No ha tenido el valor para siquiera acercarse y saludarle, con tan solo verlo su corazón lo traiciona y comienza a acelerar su palpitar, un rubor se adueña de sus mejillas, mientras esto sucede su piel se eriza y su estómago se revuelve.
Todo un caso..
Ha enfrentado situaciones mucho más peligrosas, donde incluso su propia vida estuvo en riesgo. ¿Cómo podía ser esto mucho peor?
—¿Pasa algo, Nii-chan? —cuestionó el pequeño de cabellera azabache, quien había estado observando a su distraído hermano hace un rato.
—N-no —contestó nervioso, intentando controlar su notorio sonrojo.
Genya asintió no tan convencido, pues nunca había visto a su hermano actuar de manera extraña.
—Buenos días, Genya —habló un azabache de mirada oceánica y embelesadora, una dulce sonrisa trazándose en sus labios.
La respiración de Sanemi se cortó en cuanto escuchó aquella suave voz nuevamente, había quedado estático, lo carcomían los niervos, intentaba a toda costa desviar su mirada de aquel precioso ser que hacía aparición frente a él, realmente esperaba a que no lo reconociera.
O seguramente se desmayaría.
—¡Giyuu-san! —Genya corrió a abrazar al mayor. El pelinegro lo recibió entre sus brazos y luego acarició la cabecita del más pequeño con suavidad.
Envidia.. ¿De su adorado hermano menor..? No iba a admitirlo, pero vergonzosamente sí.. Qué mal se sentía por eso..
Al cabo de unos minutos Genya ingresó al Preescolar por instrucciones de Giyuu, este retomó su postura para mirar a Sanemi, a quien estaba por darle un paro cardíaco.
—Buenos días, Shinazugawa-san.. —saludó con una preciosa y cautivante sonrisa, mientras se acercaba y un tierno rubor coloreaba sus blanquecinas mejillas.
¡MALDITA SONRISA, ACABARÍA MUERTO POR SU CULPA!
Pero... ¡¿Q-qué, cómo sabía su nombre?!
—E-eh, b-buenos días.. —devolvió el albino abochornado y deseando fuertemente que la tierra lo tragara y escupiera muy, muy lejos de ahí por lo ridículo que estaba siendo.
—¿Usted fue el de aquel incidente, no es así? —recordó con diversión, mientras llevaba uno de sus mechones rebeldes detrás de su oreja.
—S-sí —ese vergonzoso accidente que tanto quería olvidar, pero que también agradecía que sucediera. O no nunca habría conocido a ese lindo azabache de orbes azules como el mismo mar, tan sereno y tan enigmático que ahora estaba frente a él —¿C-cómo..?
—O-oh, bueno es que Genya habla mucho de su hermano mayor..
Ahora Sanemi estaba sumido en terrible vergüenza, solo esperaba a que Genya no hubiera dicho nada que lo matara de pena si se llegara a enterar.
Definitivamente necesitaría algunos consejos, pues no tiene ni mínima idea..
¿Cómo se corteja a un omega?
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