18 | EN BLANCO Y ROJO

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MARATÓN: EN BLANCO Y ROJO II/II

EMMA

Me senté molesta en una esquina de la cama, cruzada de brazos. ¿Este mocoso no tenía otro lugar a dónde ir? ¿O acaso no podía gastar su energía en algún videojuego en lugar de molestarme?

Justo cuando comenzaba a calmarme, el sonido de unos nudillos golpeando la puerta me hizo fruncir el ceño. ¿Otra vez? No se lo iba a dejar pasar esta vez. Si Scott volvía con sus bromas, lo mandaría directo al hospital, aplicando la técnica de Odette con Kenny. Pensándolo bien, ¿dónde estará Kenny? Desde que empezó con su revista apenas lo veo. Al menos, no anda fastidiándome.

Abrí la puerta de golpe.

—¡Scott, si no dejas de...!

Me quedé congelada. No era Scott. Era Taylor, de pie frente a mí, con una expresión divertida en su rostro. Parecía que lo había interrumpido justo cuando iba a tocar la puerta de nuevo.

—Lamento no ser Scott —dijo con una sonrisa de lado, empujando hacia atrás un mechón rebelde que caía sobre su frente—. También lamento haber llegado sin avisar.

—No... no pasa nada —murmuré, un poco sorprendida.

Lo observé con detenimiento. Tenía el cabello despeinado, llevaba un suéter negro y unos vaqueros no demasiado ajustados. Adoptaba esa postura casual que siempre le quedaba tan natural. Pero lo que más llamó mi atención fue lo que llevaba en su mano derecha: una bolsa.

—¿Puedo pasar? —preguntó señalando la puerta.

—Ah... sí, claro —respondí de forma algo torpe, apartándome para que entrara.

¿Qué estaba haciendo? Tenía que haberle dicho que no, que si necesitaba algo, lo dijera desde la puerta. Pero ahí estaba, dejándolo pasar sin rodeos, mostrándole más interés del que quería admitir.

TAYLOR

Entré en su habitación, que ahora estaba sorprendentemente desordenada. Emma se apresuró a disculparse.

—Ignora el desastre —dijo, nerviosa.

Eso me dejó confundido. Las pocas veces que había estado aquí, su habitación siempre parecía la de Scarlet O'Hara, ordenada y perfecta. Hoy era un completo caos, con ropa tirada por todos lados y envolturas de snacks desperdigadas.

—Traje algo para ti —dije, levantando la bolsa.

Emma me miró con curiosidad.

—¿Es para mí? —preguntó con una sonrisa.

—Pues claro —respondí, mientras ella cogía la bolsa con entusiasmo.

Comenzó a desembolsar el contenido, y mientras lo hacía, le expliqué.

—Lamento interrumpir tus planes del día, pero pensé que sería un buen momento para hacerte compañía.

De repente, Emma soltó un gritito, sobresaltándome.

—¡Me encantan! —dijo emocionada—. ¡Son mis bombones favoritos!

—Me alegra que te gusten —respondí, sin poder evitar sonreír—. Supuse que...

No me dejó terminar. Se lanzó hacia mí, dándome un abrazo sin previo aviso. Me quedé boquiabierto, pero correspondí el gesto con una sonrisa nerviosa.

—No es para tanto —dije, riendo por lo bajo, mientras pensaba en lo curioso que era hacer feliz a alguien con unos simples chocolates.

—Sí que lo es —insistió Emma, apartándose y corriendo a buscar algo—. Dame un segundo...

NO SON EL UNO PARA EL OTRO || EN PROCESODonde viven las historias. Descúbrelo ahora