Capítulo IV: Iniciación.

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Dicen que cuando estas a punto de morir, toda tu vida pasa por tu mente involuntariamente, pero en mi caso, no ocurrió nada de eso, es más, como sabía que moriría intente ver mi vida pasar, no obstante el miedo me petrificaba hasta mis pensamientos, pero ya cuando vi aquellas sombras que tapaban los tubos fluorescentes, vino a mi mente la cara de Dereck. Cuanto me gustaría que estuvieras acá para verte, tocarte, sentirte, ser tuyo y tu mío. Pero no, alcé mi adolorida mano hacia el cielo para intentar captar aquel espíritu que asemejaba a él, cuando escuche unos pasos, tacones a la distancia.

-¡muy bien eso ha sido todo!- dijo una chica con una voz algo seria- Duérmanlo.

Desperté en una habitación algo oscura, en una cama de una plaza o un poco más, vi mi costado, estaba como nuevo, recordé los dolores de mi cara, me la toqué, y nada, estaba tan tersa y suave como siempre. Mis manos estaba totalmente recuperadas, todos esos golpes y heridas habían desaparecido. Pero donde demonios estaba!

-¡mamá!- lo primero que se me viene a la mente. Era obvio que no estaba en casa, pero ¿en qué sitio estaba?

Me recosté en mi cama y espere que alguien abriera esa puerta, ya que no tenía un mango para empujarla. De repente, la puerta desapareció hacia la izquierda con un sonido característico que me gustó, (sonaba como en las películas de naves espaciales), donde vi aparecer a una chica, pelirroja, con aros en ambas orejas, llevaba una falda también roja, y una blusa blanca con una identificación en su pecho algo voluptuoso. Detrás de ella, iban dos hombres, un hombre de aproximadamente 30 años, que llevaba un corte de pelo bastante corto y rubio, mientras que el otro, tenía aproximadamente unos 25 años o tal vez un poco más, lo único que puedo decir, es que robo completamente mi ser, él ni me miraba, pero yo sí. Su estatura, su piel blanca, su cabellera castaña, amarrada por una cinta apenas visible y sus ojos oscuros eran los más hermosos que he visto en toda mi vida. Tenía un toque único, tal vez era eso lo que me cautivó de él.

-Hola Nathaniel Xeraffi-me dijo la chica con la mi voz de seria- mi nombre es Zafiro- tenía tantas ganas de hablar y pedir explicaciones, pero me quede de pie, mirando a él, sin que me diera su cara-Él es Épsilon, y él es Alpha-me causo cuidado escuchar sus nombres, pero seguí escuchando atentamente sin pronunciar ni una palabra- sé que no entiendes mucho pero quiero que sepas que...

-¡¿Quién mierda son ustedes y porque demonios me atacaron y... estoy encerrado?!

-¡habla el chico!-dijo el tal Épsilon-no es mudo-rio algo chistoso. Pero aun así, el llamado Alpha, ni me miraba, estaba más divertido con su...no sé cómo se llama ese aparato que descansaba en la muñeca del brazo.

-descuida-dijo ella, como si todo lo que ocurriera, fuera tan normal y campante.-somos ASSASSIN, una organización que se encarga en cierta manera, de proteger los asuntos internacionales. Somos una especie de CIA, o FBI, o simplemente la policía, pero estamos refugiados en las sombras, casi nadie sabe de nuestra existencia.

-por qué... ¿Por qué me dicen esto?

-Fuimos fundados en la Edad Media, bajo el mando de Chestivor Tauros, un mercenario contra los mercenarios del Papa y la inquisición, al avanzar del tiempo, nuestra organización no acabó como otras, sino ocurrió un proceso de metamorfosis en lo que es ahora. El gobierno no nos respalda, sino, más bien, nosotros mismos lo hacemos.

-no entiendo nada... es que... ¿por qué a mí, por qué golpearme, encerrarme?

-¡es el rito de iniciación!-dijo Épsilon.

-¡el puto rito de iniciación! ¡Que se creen ustedes! Quien se creen, ¿Dios? Los acusaré a la policía, locos de mierda!

-jajaja, me causa gracia este chico-pronunció nuevamente el rubio.

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