Emilia buscaba a su abuela por toda la casa. Zulma le había pedido jugar a las escondidas y ella accedió. Era temprano en la tarde; su tía Oriana estaba sestiando y sus padres trabajando. Sabía que faltaban unos minutos para que llegaran o su tía se despertaba.
Corre, buscame —escuchaba a su abuela decir mientras se escabullía por todos los rincones de la casa; parecería como si hoy la nube que se roba a su abuela hubiera desaparecido, dejando a la divertida Zulma que ella recordaba. Sumida en los recuerdos, no se percató que Zulma abrió la heladera, robó unas cosas que necesitaba y salió despavorida hacia el jardín.
Abuela —gritó desde la puerta trasera— ¿qué haces?
Zulma giraba en sus talones y danzaba al son de las risas que brotaban de su pecho contento. —
—Ven, Emilia, preparemos una fiesta para mamá.
Emilia corrió junto a su abuela; allí estaban colgadas unas girnaldas hechas de diario de un árbol de naranjas hasta el limonero y sobre la mesa un mantel colorido, sobre este una torta y tres botellas de bebida.
—¿Todo esto lo armaste tu sola?
—No, me ayudó Flavia.
—Que hermoso gesto, abuela.
—No me llames así, y ven, festejemos —tomando su mano la hizo dar vueltas y más vueltas y luego con una mirada picarona la hizo esconder bajo la mesa.
—¿Qué haces?, Zulma —preguntó alarmada viendo que su abuela seguía sin meterse debajo de la mesa.
Es una sorpresa —dijo mientras se carcajeaba— y luego se escondió bajo la mesa con Emilia. —Nos quedaremos acá y cuando venga mamá, verá la sorpresa.
Los padres no se hicieron esperar; cuando Karen salió al patio vio la expresión artística que había sobre la mesa, una torta aplastada y hecha tiras y todas las botellas vacías del líquido dulce.
—Emilia, donde estás —gritó Karen.
Emilia emergió de debajo de la mesa con una cara de que no sabía qué sucedía, y Zulma atrás, gritando, sorpresa, mamá, feliz cumpleaños.
—Abuela, ¿porque has hecho eso?
—No me llames así —dijo con el ceño fruncido—, ¿te gusta, mamá?, es la sorpresa por tu cumpleaños.
Karen no daba crédito a lo que veía, y por detrás Oriana decía un Dios mío angustioso y Tomas abrazándola por detrás le dijo:
—No es tu cumple pero parece como si lo fuera.
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Los Aidualcs
Historia CortaEn un tranquilo pueblo donde el tiempo parecía detenerse entre las páginas de los libros, vive una abuela, cuya mujer pelea una batalla silenciosa: el Alzheimer. Lúcida en sus mejores momentos, se refugia en la lectura de una de sus historias como u...