Oriana no quería cuidar a su madre, no después del berinche que Emilia tuvo que prender. Estaba cansada y su madre en lugar de mejorar empeoraba, y hoy era el día libre de la enfermera y la familia se había ido a por un paseo, pues mucha gente en la casa amenazaba con romper la paz que habían podido lograr. Oriana era consciente de que si ella se iba de esa paz se iría al infierno; ahora era de ayuda, aunque no bienvenida, en el cuarto de su madre.
—Vete —gritó Zulma queriendo lanzar una pantunfla al aire, pero las fuerzas habían desaparecido, así como sus recuerdos.
Oriana tomó la pantufla que quedó a los pies de Zulma, dejó la bandeja sobre la cama de Emilia y la invitó a ponerse en pie.
—Es hora de levantarse; afuera hace frío, pero el sol que entra por la ventana...
—Me hará bien a la piel, mismo cuento de todos los días, dijo irritada. — ¿Y la bola de grasa?
—Hoy Flavia está libre y cuidaré de ti.
—Donde esta mama? ¿Y Emilia?
Oriana reprimió el deseo de decirle que su madre estaba muerta y con una sonrisa en sus labios dijo: —De paseo.
Zulma se sentó obediente en la cama con los pies haciendo baiben, tomó una galleta de arroz untada con mermelada y dio un mordizco cuando intentó tragar. Oriana sonriente le mostró su outfit de hoy y ésta escupió el contenido en la cara de su hija...
—Mama, ¿era necesario?— preguntó mientras iba camino al baño.
—No me pondré esa ropa —gritó furiosa; quiero mi camison, mi camison, perra mal parida.
Oriana detuvo su caminata de regreso. Había escuchado insultar a su madre a la pobre Flavia, pero no a ninguna de su familia.
Y el primer insulto era para ella, Dolio, aunque sabía que su madre no estaba en sus cabales, Dolia.
—Vas a ponerte esta ropa y pondré a lavar el camión.
Su madre intentó negarse, pero la cara de Oriana la obligó hacerle caso.
Tomo la remera y la quiso poner como pantalón, Oriana frunció el ceño, pero no dijo nada.
—Estupido pantalón no me queda —dijo como niña pequeña.
Oriana, viendo la frustración en su cara, le dijo: —Déjame ayudarte, y así fue como se dio cuenta que el mal humor y los insultos eran porque la habilidad de vestirse también la estaba perdiendo.
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Los Aidualcs
Cerita PendekEn un tranquilo pueblo donde el tiempo parecía detenerse entre las páginas de los libros, vive una abuela, cuya mujer pelea una batalla silenciosa: el Alzheimer. Lúcida en sus mejores momentos, se refugia en la lectura de una de sus historias como u...