Los Aidualcs

Emilia

Emilia estaba ansiosa por saber quién era la hermana de su abuela, pero no podía solo preguntar. Esa tarde, mientras su ahora "herma abuela" dormía una pequeña siesta, ella aprovechó para poder hablar con su madre y tía.

Mientras ambas estaban preparando un menú especial para la noche.

—¿La abuela tenía alguna hermana?

—Sí —dijo Oriana—, una que se llamaba como tú.

— Mama,¿ lo sabias?

—Sí, ella un día me contó que su hermana tenía siete años cuando una enfermedad pulmonar terminó con su vida; dijo que la amaba mucho porque parecía que aun enferma no se daba por vencida.

Emilia sonrió; seguramente su nombre evocaría a esa persona en la mente de su abuela.

Más tarde:

—Abuela, quiero el final de la historia, la tienes en algún otro cuaderno —preguntaba Emilia hurgando las cosas de su abuela.

Zulma miraba melancólica su antigua habitación—hoy hay mucho alboroto.

—Abuela, solo te mudarás a nuestro hogar. Ahora recuerda donde está la segunda parte de tus historias.

—No está, simplemente ahí termina.

—¿Porque?

—No pude escribir más, las obligaciones de la vida, las niñas...

En eso recuerda a sus hijas y comienza a preguntarle a Emilia.

—¿Donde están?

—¿Tus hijas?

—Sí, acaso, ¿también se han ido?, como algunos de mis recuerdos.

Emilia tomó su mano e hincándose a su lado le dijo: —No, ellas te van a rescatar.

—Mis niñas, mis valientes niñas.

—¿Entonces cómo terminarías la historia de los Aidualc?

— No lo se Emilia

—Tienes mucho tiempo para pensarlo y me tienes a mí...

Zulma la miró a los ojos y la tristeza se hizo presente y con ella el fantasma que agobiaba con llenarle la mente de cosas que no eran reales.

—Emilia,túu también te iras, es cuestión de que te descubran y te lleven, mi pequeña Emilia, tan valiente.