Un Espíritu de Ninguna Nación

19 3 0
                                    

Tres Meses Después. 

Roku colocó una capa de hojas secas de nipa para completar el tejado y se sentó a inspeccionar su trabajo desde lo alto de la cabaña. No era constructor -de hecho, sus padres se habían asegurado de que sus hijos nunca realizaran ningún trabajo manual-, pero parecía bastante decente. Al menos, tenía paredes y techo, en tanto, él y los Nómadas del Aire habían llegado hacía casi dos semanas, tras el paso de uno de los tifones más potentes que se habían abatido sobre la costa suroeste del Reino de la Tierra en los últimos tiempos, que ahora era un montón de madera destrozada y astillada, como casi todas las estructuras del pueblo pesquero costero.

Aquel día, todos habían enmudecido mientras sus bisontes voladores descendían entre las nubes. La aldea había sido la viva imagen de la destrucción. No quedaba ni una sola estructura en pie. Los escombros cubrían la bahía y la playa en forma de media luna. Los troncos de los árboles sobresalían del suelo como lanzas rotas, mientras que otros habían sido arrancados y esparcidos por tierra y mar. El pequeño puerto estaba destruido, los barcos hundidos por la tormenta y, con ellos, el medio de vida de los aldeanos. Era como si un espíritu vengativo hubiera arrastrado un brazo montañoso por la costa.

Los Nómadas del Aire y el nuevo Avatar habían acudido en su ayuda, con las monturas de los bisontes voladores cargadas con tanta comida, agua potable, medicinas y otros suministros como las grandes bestias podían transportar. Roku se había pasado el verano acompañándolos en un viaje humanitario tras otro, pero la desesperanza seguía invadiendo a Roku cuando se había dado cuenta de la magnitud de la devastación y del trabajo que les esperaba.

- ¿Por qué no se van a otra parte?, - le había preguntado a su maestra aire control, una mujer mayor, bajita y delgada, llamada hermana Disha, que llevaba la cabeza tatuada y completamente calva, en lugar de afeitarse sólo la mitad delantera, como la mayoría de las monjas del aire que Roku había visto.

La hermana Disha respondió pacientemente mientras guiaba a su bisonte del cielo, Amra, hacia un claro a las afueras de la aldea. - Esta es una aldea pobre, Avatar Roku. Muchos de la generación más joven ya se han marchado para encontrar trabajo en Gao Ling u Omashu o en las otras ciudades, y los que quedan no tienen los medios para empezar de nuevo en otro lugar. Incluso si los tuvieran, dudo que lo hicieran. – 

- ¿Por qué? –

- Este es su hogar. -

Eso, por una vez, era algo que Roku entendía mejor que cualquier Nómada del Aire.

- ¿Y qué pasará cuando la generación mayor fallezca?"

- Sospecho que el pueblo también morirá con ellos, - dijo la hermana Disha. Al captar la mirada de insatisfacción de Roku, añadió: - Todo en este mundo es temporal. -

Y así, los aldeanos -con la ayuda de los Nómadas del Aire y sus bisontes voladores- se habían puesto manos a la obra. Desde el amanecer hasta el atardecer, bajo el calor del final del verano, habían trabajado juntos para limpiar, limpiar, transportar, enterrar, reparar, replantar y reconstruir. Y lo que a los aldeanos les habría llevado meses si hubieran trabajado solos, les llevó sólo un par de semanas. Aún quedaba más por hacer, pero ahora que la mayor parte de la reconstrucción estaba terminada y la temporada llegaba a su fin, los Nómadas del Aire regresarían al Templo del Aire del Sur.

- Se ve bastante bien, - dijo la hermana Disha mientras flotaba hacia el tejado para examinar la parte final del trabajo que Roku acababa de terminar, con las manos entrelazadas a la espalda. - Estoy segura de que esta familia estará feliz de mudarse de su tienda. –

- Habría tenido tiempo de hacer felices a muchas más familias si me hubieras enseñado algo de aire control, - dijo Roku, y luego señaló con la cabeza hacia el otro lado, donde una joven Nómada del Aire usaba su aire control para hacer volar una docena de hojas de palmera y colocarlas perfectamente en su sitio en cuestión de segundos.

Avatar: El Juicio De RokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora