—No— Olivia me gira la cara y yo lo vuelvo a intentar.— Te he dicho que no.
—Rubia, yo...yo quiero estar bien contigo. Me gustas.—confieso.
—Es algo incorrecto y más si ambas somos mujeres.—dice seria, ¿Que tiene que ver?—Alyna, si no quiere que la acuse con la directora, manténgase alejada.—sale del baño.
Miró la puerta con frialdad. Bien. Si no quiere, que no quiera entonces.
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—Alyna—me llama Penélope—¿Estás drogada?
Frunzo el ceño.
Ahora que lo pienso, hace semanas que no me drogo.
Hace tres semanas. Básicamente desde que la Rubia me dijo que me acusaría con la directora.
A mí madre no le gustará saber que acoso a las docentes que contrata.—No, no ando drogada.—respondo.
—Pues te llamé cin-— su vista va hacia el frente y no se despega de ahí.
Una muchacha Albina entra tímida a clases. Detrás de ella mi madre.
Alzo la ceja hacia Rose que la mira ruborizada.—Es mía, Rose.—dice Penélope.
—Ni quien quiera a la Albina esa.
—¿Te gusta la madre de nyna?—bufo al escuchar de nuevo ese apodo que me tiene.lo odio.
—Si, no ves qu-— se detiene rápidamente mientras yo me paro— ¡NO! O SEA NO, PER-
Su voz se calla en cuanto le pego una en la boca.
Cae en el suelo y le doy una patada, se para rápida dándome un golpe en el ojo.Siento unas manos chiquitas en mis brazos y miro hacia atrás.
Olivia.