14 | ¡AY NO!

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EMMA

La luz suave de la mañana se filtraba por las ventanas de la cocina, pintando de dorado las sencillas, pero llamativas paredes de la mansión. Aún era temprano, y casi todos en la casa estaban durmiendo, excepto yo. Decidí aprovechar el silencio matutino para hacer algo que nunca había echo (no sola): cocinar. Con mi tablet apoyada sobre la encimera, seguía un tutorial de internet para preparar arepitas. Concentrada en la mezcla de la masa, apenas noté el sonido suave de pasos detrás de mí, hasta que una risa conocida me sacó de mi burbuja.

-¿Nunca has visto a alguien cocinar, abuela? -dije sin girarme, aún concentrada en darle forma a las arepas.

-He visto a muchas personas cocinar, querida. Pero a mi nieta Emma, nunca -respondió la abuela Emilia con esa voz cálida y serena que siempre me tranquilizaba.

Sentí que se acercaba mientras preparaba la cafetera para poner el café. Ella siempre había sido la primera en levantarse, cuidando que todo en la casa estuviera en orden antes de que los demás despertaran. Pero esta vez, era yo quien había madrugado.

-Ya es hora de que me cuentes quién es el chico -dijo de repente, y casi dejo caer la masa al suelo.

-No hay ningún chico, abuela -respondí rápidamente.

-Ah, sí, claro... -rió ella, con una mirada que delataba su incredulidad-. Emma, no soy tu madre, mucho menos la ignorante de Bri... -El tono con el que mencionó a la esposa de mi tío me sacó una carcajada.

-¿A qué quieres llegar, abuela? -pregunté, aunque en el fondo sabía a dónde iba la conversación.

-Llevas varios días subiendo reflexiones amorosas a tus historias... -empezó, mientras se servía una taza de café-. Y ayer posteaste que estás algo confundida... ¿Unas cremas te tienen confundida?-, soltó una retórica con ironía-.

Consejo: no sean como Emma que cuenta toda su vida al internet.

-¡Yaya abuela, tremenda acosadora! -me quejé, aunque no pude evitar reírme también. Su curiosidad siempre me había hecho gracia.

-Vamos, Emma...

-Si, si hay alguien, pero no es nada serio... Ni siquiera sé si me gusta, creo que solo fue por un momento; es más yo no le agrado del todo, es obvio... -empecé a hablar de más, y antes de darme cuenta, ya había dicho más de lo que quería.

La abuela me miró con una sonrisa cómplice, y antes de que pudiera decir algo más, se levantó de la silla.

-Tengo que admitir que me gusta esta Emma -dijo, guiñándome un ojo antes de salir de la cocina, dejándome ahí, sola con mis pensamientos.

Me quedé quieta un momento, procesando lo que acababa de pasar. ¿Acaso la abuela vio algo diferente en mí? ¿Por qué había soltado todo eso de repente? Sacudí la cabeza, como si eso fuera a despejar mis dudas, y me concentré en seguir con las arepitas. Con queso, claro.

☯️☯️☯️

TAYLOR

La puerta de la oficina se cerró tras de mí, y me tomé un momento para respirar hondo. Había pasado toda la noche trabajando en un plan innovador que quería presentar, y aunque hoy era día de descanso, decidí llevarlo a las oficinas. Vaner siempre apreciaba la dedicación extra, y yo quería impresionar¿Por qué? No lo se. Mientras caminaba hacia el ascensor, recordé que le prometí a Kimy que la llevaría a ella y a los niños a visitar a nuestra madre en el hospital.

Justo cuando iba a sacar el móvil para llamarla, me acordé de otra promesa. Emilia Beycker, la madre de Vaner, me había pedido ayuda para montar unas cosas en su habitación. Kimy no estaría y sus criadas estaban ocupadas con otros quehaceres, y por alguna razón, de todas las personas, me escogió a mí. No me molestaba, pero estaba seguro de que había más en esa solicitud de lo que aparentaba; sonaba algo ¿Entusiasmada? Al pedírmelo

NO SON EL UNO PARA EL OTRO || EN PROCESODonde viven las historias. Descúbrelo ahora