EMMA BEYCKER
Algo tengo muy en claro, es que soy la reina de los berrinches. Pero esta vez, quizás me pasé. Esta noche es importante para la familia. Mamá no dejó de gritarme que habría consecuencias si venía a esta fiesta, y papá solo le dio la razón. Pero, ¿qué más da? Mi ausencia en la mesa no será notada.
No me arrepiento. Si no llegaba a esta fiesta, habría quedado mal con mis amigas, y Úrsula empezaría a correr rumores para que nadie más me invitara a otra. De eso estoy segura.
No me importa. No puedo verme pálida; esta noche debo darlo todo. Estoy segura de que todos los chicos querrán mi número y quedarán embobados con mi belleza.—¡Emma! El DJ no va a esperar por ti para poner nuestros discos favoritos —gritó Mary desde fuera de la puerta.
—Debe estar dándose el retoque número quinientos mil —murmuró Odette.
—¡Cállense! —dije mientras salía del baño—. No entienden lo importante que es la apariencia en estas fiestas.
Me di una vuelta luciendo mi vestido azul oscuro. Se ajustaba a la perfección y me daba un aire de chica madura. Me alegré de haberlo escogido; combinaba perfectamente con las luces de la fiesta.
—Oh, qué interesante —dijo Odette con sarcasmo—. Ya te veías bien antes, Emma. Así que déjate de tonterías y salgamos —concluyó, caminando hacia la salida.
Mary asintió. A veces eran demasiado despreocupadas, Odette más que nadie, pero ya estaba acostumbrada. Yo le daba el toque genuino al grupo; después de todo, era la más bonita de las tres.
☯️☯️☯️
Mary y yo lo dimos todo en la pista de baile; todas las chicas alrededor morían de envidia. Me percaté de que Jennifer, también conocida como Úrsula, hacía gestos como todas las demás. Eso me indicaba que estaba pasándolo mal con mi presencia. Y si supiera que con ella aquí, mis razones para destacar se elevaban.
Los chicos no se quedaban atrás; muchos se acercaban a ofrecerme un trago, pero los ignoraba. No iba a rebajarme con esos chiquillos.
Todo salió según lo planeado. Después de esta fiesta, estaríamos en el top 10 de la temporada. Y yo, que en algún momento consideré quedarme en esa aburrida cena familiar...
Nos dirigimos hacia donde estaba Odette. Estaba segura de que ella no la estaba pasando tan mal; después de todo, el bombón detrás de la barra no dejaba de mirarla desde que se sentó allí.
—¡Emma, Emma, mira! —me gritó Mary al oído—. Es Jens, ¡el famoso Jens está aquí en persona! Y creo que se dirige hacia ti.
Mary tenía razón; el famoso futbolista Jens Gaiman venía en mi dirección. Le iba a preguntar a Mary si me veía bien, pero cuando volteé, ella ya estaba junto a Odette. Las dos asintieron, señal de que me veía perfecta. Acomodé un poco mis pechos y me hice la distraída.
—Pero si es Emma, la mismísima Emma Beycker —dijo Jens, acercándose.
—¿Y tú eres...? —lo miré de reojo.
—Vamos, nena, sabes quién soy. ¿Quién no sabe quién soy? —dijo en voz baja, con una sonrisa—. Diría que ya te habías dado cuenta de mi presencia.
—Ah, pero si eres el famoso Gaiman —añadí de forma burlona para no parecer tonta.
Empecé a caminar hacia una mesa, seguida por él.
—Jens para mis amigos. Sabes, llevo tiempo tratando de ubicarte —soltó.
Si no me derretí allí mismo, fue para conservar la dignidad, pero el hecho de que esas palabras salieran de la boca del auténtico Jens me hacía la joven más dichosa del lugar. Aún no podía asimilarlo. No dudaba de mi capacidad para atraer a famosos, pero este no era cualquier famoso. Estaba segura de que todas las chicas que dejábamos atrás querrían estar en mi lugar, especialmente Jennifer, que no había parado de hacer malas caras. No iba a desaprovechar esta oportunidad.
—¿Y se te ha hecho muy difícil encontrarme? —dije con indiferencia.
—Ay, querida Emma, no te hagas la indiferente conmigo —me frenó, atrayéndome hacia él de un tirón.
—¿Qué intentas decir? —titubeé.
—Ando de buenas, sabes —me habló más cerca—. Lo que quiero decir es que, hoy tú eres el centro de atención, y creo que ser parte de ese centro no me vendría nada mal.
—¿Solo quieres usarme? —dije, conectando las piezas.
Si algo tenía Jens, era que le encantaba lucirse. La verdad es que no éramos muy diferentes, y no me vendría mal que nos consideraran la nueva pareja del estado. Si él quería usarme para llamar la atención por una noche, le haría el favor para estar en boca de todos por una década.
—¿Usarte? Ni que fueras un dispositivo —se hizo el desentendido—. Solo quiero bai...
De repente, Jens me soltó. No entendía qué había pasado, así que seguí su mirada hacia la entrada. Allí estaba Kenny Barnard, el rubio insistente. De seguro había llegado para arruinarme la noche, como en otras ocasiones.
Traté de invitar a Jens a bailar, pero él se excusó diciendo que tenía que irse, que mañana tenía entrenamiento.
Mentiroso. Lo dejé ir y me dirigí hacia donde estaban las chicas; ya no tenía ganas de estar en este lugar.
—Y ahí va otro de tus pretendientes —apareció Kenny frente a mí.
Lo ignoré.
—¿A dónde vas tan apurada, Emita? —lo escuché decir.
—¿A ti qué te importa? —seguí caminando, esta vez furiosa.
—Ey, espera —me agarró de la muñeca.
—Te escucho, Kenny. Sé breve, por favor —dije con indiferencia.
—No vine a molestarte, Emma —me miró con sinceridad.
—Ajá, ¿y a qué viniste? —le dije más calmada.
—Solo vine a pasarla bien con mi novia —ya no estaba siendo sincero; me agarró más fuerte y me arrastró hacia la pista de baile.
—¡Suéltame, idiota! ¡Ayuda, un acosador! —grité—. Ya te dije, joder, que no soy tu novia —le pateé la pierna y me zafé de su agarre.
Todos estaban mirando. El DJ bajó el volumen de la música. Para cuando salí de la pista, Mary y Odette estaban a mi lado, preguntando qué había pasado.
—No tienen nada que ver —soltó Kenny—. Es solo una discusión entre mi amada y yo.
Quise decir algo, pero estaba avergonzada; Jennifer estaba en una esquina, burlándose con sus amigas. La multitud se dispersó rápidamente, y Kenny intentó acercarse para disculparse. Esta vez no iba a caer en su falsa sinceridad. Si se acercaba un poco más, le iba a pegar... en las bolas.
Convencí a Mary de que quería irme. Nos dirigimos a la salida, esquivando a la gente. Trate de ocultar mi cara; la vergüenza que Kenny me había hecho pasar era enorme. Y, como si lo hubiese llamado con el pensamiento, apareció:
—Venga, bonita, ¿por qué te vas cuando tu novio apenas llega?
—Ya te dije que no soy...
—¡Maldita sea, Kenny, me tienes harta! —me interrumpió Odette—. ¿Acaso conoces la vergüenza, idiota? ¡Ya te dijo mil veces que la dejaras en paz, que no es tu maldita NOVIA!
—A ti ni te miro, Odette, así que cállate y vuelve a sumergirte en tu estúpido teléfono, rarita.
Eso último hizo que Odette se enfureciera aún más. Kenny volvió a intentar hablarme, y cuando le iba a decir que llamaría a la policía si no me dejaba en paz, Odette volvió a interferir.
Lo último que presencié fue el puño de mi amiga yendo directo a la perfecta y maliciosa cara de Kenny.
Lo había golpeado.
NOTA DE LA AUTORA
Oh queridísimos lectores me disculpo por haber tardado tanto en subir este capítulo, estoy muy emocionada con la trama.
No se pero a mí me encanto ¿Ustedes que opinan? Dejen su voto y su comentario por favor.
🌸✨
PDT: Odette es boxeadora (pobre Kenny).
ESTÁS LEYENDO
NO SON EL UNO PARA EL OTRO || EN PROCESO
Teen FictionPORTADA: CREDITOS A @TorieMalfoy ☯️☯️☯️ A ella le encanta llamar la atención. El prefiere pasar desapercibido. Mientras ella va por el mundo irradiando carisma. El prefiere ser amable dentro de la serenidad mismas. Cómo cualquier otra historia de...