—No me gusta lo que lee Emilia, mamá está súper perdida en sus pensamientos y esa niña le lee cosas de matar y estacas clavadas en cabezas —le informaba Oriana a Karen que la miraba con los ojos como plato. - No me mires así, deberías vigilar más a tu hija.
—Creo que exageras.
—No exagero, le dirás a Emilia que no le lea más, de lo contrario no podrá quedarse a solas con ella.
—Hablaré con ella. Pero no creo que sea para tanto.
Emilia había escuchado a hurtadillas los planes de su tía. No le daría el gusto de apartarla de su abuela.
—¿A qué viene tu carita, Emilia? —preguntó Zulma mirándola fijamente.
-No es nada.
—No me engañes muchachita, sé que algo no anda bien.
—Lo resolveré y si no puedo prometo que te lo contaré.
Su abuela la miró una vez más: - ¿Lo prometes?
-Si
"Los Aidualc disfrutaban de la paz que había en su reino; todo era gracias a Jade, la mujer valiente que con sus encantos mató al joven Sisara". Pero los Aidualc, pasado un tiempo, comenzaron a verse invadidos por otro de los pueblos cercanos. Estos eran crueles; los moritas, aunque su nombre no lo evidenciaba, los Aidualc estaban tan temerosos que se escondieron en cuevas. Los moritas les hacían una visita cada vez, pero en esa visita los saqueaban de tal manera que los dejaban en la hambruna. Los despojaban de sus cosechas y su ganado.
Fueron a consultar con su guía Débora; esta les dio un mensaje que provenía del "Dios no conocido". Los Aidalec escuchaban atentos:
Los he libertado de tantos saqueadores, he expulsado cada uno de sus enemigos, levanté poderosos guerreros para defenderlos y aun así me desprecian.
Ellos al escuchar eso se entristecieron en sus corazones, pidiéndoles que los ayudara una vez más.
No habían perdido las esperanzas, porque muy en lo profundo de sus corazones seguía la llama encendida de que una vez más se levantaría un gran guerrero.
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Los Aidualcs
Cerita PendekEn un tranquilo pueblo donde el tiempo parecía detenerse entre las páginas de los libros, vive una abuela, cuya mujer pelea una batalla silenciosa: el Alzheimer. Lúcida en sus mejores momentos, se refugia en la lectura de una de sus historias como u...