Capítulo XIII: Bienvenida.

141 6 4
                                    

Me levante a las tres de la tarde, listo para el almuerzo, desde hace bastante tiempo despertaba sin ninguna preocupación, así que aproveche de no hacer nada hasta que fui a comedor mientras todos estaban esperándome con el tenedor entre sus manos.

-vino hoy tu compañero-dijo Alexander... ¿Dereck? pensé de inmediato-

-¿quién era? -traté de sonar lo más desinteresado posible.

-se llamaba Robert, no te quise despertar hijo, por eso que le dije que podría venir más ratito.

-gracias mamá- ella estaba de pie, y en un descuido se le resbala la fuente de las verduras a la que agarré prácticamente saltando de mi asiento mientras que todos quedaron expectante-¿que...nunca han recogido una fuente? -les dije mientras me sentaba vertiginosamente.

-gracias amor...-me dijo ella.

-¿tú no entrabas a trabajar? -le pregunté a mi hermano mayor.

-pedí estar libre durante esta semana-miro mientras tomaba el refresco-ya que llegarías.

-graacias Alex-lo abrace tan fuerte que apenas le di tiempo para respirar, tal y cual como cuando éramos niños.

-¡suéltame Nathy!-forcejeaba conmigo mientras yo me negaba a soltarlo

-no me dejen aislado-protestó Aaron quién se lanzó de su asiento para ayudarme a ahogar a Alexander y con ese gesto mis padres lloraban de felicidad al vernos pelearnos y abrazarnos al mismo tiempo.

-dime Nath... ¿qué clase de proyecto estás haciendo?-dijo papá al rato de terminar de jugar con los chicos.

-como les dije ayer, desde hace un tiempo estoy trabajando para la NASA, es algo privado, pero quiero que sepan que no se preocupen por mi educación o ese tipo de cosas, ya que la paga es muy buena.

-¿cuánto te pagan?-pregunto el judío de mi padre.

-250-dije mientras comía un pan.

-ahh... semanal, es interesante.

-250 mil...anual.

-¡que tú que!-todos elevaron su voz al unísono. Escuché tantas preguntas que me hacían, mientras comía apacible, hasta que les dije.

-es así, no miento, cualquier problema de dinero pueden decirme.

-¿seguro no estás con un mafioso?

-te presentaré los papeles de mi investigación, tranquilo, yo soy parte de los buenos...

-¡yo nunca en mi vida he ganado eso!-promulgó papá.

-ni yo lo ganaré-protestó Alexander.

-hijo, estoy orgullosa de ti-me acarició mamá.

-para que vean lo buen hermano que soy, les daré dinero.-me estuvieron acosando con las cosas que podría hacer con ese dinero. La verdad, mentía en cuanto a la suma, no eran 250 mil sino 800 mil dólares además, cada final de año depositaba 2 millones a los Assassin, si, estaba podrido en plata. Cuando era un espía, mi sueldo era de 100 mil, hasta que me dijeron la suma en el papel que tuve que firmar. Claro, la Corporación nos paga esa cantidad exacerbada porque arriesgamos nuestras vidas más que nadie, así que es lógico.

Estuvimos viendo películas, como lo hacíamos hacer hace años, ¡cuánto extrañaba esto...el estar con ellos! Cuando cerraba los ojos, veía todas esas caídas que tuve que sufrir, todas esas manos rotas, toda mi cara demacrada, pero aquí estaba, un Assassin, con licencia para matar.

-¿ahh?-desperté de mi monólogo.

-digo que afuera te buscan-salí de mi letargo, me paré, fui hacia la puerta, la abrí y vi a Peace junto a Robert en la calle esperando que les abriera, e inmediatamente presioné el botoncito eléctrico para que se abriera.

Assassin's Diary Donde viven las historias. Descúbrelo ahora