Capítulo Trece

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Fluke se despertó sobresaltado y se incorporó enseguida.

Ohm no estaba a su lado, lo sintió antes de pasar la mano por la sábana.

Pensando que estaba junto a la ventana, dejó caer la sábana; estaba a punto de levantarse de la cama cuando el hombre que estaba junto a la ventana habló.

‐Incluso dormido resultas muy bello.

Fluke soltó una exclamación entrecortada y se cubrió el cuerpo desnudo.

‐¿Quién es usted?

El extraño salió de las sombras y al hacerlo la luz de la luna le iluminó la cara.

‐Lo conozco ‐tartamudeó Flukr‐. Usted es el pirata que estaba esta noche en el Toucan. El hombre de la puerta trasera.

‐¿Pirata? ‐sonrió divertido‐. Me llamo Taber Denoux.

Fluke no reconoció el nombre.

¿Debería acaso sonarle?

‐¿Dónde está Ohm?

‐Deberías haber aceptado mi oferta de acompañarte a casa. De haberlo hecho, tu amigo el de abajo seguiría con vida.

‐No... ¡No!

‐No era Thitiwat. Era el otro.

Fluke no podía respirar.

‐¿Kao? Ha matado a Kao. ¡Oh, Dios mío!

‐No pueden quedar todos vivos, Bello ‐se sentó en la cama junto a él y Fluke retrocedió, agarrándose con más fuerza a la sábana‐. Eres verdaderamente despampanante, ¿sabes? La perfección es difícil de encontrar hoy en día. La perfección y la lealtad. El poseer algo tan extraordinario como tú, bueno, digamos que no todos los días un hombre puede hacer realidad sus fantasías.

Fluke ignoró sus palabras.

‐¿Dónde está Blu?

‐Hasta hace unas pocas horas no podría haber contestado a esa pregunta. Pero Thitiwat condujo a mis hombres hasta él hará cosa de una hora.

‐¿Ohm sabe dónde está Blu?

‐Eso parece. ¿No se lo dijo?

Fluke estaba confuso. Si Ohm hubiera sabido dónde estaba Blu, se lo habría dicho. ¿O quizá no?

‐¿Te gustan las playas tropicales y las margaritas?

‐¿Qué?

‐Vamos a hacer una pequeña excursión, tú y yo. ¿Qué prefieres: una playa tropical o un refugio en una montaña?

‐Usted mató a Mickey Burelly.

‐De manera indirecta supongo que eso es cierto. Yo no apreté el gatillo, pero... ‐se encogió de hombros y sonrió‐. Has sido un pajarillo muy escurridizo, querido. Tendré que decidir qué tipo de castigo mereces por todas las molestias que me he tomado por ti.

Fluke se estremeció bajo la sábana.

‐Oh, no te preocupes. No será nada que estropee tu perfección ‐estiró el brazo y le acarició el cuello con un dedo‐. Como te he dicho, eres una belleza difícil de encontrar. Pero no puedo permitir que te rebeles contra mí cada vez que quieras. Así que ten cuidado. Puedo hacerte daño de maneras mucho más satisfactorias para mí y más degradantes para ti.

Era un animal con traje caro, decidió Fluke, pero un animal de todos modos.

‐Destruyó mi apartamento.

Reencuentro con el amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora