6 | DIA DE PASEO, NOCHE DE DISGUSTO

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Taylor

El día había pasado volando, y como siempre, terminé los informes temprano. Después de eso, pasé un buen rato en la plaza junto a Kimy. El estado de mamá había hecho que Kimy madurara un poco, o al menos eso parecía.

El Sr. Beycker me hizo mi primer pago adelantado por mi diligencia y compromiso. Aunque no me cae del todo bien, se comportó tan amablemente conmigo que comencé a dudar de las palabras de papá antes de irse.

Con mi paga, lo primero que hice fue enviarle unos hermosos tulipanes a mamá. Luego, con la ayuda de Kimy, compré ropa y juguetes para los niños. Quise agradecerle a Kimy por su esfuerzo y le compré ese set de maquillaje que tanto anhelaba.

Caminaba sumido en mis pensamientos, recordando lo felices que se pusieron los niños cuando vieron sus juguetes. El ladrido de uno de los perros me sacó de mis pensamientos; era Kiki, ladrándole a una joven pareja que estaba sentada en uno de los bancos.

Pensar en mi familia me había hecho olvidar que paseaba a los terriers escoceses de los Phons. Este es prácticamente mi segundo trabajo, aunque preferiría tener más tiempo para estar con mis hermanos. Sin embargo, ya estaba comprometido a cuidar de los cachorritos mientras la familia estaba de viaje.

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Recuerdo

—Firma aquí —dijo el señor Phons, extendiéndome un contrato—. Solo te comprometerás a llevarlos a sus citas, pasearlos y ducharlos; de lo demás se encarga Marina.

—Ya sabes, si me entero de que mi hermosa Kiki no asiste a sus masajes, o que Bruno no está yendo a sus citas médicas, yo misma te mato —agregó Keyti, dramatizando como siempre.

—No seas tan dramática, Keyti —le exigió su padre con una sonrisa—.

—Tranquila, nada de eso pasará —aseguré, firmando el contrato.

—Bueno, cuídate —dijo Keyti, acercándose para darme un beso en la mejilla—. Sé que te irá genial. Serás la mejor porrista del equipo.

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Había hablado con el señor Beycker sobre mi compromiso con Steven Phons, y aceptó ponerme en turno por la mañana. Aunque trabajar en las mañanas no me favorecía mucho, ese inconveniente pronto cambiaría. Steven me había llamado temprano para avisarme que él y su hija regresarían en dos semanas.

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Regresé temprano a casa. Entré sigilosamente, con la intención de darle un buen susto a Jessy. Al entrar, noté seis pares de zapatos alineados en la entrada. Deberían ser solo cinco, ya que acababa de llegar. No había visto esos tenis antes.

Escuché la voz de un chico proveniente de la cocina y, seguido de un estruendoso ruido, escuché el chillido de una de las gemelas. Estaba seguro de que era Jessy. Avancé rápidamente hacia la cocina. Robin y Randall estaban sentados en el sofá, ni siquiera se percataron de que había pasado por allí.

—¡El dragón azul levanta a la princesa! —exclamó una voz familiar.

Era Devon. ¿Qué demonios hacía aquí? Seguro andaba detrás de mi hermana. Si la estaba molestando, no lo iba a permitir...

—¡Taylor! —Daysi se abalanzó hacia mí—. ¡Qué bueno que llegaste temprano!

Jessy dejó lo que estaba haciendo y corrió a buscar a los demás.

—Hola, Taylor —Devon soltó un dragón azul de juguete y me extendió una mano—.

—¿Qué haces aquí? —le rechacé, mirándolo de reojo.

—¡Taylor! —Kimy me dio un empujón por la espalda, tratando de disimular la situación.

—¡Taylor! —Robin me recibió con un abrazo—. Devon vino a jugar con nosotros. ¡Ven a ver la play que nos regaló!

—Jugó a las princesas y dragones conmigo —dijo Jessy, con un dedo en la boca.

—Y le trajo unos vestidos hermosos a Kimy —añadió Randall, entusiasmado.

Me quedé mirando a ambos; estos voltearon a ver hacia otro lado, incómodos.

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Los niños se habían quedado dormidos, pero Devon seguía sentado en el muro de la salida. ¿Qué esperaba para irse?

—¡Taylor! —me reclamó Kimy en voz baja—.

—Mira, ya te dije que no me importa con quién salgas, pero ¿con un Beycker? —le reproché.

—¡No, iugh! No estamos saliendo —hizo una mueca—. Es cierto que parece interesado en mí, pero ya le aclaré que no es mi tipo.

—A este paso, sí lo será —rodé los ojos—. ¿Vestidos? ¿Jugar con los niños? Deja de hacerte la tonta. ¿No ves que lo hace para acercarse a ti?

—¿Qué dices? —me echó una mala mirada—. La abuela Emilia me mandó los vestidos, y él les compró una play a los niños porque Robin se quedó embobado con la de él cuando estuvo en la mansión.

Terminamos de acomodar a los niños y nos dirigimos hacia la cocina, enfrentados.

—De verdad que no te entiendo —me miró con desprecio—. Nadie nunca se había interesado en mí y actúas como si... Mira, Taylor, yo nunca te he pedido nada que no pudieras darme, así que te pido que, por favor, no te metas en mis asuntos.

Era cierto, Kimy nunca había atrapado el interés de algún chico... hasta ahora. O quizás simplemente había creado una burbuja a su alrededor y no se interesó en eso... hasta ahora. Desde hace días, el tal Devon no había dejado de intentar estar cerca de ella. ¿Qué quería? No es como si no estuviera rodeado de chicas.

Lo cierto era que no quería que mi hermana terminara lastimada, y menos por un Beycker. Ellos ya nos habían marcado con el abandono de mi padre.

—Kimy, lo que pasa es que yo...

—Ellos se han comportado como nadie con nosotros, y tú te empeñas en alejarnos. ¿Por qué?

Quise contestarle, decirle lo que papá me había dicho antes de irse, pero sentí que no era el momento.

—Está bien, no me lo digas —tomó una pausa—. Después de todo, nunca lo haces. Pero si esto te hace feliz, dejaré de juntarme con Devon —me arrojó la toalla de limpiar en la cara y se dirigió hacia el portal de salida.

NO SON EL UNO PARA EL OTRO || EN PROCESODonde viven las historias. Descúbrelo ahora